Ahora que el tiempo ha mejorado
(algo subjetivo, porque el tiempo no es ni bueno ni malo, sólo una
apreciación nuestra) ahora que ha "mejorado", repito, y que, al parecer,
la puñetera ciática me da algo más de cancha, he decidido retomar mis largos
paseos matutinos y descender, desde la parte alta de la ciudad en que
vivo, hasta esa orilla, casi siempre oculta a la vista, de la mar océana.
Mañana soleada en Santa Cruz de Tenerife
Tras
un café guayoyo (herencia venezolana como otras tantas cosas en las
Islas) eché a andar Avenida de Venezuela adelante, continué por la de
Canarias (antaño General Mola) y descendí por la de Bélgica para
adentrarme en el Parque de La Granja.
Parque de La Granja
Lo recorrí diagonalmente casi,
para salir frente al I.E.S. El Chapatal. Me detuve ante su entrada
principal, de enmarañada estructura metálica, cerrada a cal y canto por
mor de las vacaciones estivales, y no resistí la tentación de sacarle un
par de fotos, tanto a la puerta como a las cúpulas.
I.E.S. El Chapatal
Una
vez en el tramo conocido como de los Reyes Católicos de las Ramblas
santacruceras, hice una parada frente a la obra titulada "Ida", de la escultora chicharrera María Belén Morales, dedicada a la memoria de los presos de Fyffes, cuya imagen y placa
explicativa, adjunto:
Monumento a los presos de Fyffes
Alcanzada la rotonda de la República Dominicana, accedí al Parque Cultural Viera y Clavijo. Sus cuidados jardines, las idóneas condiciones del parque infantil y la extrema limpieza del recinto, no consiguieron paliar mi sorda rabieta de impotencia al ver las deplorables condiciones en las que aún se haya su edificio central tras "6 años 6" de mi pública denuncia en este mismo blog:
Retrocediendo
sobre mis pasos, retomé la rambla hasta alcanzar las nuevas escaleras
que permiten acceder a la parte alta del Barrio Duggi, atravesando lo
que, años ha, di en llamar la huerta más pequeña del mundo, remanso de
relax para algún ciudadano que la cultivaba con un mimo exquisito a
espaldas de esa casita, cuya fachada reseñada con el número 57, da a la calle de Ramón y Cajal, y que aun resiste entre altos edificios, aunque ya sin huerta, expropiada en su momento para construir la escalera de marras.
Ya
a la vera del Barranco de Santos pude observar, en la margen opuesta, la magnificencia del edificio del
que fue colegio de La Asunción, hoy Parque "Cultural" Viera y
Clavijo. Teniendo claro que los políticos no se interesan demasiado por la cultura porque no les reporta grandes beneficios, me he permitido la licencia de volver a entrecomillar la
palabra en cuestión, por ver si logra remover un pelín la conciencia de nuestros
gobernantes.
Imagen general del edificio
También fotografié, de paso, el nuevo puente peatonal (pura
herrumbre y cristales pintarrajeados) que a esa altura comunica ambas orillas del
barranco, y lo que queda de la estructura del antiguo.
Continué
mi periplo ciudad abajo, deteniéndome frente al Hotel Escuela y el
vertedero incontrolado que a su lado se encuentra.
Hotel Escuela y vertedero
Pero lo más grave fue que, bajo él, al pie de
verticales paredes, en el mismísimo fondo del barranco, pude ver esto:
Al Excmo. Sr. D. José Manuel Bermúdez Esparza, Alcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de la Muy
Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa
Cruz de Santiago de Tenerife, y a toda su corporación municipal, debería caérseles la cara de vergüenza al
permitir que personas sin recursos vuelvan a habitar, como en los años
de posguerra, las cuevas del Barranco de Santos.
¡¡¡Inadmisible!!!
Con
la segunda rabieta de la mañana al hombro volví a retomar el camino,
cruzando junto al pabellón de deportes Ana Bautista para acceder a la
carretera o viario del Barranco de Santos, por cuya acera descendí hasta
la finalización de la vía al pie del Puente Serrador.
Pabellón Ana Bautista y bajos del Puente Serrador
Pasando bajo él, alcancé el nuevo Puente de El Cabo, aunque a mí me gusta llamarlo el Puente del Gallinero (por lo de la malla metálica de sus barandillas).
Nada que ver, estéticamente, con el antiguo. Es más, sus escaleras han
roto la perspectiva desde ambas márgenes del barranco
de dos edificios emblemáticos: la Iglesia Matriz de La Concepción y el
antiguo Hospital Civil, hoy Museo de la Naturaleza y el Hombre,
situados el uno frente al otro, y que hoy no pueden ser visto en su totalidad.
Nuevo Puente de El Cabo,
Museo de la Naturaleza y el Hombre e Iglesia Matriz de La Concepción
Así
como, a cielo abierto, el revestimiento de hormigón del fondo del barranco (me resisto a
llamarlo lecho porque creo que éste se halla a mayor profundidad) se
halla prácticamente despejado y aséptico, no ocurre lo mismo con el cauce encajonado cercano a la desembocadura. Observo que se van acumulando detritus y basuras más de lo conveniente bajo la Avenida de Bravo Murillo, menguando así la escasa altura que posee.
Cauce del Barranco de Santos
¡Ah! ... Un manantial (si es que lo es) sigue manando agua sin parar al pie de su estructura.
Fíjense en un detalle, el primer pilar no tienen tajamar*, con lo cual,
cuando el agua del barranco baja con fuerza, lo golpea frontalmente y lo deteriora.
(*) Tajamar.- Aparte de ser un término náutico que designa una pieza del barco, se denomina también así la parte que se agrega a los pilares de los puentes, en forma curva o angular, de manera que pueda cortar el agua de la corriente y repartirla con igualdad por ambos lados de aquellas. Estas construcciones hacen que los pilares de los
puentes ofrezcan menor resistencia a la fuerza de arrastre generada por
el agua. También son conocidos como partidores de flujo y suelen colocarse para evitar problemas de erosión y socavamiento en las cimentaciones.
WIKIPEDIA - La enciclopedia libre
Detalle de un tajamar
Hay que ver lo que da de si un buen paseo matutino.
Miguel Ángel G. Yanes