10/7/20

EL PUENTE DE EL CABO

Después de las obras finalizadas en el año 2015, el puente de El Cabo ha recuperado la estructura original de acero

Puente de El Cabo en la actualidad

El primer puente con el que contó Santa Cruz de Tenerife en el siglo XVI para facilitar el tránsito de personas hacia el 'barrio de El Cabo' y el 'camino de San Sebastián' -único acceso que existía para llegar a La Laguna y al interior de la isla- fue construido muy cerca de la 'desembocadura' del barranco de Santos

En principio era 'una pasarela de madera' que permitía el paso de 'personas' o de un 'jinete con su cabalgadura', pues "los 'carros y las caballerías cargadas' tenían que hacerlo 'vadeando' el cauce del barranco por el 'camino de las Carretas'".

A lo largo de los siglos, "el puente ha sido 'dañado o destruido' por las 'avenidas periódicas del barranco'", teniendo que reconstruirlo una y otra vez con la ayuda del Cabildo y las aportaciones del vecindario.


En 1722, cuando una vez más 'el puente fue arrastrado hasta el mar por la riada', se consideró "hacer un nuevo puente 'más arriba', a lo que muchos vecinos se opusieron por considerar que era el 'acceso directo' al 'barrio de El Cabo' y al 'Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados'", que se acababa de instalar en aquella zona.

Entonces, el personero general de la isla, Baltasar Peraza de Ayala, y el comandante general Juan de Urbina, " acordaron que 'se realizaran ambos', de manera que en 1754 se inauguraría el 'puente Zurita'".

Aunque la historia se vuelve a repetir en los distintos 'aluviones' ocurridos en el siglo XVIII, "sería en el 'temporal' de 1826, 'uno de los mayores que ha sufrido Tenerife a lo largo de su historia', cuando el 'desbordamiento de todos los barrancos' haría que desaparecieran todas las 'obras de encauzamiento, puentes, y bóvedas' realizadas hasta entonces, 'exceptuado el puente Zurita'". Incluso, "la primera imagen de la Virgen de Candelaria se perdería en las 'profundidades marinas'".

Virgen de Candelaria (Adeje)
Aún existen dudas de si se trata de una copia de la que se llevó el mar o sí esta es la talla original.

Por ello, esta vez la 'reconstrucción del puente' fue una obra de 'mayor solidez', pues "le hicieron 'tres pilares de cal y piedra', reforzados en las esquinas con 'sillería', entrelazándolos con 'grandes troncos de pino' que se trajeron de los montes de Vilaflor", primero tirados por yuntas de bueyes hasta El Médano, donde fueron embarcados hasta Santa Cruz.

"El 'barranco' volvería a desbordarse el 8 de marzo de 1837, cuando en Santa Cruz estuvo 'lloviendo intensamente durante 8 horas seguidas''", llevándose parte de la 'huerta del hospital' e 'inundando' la Iglesia de La Concepción, varias viviendas de la calle de la Noria, la plaza de la Iglesia y el barrio de El Cabo.

Esta vez, sería el comandante general y jefe superior político Juan Manuel Pereyra y Soto-Sánchez, marqués de La Concordia, quién, utilizando los fondos de 'fortificaciones', reconstruiría las murallas de contención del 'barranco de Santos' y, en la 'explanada' resultante en la margen izquierda, construiría una 'alameda' que, en su honor, se llamaría Paseo de La Concordia. Las 'lluvias torrenciales' de 1855 'derrumbarían el muro que sostenía el citado terraplén' y desaparecerían los materiales que formaban la pared.


En las lluvias ocurridas el 20 y 21 de diciembre de 1879, 'el puente quedaría prácticamente destruido'. Al reparar la parte de 'mampostería de los muros laterales' se observó que 'el puente era más alto de lo conveniente', lo que produciría un apreciable 'desnivel' al unirse con las calles en las que descansaba, por lo que se decidió 'rebajarle 50 centímetros' a los pilares, a lo que 'se opuso el autor del proyecto', el arquitecto municipal Manuel de Cámara y Cruz, aduciendo razones de orden técnico.

Como las obras 'se paralizaron', y nadie era capaz de encontrar una 'solución favorable', el Ayuntamiento solicitó el dictamen del arquitecto provincial, Manuel de Oraá, 'quién informaría lo contrario que el técnico municipal'.

No sería hasta 1892, cuando el nuevo arquitecto municipal Antonio Pintor, "propondría la construcción de un sencillo pero resistente 'puente de acero'", para lo que se pidió presupuestos a Londres y Barcelona, decidiéndose por esta última.


"El 'nuevo y flamante puente', colocado el 12 de julio de 1893, tenía una 'base central de sillería basáltica' y 'dos vanos laterales' de 12 metros cada uno. El 'tablero' estaba formado por 'perfiles y pletinas laminadas de acero', unidas con 'roblones y tornillos'. El pavimento original era de 'adoquines'", aunque posteriormente fueron cubiertos con 'aglomerado asfáltico'. Su coste ascendió a '25.000 pesetas'.

"La nueva construcción sería 'puesta a prueba' en diciembre de 1899, al resistir el 'embate' del 'aluvión de 5 días de lluvias continuadas', aunque la iglesia y varias viviendas de la zona volverían a 'inundarse'". De la misma manera ocurriría en el 'temporal que asoló la Isla en diciembre de 1922', en el que las aguas pasaron sobre el puente, 'inundaron la iglesia', las calles de la Noria y la Vera del Barranco, y 'destruyeron los murallones laterales' que tantos esfuerzos habían costado.

Esta vez, 'las obras de encauzamiento se demoraron' porque hubo que reformar el trazado de los muros de contención hasta la 'desembocadura', con el fin de 'amoldarlos al nuevo puente que se estaba construyendo en la Avenida Marítima', y que se abriría al tráfico el 27 de octubre de 1930. Para poder realizar estas 'infraestructuras' hubo que 'sanear y desaguar' el Charco de la Casona.

Charco de la Casona (1900)

Sin embargo, el 'aluvión' sufrido el día 1 de febrero de 2010, en que las aguas rebasaron el viejo puente y arrastraron hasta el mar sus 'barandas de hierro forjado', dejándolo en estado ruinoso, inducirían al Cabildo y el Ayuntamiento a plantearse múltiples soluciones sobre el puente de El Cabo, incluso 'su desaparición', ya que era el responsable de las inundaciones, sin considerar que este 'patrimonio histórico' estaba catalogado como 'Bien de Interés Cultural (BIC)'.

Después de las obras finalizadas en 2015, 'el puente de El Cabo' ha recuperado la estructura original de acero, al enhebrarle dos nuevas vigas metálicas en el interior de las celosías, y como pavimento se le ha puesto un entablonado de madera.

Hubo que eliminar la base central sobre la que se asentaba, con el fin conseguir mejorar la capacidad de desagüe del barranco, duplicando su caudal, y evitando el riesgo de desbordamiento.


El encuentro entre la calle Padre Moore y la entrada principal del Museo de la Naturaleza y Arqueología, se realiza a través de unos 'podios de piedra natural' que albergan 'escaleras', 'rampas' y 'gradas'.

"El 'puente más antiguo' de Santa Cruz de Tenerife, 'el puente de El Cabo', continúa en su lugar de origen gracias al empeño del entonces 'cronista' de la ciudad, Luis Cola Benítez, quién desde las páginas de este periódico 'apostó por su conservación'".
 
FUENTE: eldia.es

Cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife

Prolijo en datos y reseñas, el artículo me ha resultado magnífico y tremendamente instructivo, pero he de discrepar en algo: el actual puente se parece al anterior 'como un huevo a una castaña'. Lo único idéntico es su ubicación, pero las actuales escaleras, rampas y gradas han roto la vista que se gozaba desde ambas márgenes del barranco, tanto de la Iglesia de la Concepción, como del Museo de las Ciencias y la Naturaleza, cuyas fachadas hoy no pueden verse en su totalidadad al haberse elevado la plancha del puente. Y en cuanto a las barandillas se refiere, diré que me recuerdan la tela metálica de los gallineros. Nada que ver con las de hierro forjado que existían anteriormente. Quizá hayamos ganado en seguridad (no lo niego) pero en cuanto a belleza, estética y calidad, no hay color, pues hasta el desaparecido pilar del viejo puente tenía su encanto, algo que éste no tiene (me refiero al encanto, no al pilar).

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