"LA RULETA DE LA VIDA"
¡¡¡NO VA MÁS!!!
*
EL ALBA
La luz, fría aún, persigue
Un vuelo de campanas
Y arrastra tras de si
Seis pájaros silvestres
Que al primer tañido
Abandonaron prestos
Sus confortables nidos.
Apenas dos gaviotas
Transitan por la playa
Dejando tras de si
Huellas tridáctilas
Que las olas intentan
Borrar a cada embate,
Pero no las alcanzan.
El viento deshilacha
Sus crestas, coronadas
De blanquecina espuma,
Pulverizando mar
Como una niebla tenue
De diminutas gotas
Sobre las temblorosas
Soledades del aire.
El sol absorberá
La humedad en el calor
Rotundo de sus rayos
Y dejará una costra
De sal sobre la arena
Que crujirá a los pasos
De tus desnudas plantas.
Pero eso ya será
Cuando el alba transmute
Sus encantos y el día
Avance decidido
A no darnos ni tregua,
Para que ambos luchemos
Codo con codo, unidos,
Persiguiendo incansables
Al huidizo fantasma
Que arrastra tras de si
La libertad.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/04/2021
ISIS SIN VELO
Como si fueran lobos de una manada
Dispersa por las altas cresterías
De lo pagos de Anaga, los perros:
Guardianes, pastores, cazadores, falderos…
De las gentes de la cumbre, aullaban
Sin sosiego a la luna del solsticio.
Despejada y clara, la veraniega noche
Desprendía un olor a brezo, a musgo, a monte,
A naturaleza ebria y desatada
Que lo impregnaba todo, nuestros cuerpos incluso,
Jóvenes cárceles de eternos buscadores
De verdades sepultadas y ocultas.
Rodeamos la ermita hasta alcanzar la imagen
Que sobre una columna de piedra se elevaba,
Blanca y reluciente bajo la luz nocturna,
Como una diosa antigua que aguardase
La celebración, por parte de sus fieles,
De algún arcaico ritual no permitido.
Así que, al unísono, bajo el eco aullador
Que estremecía la piel y los sentidos,
Sin pensarlo dos veces nos postramos
Hincando las rodillas ante Ella,
Ante una imagen de mujer envuelta
En un halo mistérico y sagrado.
La perspectiva nos desveló el secreto.
Cuando la luna llena se apoyó en su cabeza,
Nítida ante el asombro de nuestros ojos vimos
Caer el velo de la Diosa Madre que,
Oculta a lo profano bajo un disfraz de virgen,
Antiquísimas manos colocaron allí.
*
07/03/2021
Miguel Ángel G. Yanes
LIENZOS
Blancas paredes de
cristal:
Heladas sábanas
forman
Un laberinto
De verticales lienzos
a la espera
De un mágico pintor
Que nunca llega.
Son entonces los
leves
Rayos de sol,
heraldos
De un solitario dios,
quienes deshielan
Su perfecta verticalidad,
Y el viento, frío y
cortante,
De la mañana agita,
Cual banderas de paz,
Su inmaculado lino.
Cuando ya penden
secas,
Tibias manos de mujer
Vienen a
descolgarlas,
Doblándolas con mimo
Para arropar el sueño
Nocturno
de los hijos.
*
07/02/2021
EL TACTO
Tenue, un rayo de sol
Atraviesa el cristal,
Sucio, húmedo y frío
Del tragaluz: desnuda
Un cuerpo de mujer,
Que adormecido yace
Sobre un desierto azul.
Resbala por su piel,
Estremecida al tacto
Tímido de la luz.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/01/2021
EXTRAÑA PERCEPCIÓN
La fría mañana invita a
disfrutar
De los lánguidos rayos del
sol.
Asomado al balcón, a siete
metros
De altura sobre la calle
observo
A una señora echando un cubo
de agua
Que al derramarse por el
garaje forma
La nítida figura de un anciano
De larga barba blanca,
puntiaguda
Capucha y capa negra que lo
envuelve.
Me hace señas para que lo
siga.
Perseguir visualmente su figura
A medida que el agua desciende
Por la pendiente rampa,
significa
Alongarme en exceso, mucho más
De lo que aconseja la
prudencia,
Pero a punto de caer al vacío,
el grito
De un cernícalo me hace
retroceder.
Recupero el equilibrio,
escruto el cielo
Y no consigo verlo… tampoco al
anciano.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/12/2020
Sopla y ulula el viento por las grietas
Múltiples e invisibles de la casa, imita
El aullido profundo de los lobos.
Y es entonces cuando ocurre:
Un miedo atávico eriza
El vello de la nuca y recorre
Un escalofrío la médula espinal.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/11/2020
EL ÁRBOL DE LOS TRASTOS
A Miguel Ángel Guerrero
Ocurre algunas veces
Que personas sin suerte
Sin hogar, sin cariño,
Se cobijan y duermen
Al amparo de un árbol
En jardines y plazas.
Ocurre algunas veces
Que las sombras intentan
Ocultar tal dolor
Arropando con mimo
Su triste soledad
A los ojos del mundo.
Ocurre algunas veces
Que el hombre y el espíritu
sagrado de los árboles
Comulgan en secreto.
Surge de pronto un leve
fogonazo de luz.
Ocurre algunas veces
Que se funden, y quedan
Unos restos extraños
Adheridos al tronco:
Un paraguas, un libro,
Unos zapatos viejos...
Ocurre algunas veces
Que de las ramas cuelgan
Los raídos harapos
De algún mendigo, acaso
Del anciano que fuimos
En otro tiempo extraño.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/10/2020
07/10/2020
AGUDA CANTINELA
Apenas raya el alba,
El perrito jodedor
Inicia su monótona
Y aguda cantinela
Que, incansablemente,
Repite hasta que el sueño
Lo vence a medianoche.
Negro, diminuto,asoma
Su pequeña cabecita
Por entre los barrotes
Del balcón y ladra,
Ladra, ladra y ladra
Sin que el agotamiento
Venza la insistencia
De sus cuerdas minúsculas.
El primer día pensé
Que estaría solo, que acaso
Sus dueños no sabrían
De su machacona forma
De protestar ante el dolor
Y la tristeza cruda
De la absoluta soledad.
Pero pasan los días
Y no cesa su ‘canto’
De insistentes ladridos.
Mañana tarde y noche
Repite sin descanso
Su estrofa preferida.
Lo llamo el minúsculo
Perrito de los sordos,
Porque de otra manera
No entiendo que a sus amos
No les rompa los nervios
Como me pasa a mí.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/09/2020
REITERATIVO FIN
Una flecha, una espada,
Una certera lanza,
Una aguja de crochet
O un infarto. Siempre
Una aguda punzada
En el pecho, dio fin
Al sueño de habitar
Un frágil cuerpo humano.
Sin embargo tengo
Que volver a soñar.
No existe para mí
Ninguna alternativa
A este oficio maldito.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/08/2020
LA MERIENDA
La merienda era un pan
Con aceite y azúcar.
Cortabas el pan en
dos
Y en una de sus
mitades
Hundías el dedo
índice
En su esponjosa miga
En su esponjosa miga
Y en el hueco dejado
Introducías luego
Un verde chorreón
De aceite y un puñado
Generoso de azúcar.
Generoso de azúcar.
O a veces una onza
De oscuro chocolate,
Que con la misma
técnica,
El dedo indicador
Enterraba en el seno
De la horneada
harina.
Pero pasado el tiempo
Pero pasado el tiempo
Quedarían atrás
Esas antiguas
técnicas
Y se adoptaron
nuevas:
Abriríamos el pan
Untando sus mitades
Con mermelada, miel,
Tomate o mantequilla.
Y hasta en ocasiones
introduciendo entre ellas
algunas finas lonchas
De embutidos al uso.
En los años más duros
De la posguerra era
La merienda un lujazo
Que tan solo los
ricos
Y sus afines podían
Permitirse a diario.
Con el tiempo la hambruna
Con el tiempo la hambruna
Cedió algo y el pan,
Negro, duro y escaso,
poco a poco, llegó
A las mesas desiertas
De los pobres más
pobres.
En aquella época
El salir a la calle
Comiendo un bocadillo
Era algo que las
madres
Nos tenían prohibido.
Había que comer en casa:
Había que comer en casa:
“No se puede desconsolar
A los que menos tienen”.
Pero nosotros, niños
Pero nosotros, niños
Al fin y al cabo,
siempre
Conseguíamos eludir
Los controles
maternos
Y, sandwich en mano,
(lo de ‘bocadillo’
vino mucho más tarde)
Echarnos a la calle
En un despiste.
Darle un pequeño trozo
A algún buen amigo
Darle un pequeño trozo
A algún buen amigo
O permitirle que
asestara
Algún fugaz bocado
A tu merienda era
Aprender a conjugar
El verbo compartir:
Aprender a conjugar
El verbo compartir:
Una experiencia
Enriquecedora
Que forjaba también
Nuestro carácter.
Si -cosa bastante extraña-
Si -cosa bastante extraña-
Sobraba algo de sandwich
Y nadie lo quería,
El ritual era claro:
Se besaba el pan
(Era el fruto sagrado
Del trabajo paterno)
Y se depositaba
Sobre algún muro,
poyo
O alfeizar de ventana.
O alfeizar de ventana.
Todos sabíamos bien
Que en algún momento,
Cuando nadie mirara,
Alguna otra persona
más pobre y más
hambrienta,
daría cuenta de él.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/07/2020
CUANDO CRUJE
Multitud de sonidos,
Como invisibles trozos
De metralla se estrellan,
Al unísono,
Contra la elástica
Membrana de los tímpanos.
Y aquel mísero ‘impass’
De la batalla acústica,
Aquel lapso minúsculo
Se desvanece al tiempo
Que las ondas sonoras
Avanzan ‘in crescendo’.
Arrasando
Con un furor extraño
Las frágiles fronteras
De este universo
De cristales de sal
Y de silencio.
Es el precio
Que nos toca pagar
Por subsistir
En la ruidosa guerra
En que se agita.
Solo queda soñar.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/06/2020
SILENCIADOS
No se oía ni el vuelo de una mosca,
Cuanto más el de una mariposa
Que con un peso adicional de gotas
Rojas y densas sobre sus alas frágiles,
Apenas conseguía agitarlas
En un suelo cubierto de cuerpos y de sangre.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/05/2020
EL MATINE (*)
Cuando íbamos los domingos al cine
Solíamos hacerlo al matiné
Siempre a la sala más cercana,
A aquel cine de barrio, santuario
Infantil de nuestros sueños, perfumado
De olor dulzón a chicle y aroma de
cotufas,
Con el salobre regusto que en los labios
Dejaban, casi besos, pipas de girasol
O papas fritas en aceite de oliva.
También la crema helada del corneto
En las tres variantes de aquel tiempo:
Vainilla, fresa o chocolate, suavizaba
Las gargantas resecas de gritar y gritar.
O aquel polo de hielo que en principio
Sólo sabía a naranja o limón
Y que a medida que absorbíamos su esencia
Iba perdiendo su luz y su color,
Transmutando la sed en… ¡qué curioso!
No existe antónimo capaz de definirlo,
Pero la hacía desaparecer.
Así pasó la infancia, fugazmente,
Entre cine de barrio, escuela, patio,
calle,
Solar, iglesia, campo de fútbol, plaza…
Y nos fuimos haciendo mayores sin
remedio.
Luego, algo más creciditos, pero críos aún,
Solíamos bajar andando y en pandilla,
Bien por General Mola o Avenida de
Bélgica,
Ya fuéramos al Price, al Víctor, a La Paz
O al más moderno aún: al nuevo cine Greco.
(“Requiescat in pacem” sus cenizas)
Habíamos de llegar con cierto margen
De tiempo a hacer la cola que, otrora,
Se tornaba gigantesco tropel
De piernas, brazos, gritos, empujones,
Que con su brío estaba siempre a punto
De volcar el buzón de las entradas
Y arrastrar al portero cine adentro.
En la fiera carrera por llegar
Los primeros para tomar un sitio,
Tropezones, codazos, aspavientos…
Aún ocupadas todas las butacas
La algarabía en la sala era tremenda.
De repente tres agudos timbrazos
Nos llamaban al silencio y al orden,
Atenuaban la luz y en la penumbra
Se abría toda la magia de la linterna
mágica.
Entre el NO-DO y la película eran
Como dos horas de emoción y de asueto,
Y a mitad de sesión un intermedio
Quince minutos a lo sumo, creo,
Para correr, en tropel otra vez,
A por refresco, helado o golosinas.
Una vez en la calle, ya acabada
La función matiné, aún nos quedábamos,
Antes de regresar de nuevo a casa,
Remoloneando un rato por la Rambla.
Emulando a los héroes de la pantalla,
Inflamada nuestra imaginación
Por sus emocionantes aventuras,
Corríamos, saltábamos, gritábamos…
Éramos generales, cosacos, turcos,
indios,
Cruzados, piratas, vaqueros o romanos
Que no querían rendirse a la rutina
Del hogar y las normas de la vida.
Miguel Ángel G. Yanes
(*) matiné (del francés “matinée”).- Fiesta,
reunión, espectáculo
que tiene lugar en las primeras horas de la tarde.
*
07/04/2020
YA ERES MAR
Tu tristeza
oculta
se derrama
incolora
sobre el mar
-gran charco
de verdades-
y mi alegría
absurda
te busca
encaramada
en las rocas
sin alma
de la orilla.
Es inútil:
ya eres mar,
verso salobre
que corre
tras las olas,
y yo
falsa sonrisa
de arena.
*
07/03/2020
LA MANO VEGETAL
*
07/02/2020
PROTECTOR
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/01/2020
LA RAÍZ DEL ALA
¿Cómo es posible qué
*
07/12/2019
SOLO SE ESCUCHAN MIRLOS
*
07/11/2019
PERDIDOS
La hojarasca recubrirá el sendero.
*
07/10/2019
LUZ OTOÑAL
Suave, tibia, la húmeda luz del otoño
Ilumina esos bosques brumosos
Que el viento ya desnuda.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/09/2019
ESCONDERSE DE UN DIOS
No son leves vilanos,
*
07/08/2019
AGONÍA MECÁNICA
07/03/2020
LA MANO VEGETAL
Una curiosa mano de algodón flotaba,
Esponjosa y perfecta –cinco dedos exactos-
Entre las secas ramas del toborochi; era
La manifestación -pensé- de una conciencia vegetal
Haciéndonos partícipes del misterioso
Y fugaz nacimiento revelador del fruto,
Que encerrado en su seno despertaba
A los ojos atónitos del hombre,
Absorto, embelesado, convencido
De que en el árbol, tal cual decían los abuelos,
Invisible moraba un viejo espíritu
Y que la mano física guardaba
También en su interior un íntimo
Secreto: el oculto fulgor de la semilla.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/02/2020
PROTECTOR
Un perro rojo y blanco,
Tubular,
De simétricas curvas,
Recias patas,
Romo hocico manchado
De carbón
E inaprensibles
Orejas,
Con ladrido metálico
Despierta
A todos los seres
Del universo
Bidimensional
Que en la pantalla
Del ordenador habitan.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/01/2020
LA RAÍZ DEL ALA
¿Cómo es posible qué
Tras innumerables
Eones
De haber perdido
las alas,
Puedas sentir aún
Puedas sentir aún
Dolor
Físico en su raíz
Cuando en los sueños vuelas?
Físico en su raíz
Cuando en los sueños vuelas?
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/12/2019
SOLO SE ESCUCHAN MIRLOS
La musicalidad de la mañana
mengua
Día tras día desde hace ya
unos años.
El canto de los pájaros se
apaga
Poco a poco a medida que el
tiempo
Fugazmente acelera su ritmo
y nos condena.
Tiembla el amanecer iluminando
heridas.
Solo se escuchan mirlos,
grandes pájaros negros
De aflautado gorjeo que se
han hecho
Indiscutibles dueños de
parques y jardines.
Ya no se oye el canto de
otras aves silvestres
Que antaño despertaban, con
sus agudos trinos,
La perezosa luz tibia de la
mañana:
Gorriones, canarios,
carboneros,
Herrerillos, milleros,
petirrojos…
Solo se escuchan mirlos
cantando en las orillas
Del alba, incluso antes,
cuando la noche aún,
Oculta en las farolas
urbanas hace creer
Con su artificial
luminiscencia
A estas aves oscuras, que
ya es de día y silban
A pleno pulmón su hermoso
repertorio.
Solo se escuchan mirlos
porque el resto
De pájaros urbanos han
desaparecido
Víctimas del estrés, la
contaminación, el ruido.
Y la ciudad se ha vuelto,
de repente,
Mucho más triste y gris,
envuelta en una absurda
Y cacofónica rutina de mil
ruidos
A la que solo salva ese
sonido mágico:
El melódico canto de los
mirlos.
Última llamada de atención
A unos seres que creen a
pie juntillas
Ser dueños y señores, los
puñeteros amos
De un mundo ajeno que no
les pertenece.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/11/2019
PERDIDOS
La hojarasca recubrirá el sendero.
Nos perderemos. Seremos solo sombras
En un bosque sin fin.
Miguel Ángel G. Yanes
En un bosque sin fin.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/10/2019
LUZ OTOÑAL
Suave, tibia, la húmeda luz del otoño
Ilumina esos bosques brumosos
Que el viento ya desnuda.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/09/2019
ESCONDERSE DE UN DIOS
No son leves vilanos,
Son ángeles minúsculos
Girando sin cesar
Girando sin cesar
En torno de una flor
Fucsia de bounganvilla:
Un disfraz de papel
Con el que otra criatura,
Con el que otra criatura,
Transparente y minúscula
Como ellos, intenta
Esconderse de un dios
Colérico y terrible
Que le había prohibido,
Por encima de todo,
Descender a este mundo
Para que no supiera
Del placer y el dolor
Que la materia encierra…
No fuera a rebelarse.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/08/2019
AGONÍA MECÁNICA

Rugiendo
Con absoluta desesperación
Atufa la avenida
De aceitoso humo azul.
Los viandantes protestan
Ante la densa nube
Que los envuelve y pugnan
Por dejar de toser.
Pero el motor exprime
Sus últimos alientos.
Tose también,
Cansado y jadeante.
Un chirrido metálico
Augura su inminente final.
Está cercana
La muerte del motor.
Un colapso mecánico
Le fundirá de pronto
Las entrañas y entonces
Morirá sin remedio.
Se parará sin más.
Dejará de latir
Su frágil corazón
De combustión interna.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/07/2019
EL FUGAZ ATAQUE DEL CERNÍCALO
Como una estrella solitaria y oscura
Prendida en el azul del mediodía,
Inamovible, estático, cernido
Sobre el extraño territorio de caza
De la ciudad, atisba, con su aguda mirada
De ave de
presa, patios, balcones, azoteas,
Antes de dejarse caer -fugaz como una flecha-
En pos de un pajarillo que gorjeaba
Tras los delgados barrotes de su celda,
Creyendo que aquella triste ergástula,
Aquella pequeña prisión de alpiste y agua
Protegería su vida para siempre.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/06/2019
LA ISLETA (FRAGMENTO)
(Desde Tenerife, en la distancia)
Vista desde la altura
Del campus universitario
De Guajara, La Isleta,
Allá en las latitudes de Gran Canaria,
Iluminada, nítida,
Es un camello de tres gibas al sol
Echado en las salobres
Soledades de un desierto marino.
Arena, espuma, roca;
Avanzadilla de isla su silueta
Sobre el sereno Atlántico,
Recostada en la pared naranja
Del horizonte aguarda
A que la estrella matutina cree
Un oasis de luz
Donde calmar la milenaria sed
Que su garganta abrasa...
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/05/2019
EL ANTIGUO GUARDIÁN

A Laura, Ángel y Alejandro
Apenas eran niños
Cuando, al alba,
Los llevé a conocer
Al antiguo guardián
Una mañana gélida.
Bajo la blanca lluvia
De un almendro dejamos,
Fría y desnuda,
La carcasa metálica,
De un invernal letargo
Rescatada.
Y subimos a pie,
Serpenteando
Las puntiagudas jaras,
En pos de las alturas
Donde el espíritu
De la montaña mora.
Aplastando
La humedecida hierba
Con sigilo,
Con un temor
Casi reverencial.
Apenas
Se escuchaba el sonido
De nuestros corazones
Hecho vapor al ritmo
De la respiración.
Nos enhebraba,
En la mágica luz
De aquel paisaje,
Con un sinfín de agujas,
la niebla, paso a paso.
Hasta que al fin pudimos
Alcanzar,
Alcanzar,
Ateridos, exhaustos,
La pétrea soledad
De la atalaya.
Tocar la ajada piel
Del viejo centinela,
Hecha jirones ya
Como una vestidura
Que el tiempo no perdona,
Fue un arrebato mágico.
Lo pudimos sentir
Lo pudimos sentir
Fluyendo en nuestros cuerpos,
Haciéndonos partícipes
De su dura misión…
De sus secretos.
Alzando al cielo
Los venablos formamos
una pirámide
De luz y de madera,
Y frente a su disfraz
De eucalipto juramos,
Defender nuestros sueños
Defender nuestros sueños
Con ahínco.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/04/2019
LLOVIZNA
Serena, mansa, lenta,
Sin viento que rompa
Su verticalidad,
La finísima lluvia
Desciende
Para resbalar luego
Por la acusada pendiente
De los toldos
Y formar gruesas gotas
Que en un jarro de plástico,
Un infante,
Con esmero, recoge.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/03/2019
TEMOR DE UN SER ABYECTO
(A todas las mujeres maltratadas)
Maldito sea este día
En que la aurora
No logra amanecer.
Acurrucada, oculta
Tras los muros de un miedo
Visceral no se atreve
Ni siquiera a salir.
Teme ser golpeada,
Asesinada incluso
Por la mano de un “dios”
Furioso y vengativo
Que no transigió nunca
Con el fulgor sagrado
De la feminidad.
Aqueste ser oscuro,
Dueño y señor de nada,
No quiere permitirle
Que brille, así que intenta
Con violentas maneras
Arrastrarla a un infierno
De dolor y de espanto.
Pero será el destello
Mágico de la luz
Quien lo venza y lo ciegue,
Y maldiga por siempre
La cobardía terrible
De quien fue concebido
En vientre de mujer.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/02/2019
RIPIOS INÚTILES
Si en vez de con veinticuatro palabras,
Puedes decirlo solo con doce, ¡hazlo!
Nunca te adentres en un oscuro bosque
De vacuidad sonora, porque en él
La idea original se difumina.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/01/2019
LA DELICADA HEBRA
Como todos los días de su
vida iba
Hilvanando versos
mentalmente
Mientras paseaba por las
calles del barrio.
Y por primera vez en
muchos años
Vio tu rostro enmarcado
en la ventana
Azul celeste de tu lejano
cuarto.
Un escalofrío le recorrió
la espalda
Cuando no pudiste
reconocer
Al hombre que te amaba
desde que el tiempo existe.
Sintió romperse entonces la
delicada hebra,
Ese frágil vínculo que ataba
Tu corazón de miel,
mujer, y el suyo.
Ya no estabas allí, en
aquel cuerpo
Que en la lejana juventud
amó
Con toda la pasión de sus
sentidos.
Como si hubiera cumplido
de repente,
Cien o doscientos años, volvió
sobre los pasos
Lentos y torpes del
anciano que habita.
Llegó a casa y guardó en
un lugar secreto
Aquel anillo de plata que
le diste,
Aquel pico de águila
dormida.
Aquel símbolo mágico y
sencillo
Que adornó su mano en tu
memoria
Con la esperanza de
volver a encontrarte.
Ya no ha vuelto a salir a
recorrer las calles.
Va a esperarte aquí junto
a esa puerta
Que separa los mundos. No
tardes mucho más…
¡Le puede el frío!
Miguel Ángel G. Yanes
*07/12/2018
EL SUMMUN DE LA LUZ
Fría aún, la luz,
Derramándose casi
Como un líquido denso,
Con lentitud desciende
Desde la cumbre al valle.
Pausadamente baja
Por la helada pendiente
De la montaña, busca,
Reptando por su alba
Dureza de cristal,
Alcanzar el summun
De su fulgor, posarse
Sobre el suave temblor
De los trigales verdes,
Para dorar sus granos
Llenándolos de sol
En el exacto sur,
Del mediodía.
Miguel Ángel G. Yanes
07/11/2018
EMBALSE DE CAZALEGAS - TOLEDO
Una extensa llanura de agua
plácida
Como un cristal fulgente donde
el sol
Reverbera al ocaso y tiende un
puente,
Con su mágica luz, de orilla a
orilla.
Densa y feraz vegetación recubre
Sus márgenes con zarzas,
carrizales,
Bellos cañaverales, espadañas…
Toda suerte de ribereñas plantas
Y altos árboles de porte
majestuoso:
Álamos, olmos, chopos; algunos
sauces
De llorosas copas, empeñados
En contribuir al cauce del
pantano
Con el verde brillante de sus
lágrimas.
Una compacta bandada de ocas
huye
Graznando aguas adentro,
perseguidas
Por el instinto cazador de un
perro que,
Nadando apenas como puede,
intenta
Darles un muerdo a modo, sin
saber
De la mala gandinga de sus
picos.
Un antiguo embarcadero, herido
Por la pátina roja de la
herrumbre,
Con un esfuerzo ímprobo se
adentra
En las aguas someras del pantano.
Sueña con hundirse para siempre
y yacer
En la profundidad oscura de su
vientre.
En la ribera opuesta,
difuminadas casi
Por la densa vegetación lacustre,
Las casitas de Serranillos brillan
Bajo las crestas lejanas de la
sierra.
La tarde muere lenta, consumida
En las últimas ascuas de la luz.
Un águila real, solitaria planea
Bajo un cielo que ya es plomo y
ceniza.
Laura y Duque (septiembre de 2017)
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/10/2018
ENTRE LAURELES, SUEÑA
Dormida entre laureles, la mar, serena, sueña
Con tropicales selvas de húmeda sombra herida
Por un rayo de sol que la atraviesa,
Y elefantes enanos que recorren,
Lentos y silenciosos, sus intrincadas sendas.
Con monos aulladores, harpías, anacondas,
Canguros, demonios de Tasmania,
Panteras de las nieves, osos panda,
Leones, jirafas, gorilas de montaña,
Cóndores, bisontes, pumas, lobos,
Ornitorrincos, koalas, kiwis, dingos,
Pavos reales, Orangutanes, tigres,
Rinocerontes, dragones de Komodo,
Y toda suerte de extrañas criaturas
Que no nacieron de su salobre seno.
Cuando, de pronto, un ruido de turbinas
Deshace su rotunda soledad,
Rompiendo en mil pedazos la estructura
Mágica y cristalina de aquel sueño
Que flotaba en mi forma de mirar.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/08/2018
BOMBARDEO NOCTURNO
Cuando la luz estalla
Con un fragor de trueno
Y arden las almas puras,
Frágiles e inocentes
De los niños del mundo,
De los niños del mundo,
El hermano gemelo
De ese dios innombrable
Hace una nueva muesca
En su avión de combate.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/07/2018
ESCULTOR DE FIGURAS FUGACES
Tallando transparentes
Bloques de hielo azul,
Con sus rugosas manos
Y un antiguo cincel
De bronce, golpeado
Con delicada fuerza
Con delicada fuerza
Por la herrumbrosa cabeza
de un martillo ancestral,
Creó mágicas formas,
Figuras increibles,
Nítidas y fugaces,
Que morían al paso
Ávido de la luz,
Sedienta de agua helada.
Sedienta de agua helada.
Miguel Ángel G. Yanes
*
*
07/06/2018
NOCTÁMBULOS
Por los bordes del alba,
Como cucarachones
Ávidos de beber
Algunas gotas de rocío
Que el desierto olvidara
Sobre la curvatura
De sus resecas dunas,
Tambaleantes borrachos,
Fieles trasnochadores,
Vienen dando traspiés
Con sus gargantas secas
Como papel de lija.
Miguel Ángel G. Yanes
Como papel de lija.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/05/2018
SOBRE LA SOLEDAD
El alba está manchada de carmín.
La huella de tu beso flota sobre la mar
que en la distancia reverberante fulge.
Mis manos, temblorosas gaviotas,
Revolotean inquietas sobre el cristal
Buscándote con desesperación.
Pero tú ya no estás.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/04/2018
FUGACIDAD
La vida es un destello fugaz,
Apenas
nada, y cuando, ávidos,
Los
ojos intentan atraparlo,
Ya
no existe.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/03/2018
INVOCACIÓN
¡Azrael! Ángel Oscuro, acude a mí.
Con tu afilada guadaña corta en dos
Mi corazón humano, y regresemos.
(He abierto el sobre en que guardaba,
recortadas en cartulina negra,
todas las letras del alfabeto hebreo)
(He abierto el sobre en que guardaba,
recortadas en cartulina negra,
todas las letras del alfabeto hebreo)
álef-bet (אָלֶף-בֵּית)
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/02/2018
UN SISTEMA BINARIO
Los boliches de acero
Se me antojan planetas
Flotando sobre un mar
Helado de mercurio.
El sol es la mirada
De una niña que absorta
Apenas pestañea
Contemplando el misterio
De aquel sistema único
De esferas rutilantes:
Dos estrellas azules
De magnitud idéntica
Dan luz al universo
Mágico de sus sueños.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/01/2018
AMAGO DE ELECTROCUCIÓN
No era la lámpara de Aladino, ¡no!
Era lámpara eléctrica de mesilla de noche
E iluminaba el cuarto de mi infancia,
Al que un ventanuco junto al techo apenas
Dejaba llegar la luz hasta la cama.
Era tarde de invierno, la recuerdo
Con esa oscuridad de nubarrones.
Amenazaba lluvia, tal vez hielo.
Hacía mucho que ya no granizaba.
Era una calma tensa, húmeda, quieta,
Densa y pesada, a punto casi
De desplomarse de golpe y aplastarnos.
Era ritual sagrado en mi familia
Dormir la larga siesta con pijama.
Después del cotidiano zafarrancho
De recoger la mesa y la cocina,
El silencio reinaba desde el patio
Al rincón más profundo de los cuartos,
Roto tan sólo por los pájaros
Y el apagado ronquido del abuelo.
Me obligaban a ello, pero nunca
Conseguía dormirme a media tarde.
Así que cuando todos parecían descansar,
Echaba mano, raudo, a mis tebeos
Y pasaba ese rato, convertido
En Jabato o en Trueno, siempre en lucha
Con malvados villanos y asesinos,
Protegiendo a los pobres y a los débiles
De dragones, de lobos y de amos.
Aunque esa tarde oscura lo impedía.
Por lo que decidí encender la vieja lámpara.
Pero se negó en redondo a iluminarme.
Agarré con la zurda su pie helado
De brillante metal, y con la diestra
Intenté hacer girar, haciendo fuerza,
Su cansada bombilla por si acaso
Estuviese la rosca un tanto floja.
Pero aquel intento de obligarla a lucir
A toda costa, no fue muy buena idea.
En el acto, con sus ciento diez voltios
Y no sé qué montón de amperios vino,
Con su furia maldita, la corriente,
A recorrerme con prepotencia el cuerpo:
Desde las uñas de mis pies helados
A las erizadas agujas del cabello.
Y atrapado quedé, como una mosca
Con las patas metidas en la miel.
Grité y grité, al sentir que no era dueño
De mover ambas manos a mi antojo,
Que una cuerda invisible las ataba
Y un extraño temblor me sacudía
Como una fiebre helada que quemara
Mi corazón, mis labios, mis sentidos.
La siesta familiar saltó en pedazos
Y acudieron de golpe a socorrerme.
La primera en llegar, como hacía siempre,
Fue mi abuela Melania. Vano intento:
Tirando de mis hombros con ahínco
quedó presa conmigo de aquel genio
Furioso e invisible de la lámpara.
El abuelo gritó. Su voz metálica
Sacudió las paredes de la casa.
Acto seguido cesó el temblor y pude
Librarme de una vez del maleficio,
Al igual que la abuela, en un instante
Que para mí fue mágico y acaso
Para el resto de la familia; todos
Sin excepción, lloraban y reían.
Me abrazaron, me besaron, me apretujaron…
Y en cuanto pude, huí de su vorágine.
Intenté borrar el susto de mi cara
En el chorro de agua del lavabo,
Pero apareció, de pronto, en el espejo
El rostro de otro niño, pálido,
Despeinado, de cárdenos labios
Y ojos desorbitados, al que no conocía.
Más asustado aún de lo que estaba,
Eché a correr como alma que se llevara el diablo.
Más tarde supe que no había sido el grito
Rotundo del abuelo, quién había puesto fin
A aquel suceso ya de por si dramático,
Sino el atento oído de Doña Aurelia,
Casera y vecina al mismo tiempo,
Casera y vecina al mismo tiempo,
A la que Dios tenga para siempre en La Gloria
(si es que tales cosas aún existen)
Y a la agilidad de su mente y su mano...
Retirando “los plomos” al instante.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/12/2017
ÁRBOL MUERTO DE FRÍO
Unas manos de hombre
han rasgado tu piel,
y un río tembloroso
de savia sin destino
baja verticalmente
por tus heridas largas.
Tu quejido es tan débil,
tan sutil, tan distante,
que el pétreo corazón
de infames manos,
poblado de clamores,
no escucha tu murmullo.
Blanca y pura, tu carne,
desnuda ante el invierno
-transparente tristeza-
deja ver la impotencia
de tus helados brazos.
He sentido latir,
aún viva entre la hierba,
la tibia vestidura
de un sueño vegetal,
muriendo gota a gota
de la sangre distante
que acaso busca el mar.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/11/2017
PUESTA DE SOL EN PUENTE DE VALLECAS
Con
evidente peligro de salir rodando por la acusada pendiente de una teta,
de las siete que tiene el Cerro del Tío Pío en el distrito madrileño de
Puente de Vallecas, logré hacer la foto que encabeza el poema... Soy la sombra.
(A Iván, Laura y Maki)
El sol -naranja intenso- se va hundiendo
En la invisible marea que añoramos.
Es un ansia vital, una constante,
Buscar ese horizonte salobre que define
Nuestra rotunda identidad isleña
Bajo el perpetuo chirriar de las gaviotas.
Pero esas formaciones que atraviesan
El cielo azul, levemente grisáceo,
Bajo el que, Madrid, a nuestros pies se agita,
No son aves marinas. Nunca vuelan
En formación compacta sino anárquica
De ruidosas guerreras oceánicas.
Esas aladas flechas que ahora cruzan
Justo ante nuestros ojos, a una altura
Tan elevada y fría que no llega
Su profundo graznar a los oídos,
Son bandadas de anátidas buscando
Un humedal donde encontrar cobijo.
Con el peso de Osiris a la espalda,
Vencida ya, la luz se desvanece
Con una lentitud exasperante.
Desciende con su carga a los infiernos
Cumpliendo con el rito diario de morirse
Para poder resucitar al alba.
A medida que la noche se abate,
La ciudad va generando un pulso,
Un latido constante que le aporta
La luz artificial con la que vence
A la rotunda y densa oscuridad,
Que, aturdida por su fulgor, claudica.
Un carrusel de magia y de color
Y una multitud de almas, sostenidas
Algunas por estructuras físicas, y otras
A las que ya no les resulta necesario,
Giran y giran sin parar, dan vida
A la gran urbe que titila y palpita.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/10/2017
CÓSMICA UNIDAD
La soledad se nutre de la ausencia
Y forma una burbuja helada y silenciosa
En cuyo centro habitas, esperando,
Como si de una pompa de jabón se tratase,
Que de repente estalle y te libere,
Porque tus manos no alcanzan a rasgar
Sus lejanas, transparentes paredes, que
Con cada latido se alejan más de ti.
Habrá de ser alguien de fuera quien las rompa
Con aguijón de insecto, garra o pico de ave
Para formar contigo -sombra y luz-
Un eje sideral de geometría:
Una línea sigmoidea en cuyo centro
Imperceptible y frágil, gire y gire
La eternidad, creando con sus pulsos
La cósmica unidad del universo.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/09/2017
NO SABEMOS CÓMO HA SIDO, PERO...
Está otra
vez aquí, en nuestras propias manos,
En la piel
de los párpados, en los resecos labios
Arrancando
palabras de las simas del alma,
Haciéndolas
fluir, incandescentes,
Hacia el
cráter abierto en la garganta
Con el hálito
ardiente de la respiración.
Gritando a
voz en cuello verdades indomables.
O
escribiendo en paredes resecas y desnudas,
Con los
dedos teñidos de pintura y de sangre,
Versos
insobornables que en el pecho palpitan;
Aporreando
con rabia las ventanas
-inútil
insistencia de las heridas manos-
De esta
ciudad drogada, adormecida
Por el vaho
nocturno que la aturde,
Intentando
avisar a los durmientes
De un
milagro vital… ineludible.
Pero el
sueño es tan denso, tan profundo
Que no escuchan el eco retumbante
De una
manada salvaje que se acerca:
Libres
garañones de cascos sin herrar,
Golpeando
la tierra con denuedo
Regresan de
la propia eternidad.
Caballos
desbocados de largas crines rojas
Y negros,
sudorosos, oscuros cuerpos hechos
De
libertad y de sueños, a galope tendido
Atraviesan
las puertas lumínicas del alba.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/08/2017
LOS DRAGONES DEL ALBA
(A Alejandro, Ángel y Laura)
Fue su primer amanecer; jamás
Habían sentido la descarga, el golpe,
La sacudida energética que aturde
Los sentidos y muestra, tras un velo
Irracional, la magia, lo prohibido:
La desintegración de la razón
Mostrándoles, durante unos instantes
Una grieta sin tiempo en la que flotan
Los universos múltiples que habitan.
Límpida y fría, la transparencia
De la mañana aún se hallaba en ciernes,
Fraguando su esplendor sobre la oscura
Soledad de las aguas, cuando un grito
Común les hizo alzarse de pronto al ver
Monstruos marinos que de la mar brotaban.
Con las primeras luces se agitaron
Sobre la soledad salobre los dragones
Metálicos del alba, gigantescas,
Terribles criaturas que, de pronto,
Antes de alzar el vuelo transmutaron,
Sin saber por qué y cómo, en grandes barcos:
Petroleros al uso hechos de acero,
De silencios cuerpos que quedaron
Prendidos al amparo de la rada,
Mientras ellos, sonrientes, admirados,
Aún se preguntaban qué habían visto.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/07/2017
LA COLERA, ERROR DIVINO
Como si en las alturas
Alguien hubiera abierto
Miles de cataratas,
Llovió toda la noche
Sin cesar; todo un río
Vertical derramado
Desde la inmensidad.
La mañana siguió
Con el aquel diluvio
De fuerza indescriptible,
Hasta que pudo el sol,
Al mediodía casi,
Abrir un hueco en medio
De las oscuras nubes
Y derramar su luz
Sobre la tierra henchida
De lluvia y de esperanza.
Cesado ya el despliegue
De la naturaleza,
Un anciano sonriente
De cabellera extensa
Y luenga barba cana,
Sentado en una roca,
Feliz y ensimismado,
Contemplaba su obra,
Frente a un espejo líquido
Que el cielo reflejaba,
Cuando un ruido lejano
Vino a romper la paz
De aquel perfecto instante.
Un joven, con su moto
Cromada y refulgente,
De potentes caballos
Con sonido metálico,
Cruzó a toda pastilla
Sobre el charco infinito,
Y una ola de barro
Cayó sobre el anciano:
Salpicó su cabeza,
El arrugado rostro,
La descuidada barba,
Su ropaje y los pies
Delgados y desnudos,
Como si fueran naúfragos
Aferrados al cuero
De sus sandalias viejas.
Colérico. Alzó el brazo
Y de la punta helada
De sus huesudos dedos
Brotó, fugaz, un rayo
Que alcanzó al motorista
Antes que lo engullera
La distancia. Y un trozo
De carbón aferrado
A una amalgama
De hierros retorcidos,
Fue el único vestigio
Que quedó, pendulando,
Sobre la incierta línea
Del horizonte: un caos,
Que oscureció, de pronto
La azul luminiscencia
De aquel planeta mágico.
Y cuando el viejo quiso
Volver a hacer la luz
Sobre ese mundo suyo,
Ya no le fue posible.
Las sagradas palabras
Ya no le funcionaban.
Su voz había perdido
El poder de crear.
Y la eterna penumbra
Se adueñó para siempre
De aquel sueño lumínico
Que él mismo condenó
Con su cólera infame.
Solitario, incompleto,
Preso de angustia y miedo
Lloró de rabia y pena:
La mitad de si mismo
Yacía calcinada
Entre los humeantes
Vestigios de la máquina.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07/06/2017
EN UN RINCÓN DE LA SELVA AMAZÓNICA
En el húmedo vértice
de la piedra lunar
resbalaron mis dedos
hacia tu soledad,
y un mensaje perdido
por los labios
de algún dios vegetal
cobró vida en mis sueños.
Sospeché que un secreto
ancestral se rompía
para colmar un ansia:
la de ser ese sesgo
de luz que atravesando
un mar frío y galáctico
cobra vida en tus ojos
con cada amanecer.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-05-2017
ATARDECER DE IGUESTE
(Robo un trozo pequeño del secreto nocturno)
Golondrinas de mar
de cristalino pecho:
saetas de la tarde.
Sus alas puntiagudas,
tímidas pinceladas
oscuras del reverso,
traspasan -un suspiro-
la bóveda celeste,
ahora engalanada
de malva y de silencio,
y se clavan al sueño,
imperio de la noche,
que resbala silente
por mi pecho.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-04-2017
ESPEJO Y TIEMPO
El silencio es la luna de un
espejo;
El sonido, por contra, sus
pedazos
Cuando de pronto caen de un
golpe dado
Y sus añicos se esparcen por
el suelo
Como un veloz repique de
campanas.
Hay una magia extraña en su
tañido:
Una escueta secuencia que
acelera
Los ritmos de la vida unos
instantes
Para romper los velos que
recubren
Ese eterno secreto que los
hombres
Hemos llamado tiempo, y que
los dioses,
Algo más sabios que nosotros
dieron
En ponerle por nombre
eternidad.
Porque no pasa el tiempo, queda
Inmutable y eterno. Solo fluye
Para nuestros sentidos que no entienden
Que somos los humanos, criaturas efímeras,
Quienes, fugazmente, flotamos sobre él.
Porque no pasa el tiempo, queda
Inmutable y eterno. Solo fluye
Para nuestros sentidos que no entienden
Que somos los humanos, criaturas efímeras,
Quienes, fugazmente, flotamos sobre él.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-03-2017
LA VIEJA CASONA
desde el borde del
búcaro,
la tarde somnolienta.
Húmeda niebla hiende
la textura naranja
y aprisiona, con
lentitud,
las formas detenidas
en el enmarañado
jardín de los olvidos.
Una similitud extraña de
medidas
se conjuga en las líneas
de la vieja casona.
Ciento cuarenta y cuatro
varillas de metal
amarillean el paño
de la tapia blanquísima,
cuya profundidad
divide en sí la anchura
del frente y las
espaldas.
Tres metros y catorce
centímetros
entre techos y suelos,
planta tras planta así
hasta el mágico
triángulo
del desván, donde ahora,
bajo un velo de polvo,
con sus hilos enhebran
las arañas,
coordenadas de tiempo,
rescatando,
del silencio ancestral,
ritos prohibidos.
Las puertas, todas,
dan medidas exactas
de camposanto y miran
la muerte desde el
centro
de sus almas dormidas.
El ojo circular de su
frente,
un instante
cegado por el rayo que
en mitades
ha cortado la niebla,
deja escapar un último
destello
desde una esquirla de
cristal,
milagrosamente
al párpado aferrada.
Doce ventanas tienden
un sueño roto de
cristales al sol
mientras las tejas
resbalan en silencio
una tras otra y quedan
oscilando en el borde
quebrado del alero.
Los pájaros detienen
su vuelo en las entrañas
abiertas, y en las vigas
de tea y en las huecas
heridas de su carne
anidan y gorjean.
Un lento ronroneo
vigila sus quehaceres.
La tarde
ya no da más de si.
Se abisma en el mutismo
de unos labios
como puñales fríos.
La casona se pierde,
nocturna, entre las
sombras.
Sólo brillan los ojos
refulgentes del gato
que ha cambiado la curva
de la boca del búcaro
por la rama de un árbol.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-02-2017
LA MUJER DE LAS FUENTES

(A ella misma)
La rítmica cadencia
del agua golpeando
sobre la piel del agua.
Las ramas de los árboles
trenzando en las alturas
una cúpula verde
que adormece el anillo
circular de la plaza.
Un rayo de sol tibio
pugnando por hundirse
bajo la sombra tenue
de las hojas.
En franca algarabía,
gorriones, loros, mirlos,
tórtolas y palomas,
y algún grito de niño,
rompen en trozos múltiples
el cristal que envolvía
la silenciosa
tristeza del templete,
despertando recuerdos
diluidos
en el acuoso mirar
de los ancianos.
Veo llegar de lejos
una figura
familiar que no logro
ubicar con acierto.
Esta memoria mía
va perdiendo neuronas
a medida
que el tiempo amarillea
con rabia mis papeles.
¡Ah! ya sé:
la mujer de las fuentes.
Viene a cumplir el rito
diario de bañarse,
ajena por completo
al mundo que rodea
el borde de su mundo.
Se desnuda despacio;
el cuerpo ofrece
a la dulce caricia
del agua y no me advierte
siquiera a cuatro pasos,
haciéndome partícipe,
sin querer, de un secreto
que a diario trasluce
y nadie entiende.
Sólo vemos un cuerpo
desnudo de mujer
en una fuente
y absortos lo miramos
y absortos lo miramos
sin comprender,
en realidad, qué ocurre:
Ella conserva aún
en realidad, qué ocurre:
Ella conserva aún
la relación, la magia
que nosotros
-absurdos habitantes
de la prisa-
perdimos en las grietas
difusas de algún sueño.
La mujer de las fuentes
siente un ansia,
una atracción,
irresistible acaso
y no puede pasar
junto al murmullo
encantador del agua
sin sentirlo en el cuerpo.
Necesita
que golpee su frente,
que resbale
por sus ojos y labios,
por sus senos y pubis,
por sus muslos;
que su energía penetre,
a través de su piel,
hasta la roja esencia
de los huesos
y ser una con ella,
ajena a mí
y a todo el universo.
Como una ninfa espúrea
es una estrella
de luz húmeda y quieta,
fascinada en el tacto
del agua, adormecida
en el rayo de sol
licensioso que intenta,
resbalando
por los tejados fríos
penetrar por el hueco
resbalando
por los tejados fríos
penetrar por el hueco
de las arbóreas copas
y abrazarse a su cuerpo
en un descuido.
Ahora me ha mirado
desde la lejanía
profunda de sus ojos
y un ligero destello
me ha hecho cómplice suyo
para siempre.
Dos loros colilargos
captan por un instante
mi atención en un vuelo
de estridencias que asusta
a los laureles. Siento
en el aire su pálpito
mientras espero
a mi mujer y a mi hija
que ya descienden
por el rayo de sol
hasta mi encuentro.
Al girar la cabeza
la mujer ya no está.
Sola, canta la fuente,
y en la arena,
húmedas huellas van
persiguiendo silencios
de lejanos jardines.persiguiendo silencios
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-01-2017
EL JARDÍN ENCANTADO
Quedan los rosales envueltos en la niebla
-húmedo beso, sin labios, del invierno-
los pétalos, a tientas, persiguiendo
alas de mariposa, luces furtivas
que juegan a esconderse. Y la tarde,
cayendo temblorosa, cubre las alamedas
con gotas de silencio. Está triste y hermosa
la niña de mis sueños, con sus ojos cuajados
de silencioso almíbar que apenas si derrama,
tierno lirio silvestre, abrazada a los juncos
cimbreantes que penan por sentir la nostalgia
resbalando en el verde de sus tallos amargos.
El alma de la caña hace suyo el latido
del corazón pequeño. En el suave contacto
de la piel se ha filtrado el secreto de un
tiempo,
el amor de una ausencia, una espera, un
invierno,
en la sangre conjunta convertido en lamento.
Las flores ya se cierran, oscilan las corolas
mecidas por el cierzo y el jardín encantado
se va difuminando en el vaho caliente,
en la pátina suave que recubre el espejo.
La niebla es más intensa, mutismo gris que
vuelca
el tiempo en el crisol terrible de la ausencia.
Miguel Ángel G. Yanes*
07-12-2016
UN HILO DE TRISTEZA
Al amanecer,
cuando en la transparente
verticalidad del cristal
posan los lepidópteros
sus delicadas formas,
atraídos
por un mar de colores
que incesante rebulle
tras el escaparate,
un hilo de tristeza
enreda
la esperanza del sol.
Miguel Ángel G. Yanes*
07-11-2016
AGAZAPADA EN LA OSCURIDAD
No consigo evitar
Que mis ojos se alejen de los suyos.
Su mirada felina
Me capta, me atrapa, me subyuga.
Brillante, suave, elástica,
Su oscura piel me aguarda agazapada.
Tensos, ágiles músculos
Esperan el momento propicio.
Mitad miedo y placer
Un escalofrío me corre por la espalda.
No sé bien lo que oculta
Esa selva de sábanas revueltas:
Si un cuerpo de mujer o de pantera.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-10-2016
AMANECER EN LA BAHÍA DE PALAMÓS
(A Christian y Marga)
Recién arada y limpia
La rubia arena forma
Caballones minúsculos
Donde una mano siembra,
Golpe a golpe, gaviotas:
Escuadrones minúsculos
Que, estáticos, aguardan
En formación perfecta
La llamada del alba.
Otro dios más pequeño
Va sembrando sombrillas
Paralelas al mar.
Fulge la luz… De pronto,
La inaprensible línea
Del horizonte arde,
Y una rotunda algarabía
De graznidos eleva
Blancas legiones
Prestas a conquistar
Un territorio azul.
La larga curva de la bahía siente
El tembloroso beso de la espuma
E imperceptiblemente se estremece.
Un ejército alado se dispone a partir.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-09-2016
EXTRAÑOS CEFALÓPODOS
Cual vegetales pulpos,
Plantas de áloe flotan
Sobre las crespas olas;
Hartas de mar esperan
Arraigar en la orilla
-Absurdo intento- porque
El oscuro vientre
De la arena no es fértil,
Y nada se aguarece
En su infecunda entraña.
Condenadas a muerte
Quedarán retorcidas
Sobre la ardiente playa,
Como duros sarmientos,
Como viejas maromas,
Como rejos resecos
Bajo el peso del sol
Conque el verano marca,
Inefable y rotundo,
El final de sus días.
En esas disquisiciones
Me hallaba, cuando al rato,
Rompiendo con mi lógica,
Apareció una anciana
Recogiendo una a una
Las mortecinas plantas
Que arrojó la marea,
Y, delicamente,
Las apretó con mimo
Contra el marchito pecho.
Cuánta ternura –pensé-
Tendrá un jardín o acaso
Una azotea repleta
De macetas vacías,
Latas o jardineras.
Pero, ante mi asombro,
La señora tiró,
Sin contemplaciones,
Los vegetales pulpos
A la puta basura.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-08-2016
LA COLUMNA DE LUZ
07-08-2016
LA COLUMNA DE LUZ
Hay ángeles de fuego
Y de hielo o cristal
Que entrelazados giran
Conformando
Una manga de luz,
Un remolino:
Solitaria columna
Que sustenta
Un universo múltiple.
Mundos dentro de mundos,
Infinitos espacios,
Dimensiones,
Seres, humanidades
Forjadoras de sueños,
Miedos, versos...
Somos hebras de luz
Con las que juega un dios
Que se aburría.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-07-2016
LA CIUDAD Y EL LUCERO
Y una estela aparece
Sopla el viento del norte;
Fugaz cede la magia,
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-06-2016
APENAS
Mundos minúsculos
LA CIUDAD Y EL LUCERO
Descorro con
sigilo
La cortina que
oculta
La ciudad. Observo,
Límpido, el
cielo bruno.
Tiene un
planeta ardiente
En pleno
cénit. Lo sé
Porque tan
solo brilla…
“Brilla
y no titila”.
Parece
repetirme,
-para
diferenciarlo
de una posible
estrella-
La voz de
fumador
De Don Juan,
mi maestro,
Al que los
muchos años
No quieren jubilar
Aún de esta
memoria
Que considero
mía.
Brilla como un
diamante
Cósmico
engarzado
Sobre una mano
oscura.
Pugno por
abrir
La cristalera.
Corre
A trompicones
leves
Por su carril
y accedo
A la fresca
humedad
De la mañana.
El día,
Somnoliento,
parece
No querer
despertar.
Es muy
temprano aún.
En la acera de
enfrente
Los edificios
siguen
Con los ojos
cerrados.
El aire se
estremece
Justo cuando
los duendes
De los escasos
árboles,
Cansados de la
noche,
Se ocultan en
sus hojas
Para poder
dormir.
Y entonces un
efluvio,
Un olor acre,
intenso
A levadura
llega
De una
industria cercana
Donde alguien
ya labora.
Y una estela aparece
Blanca y
larga, expelida
Por la cola-turbina
De un avión
diminuto
Que corta el
alba en dos.
Como recién nacido
Del vientre de
la nada,
Un primer ciudadano,
Verde y
naranja, arranca
Plásticas papeleras
De sus
soportes, luego
Las agita con
brío,
Vuelca su
contenido
En grandes
cubos
Y las vuelve a
colgar.
Después barre
la calle,
Húmeda de
rocío,
Con su hoja de
palma.
El más
madrugador
De entre todos
los perros,
Ronco en
extremo ladra
Con rotunda
insistencia.
Pero es tan
sumamente
Temprano y
cala tanto
En la garganta
el frío,
Que ningún
otro puede
Hacerle coro y
callan
Ante aquel
solitario
Concierto de
afonía.
En verano, a
estas horas,
Lo lógico
sería
Un largo contrapunto
De ladridos,
un eco
Al que, in crescendo, nadie,
Por muy
autoritario
Que sonara el
mandato,
Poner freno
podría,
Ni aunque en
lenguaje
Canino lo
dijera.
Sopla el viento del norte;
Los obliga a
enroscarse,
A ocultar el
hocico
Bajo la cola y
dar
Un ligero
gruñido
De descontento
que
Parece repetir
La voz del
amo,
Ahogada bajo el
peso
Leve de la
almohada:
“Ese
maldito perro”...
E intenta
regresar
A la sima del
sueño.
Pero no puede
hacerlo.
El
impertinente
Despertador se
suma
A la
desafinada
Orquesta de
instrumentos
Helados que
despiertan
A la ciudad llamando,
Sin tino y sin
medida,
A la gran
multitud
De convictos
durmientes.
Y sin embargo,
libre,
Un silencioso
pájaro
Cruza, negro y
veloz,
La intensidad
del alba.
Desconsolada
pía
Un ave de
presa, ídem
En una jaula
exigua
Donde una mano
de hombre
La condenó a
la angustia
De no poder
volar.
Este cielo sin
nubes,
Que quiere ser
azul
Le pese a
quien le pese,
Sin ningún
tipo de
Remordimiento
deja,
Solitaria tras
él,
Desnuda y
sola, herida
En su amor
propio, rota,
La densa
oscuridad
Que le ofreció
su lecho.
Fugaz cede la magia,
Y los encantos
múltiples
De la noche se
esfuman
Ante el
intenso brillo
Del nuevo
amanecer que,
Diáfano y
transparente,
Ilumina las
formas
Perladas
todavía.
Y las seca,
una a una,
Intentando con
ello
Apartar el
recuerdo
De la tibia muchacha
Que, tatuada de
estrellas,
Abandonó en las
negras
Arenas de un
desierto,
Donde la soledad
Eternamente
espera.
Sintiéndose
culpable,
Va
transmutando el mundo
Su hegemónica
luz.
Se dispara una
alarma.
Rugen motores;
se oye
Un rodar de
neumáticos
Sobre el húmedo
asfalto.
Suenan rotundas
Las puertas de
las casas
Al cerrarse de
golpe
Y enrollables
persianas
Ruidosas al
alzarse.
Un ejército
emerge:
Son ciudadanos
serios,
Sin uniformes,
ni armas,
Prestos a la diaria
Batalla por
la vida.
En la mirada
llevan
Confusos
sueños viejos,
Tristezas, paz,
anhelos,
Amores,
desamores,
Angustias, desconsuelos…
Con la sombra
de un beso
Fugaz en la
mejilla,
Parten hacia
el trabajo.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-06-2016
APENAS
Mundos minúsculos
Girando sin cesar,
Mientras la tierna mano
De un niño-dios intenta
Atraparlos sin éxito:
Motas de polvo apenas
Sobre un rayo de luz.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-05-2016
LA CABELLERA DE LA ESPUMA
07-05-2016
LA CABELLERA DE LA ESPUMA

(A Cándida Mtnez. Pecci, in memoriam)
Con frenesí agitada,
La cabellera de la espuma siembra
De sal la luz azul.
El aire es un efímero
Universo de esferas diminutas
Donde se rinde el mar.
Los pájaros no pueden volar
Entre una infinitud salobre de barrotes
En esta cárcel de agua.
Se antoja bruma el sueño
Que humedeciendo el valle trepa
Por sus glaucas caderas.
No en vano, es la isla mujer.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-04-2016
PIRÁMIDES DE LUZ
07-04-2016
PIRÁMIDES DE LUZ
(A Leopoldo Cabrera Gil, “Paco”)
Dirigidas al cielo sus bocas circulares,
en la soledad extensa de los llanos,
piedras enhiestas gritan.
Un haz de sol golpea el borde de sus labios,
Un haz de sol golpea el borde de sus labios,
dividiéndose en una multitud
de estrechísimos rayos divergentes
que a la vista modelan tenues formas,
en cuyo seno ocultan sus misterios
poderosos arcanos.
Pirámides de luz, leves presencias
Pirámides de luz, leves presencias
que en su fugaz destello representan
las montañas sagradas a que aspiran
los invisibles seres que nuestros cuerpos pueblan.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-03-2016
EL PINZÓN AZUL
El pinzón azul del Teide viene,
Dando tímidos saltos a mi vera,
A la última umbría en que los
pinos
Pierden nombre de bosque y se
transforman
En el blanco fulgor de la
retama.
Busca cobijo, leve amparo del
sol
Que, ardiente luce bajo el páramo
helado:
Mágico fuego de cristal que
parece
Devorar este mundo de soledad y
silencio.
Absorto en su labor de rebuscar
Entre las agujas de los pinos
algo
Con que nutrir a su progenie,
escarba,
Picotea con ansias la hojarasca
Y con un giro brusco de la cabeza
forma
Un remolino de aguzadas
acículas.
Es el chasquido seco de mi
cámara
El que lo espanta; y alza fugaz
vuelo
Sobre el albo desierto que
desciende
Por las nevadas faldas del
volcán.
Hipnotizado quedo, absorto, henchido
Por el relámpago azul que surca
el cielo
Y el solitario trino en el que
estalla.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-02-2016
INFANTIL GUERRILLA CALLEJERA
Marcha, la ingenua tropa, a la guerrilla,
A conquistar baldíos territorios
En la estúpida guerra de la calle.
Van sin armas al uso: sin espadas,
Arcos, ballestas, lanzas… solo piedras
Que en los bolsillos y en ambas manos portan,
Porque a pedrada limpia es la batalla
Que dilucidará quiénes son “dueños”
De algún terreno para jugar al fútbol,
Unos arbustos que servirán de selva
O una caseta de cartones viejos,
Donde, generales de calzón corto,tomen
Necesarias medidas y dispongan
Concienzudamente su estrategia.
De niños no veíamos la sinrazón
De aquel enfrentamiento (de mayores tampoco)
En un absurdo empeño de tomar
El control de las cosas, imitando
A aguerridos soldados que morían,
Sin orden (absurda incongruencia)
Ni concierto, defendiendo intereses
Ajenos y lejanos, convencidos
Por arengas patrióticas y hueras
Palabras de políticos “honrados”,
De que tanto dolor, tanta tristeza,
Toneladas de angustia, sangre y muerte,
En realidad servían para algo.
La guerrilla urbana de los niños
Solía concluir sin condiciones
Cuando una piedra helada aterrizaba
En alguna cabeza y un piquete
Advertía con sangre la inminencia
Del final del combate: un armisticio
Que, sin vencedores ni vencidos,
Se sellaba en el rojo desenfreno
De un pañuelo de tela que, empapando
Su blancura en la brecha, provocaba
Infantil estupor en las miradas.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-01-2016
ELLA
Dios es una mujer:
Tiene la piel azul,
El cabello naranja
Y grandes ojos verdes.
Ella es la suma
De todo cuanto existe.
El universo entero
En su matriz
se expande.
Miguel Ángel G. Yanes*
07-12-2015
HELADO TACTO
Si estás sola y de pronto
Sientes un tacto helado
Rozarte la mejilla,
No temas, seré yo,
Incorpóreo y etéreo
Quien te besa.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-11-2015
CAMPANA ROTA
(A Arturo Maccanti)
Dicen que el estropicio
Dicen que el estropicio
Que se escuchó
De madrugada fue
Cosa del Diablo, quién,
Con nocturnidad y alevosía,
De fugaz dentellada
Arrancó aquel pedazo
A la nueva campana
De la iglesia del pueblo.
Piensan que lo hizo así
Para que los fieles
No acudieran a misa.
Yo sé que no fue Él
Porque esa noche estuvo
Conmigo y otros diablos
Jugando al escondite
Con Dios y sus arcángeles.
Y es que le importa un pito
Que las gentes acudan
A rendir pleitesía
A su hermano gemelo.
Sabe que aunque a diario
Se decidan a hacerlo,
Para nada asegura
Que no pueda quedarse
Con sus débiles almas.
La campana fue rota
Por la ira profunda
De un ciudadano ateo.
Y no fue por llevarle
La contraria, ni al clero,
Ni a las tristes beatas,
Ni a la feligresía,
Sino porque el tañido,
Que estremecía incluso
La espadaña era
un diario tormento
Para su atribulada
Conciencia y sus oídos.
un diario tormento
Para su atribulada
Conciencia y sus oídos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-10-2015
LA OSCURIDAD
La luz estaba herida en el costado;
Se derramaba el mundo por su grieta,
Y las formas cedían al empuje
De aquella sangre oscura que avanzaba
Irremisiblemente hacia la nada.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-09-2015
LAS NARANJAS Y EL MAR
Dice la copla popular:
“Naranjas es cosa que la mar no tiene”,
Pero yo la he visto jugando con naranjas.
Las traía flotando desde dios sabe dónde
Para empujarlas luego
Por la negra pendiente de la playa
Hasta donde alcanzaban
Los rumorosos dedos de su espuma.
Al deshacerse estos,
La propia inercia de los redondos frutos
Las hacía rodar de nuevo hacia su seno.
Toda la tarde así,
Bajo el mágico son de la resaca.
Al alcanzar la mar su punto álgido,
Una pequeña bandada de palomas,
Expertas en mareas,
Vinieron a picotear los restos de la orilla.
En su labor alimenticia estaban
Cuando llegó corriendo sobre la arena un niño
Con los brazos abiertos
Y una infantil misión: la de espantarlas.
Al unísono alzaron fugaz vuelo,
Y fue entonces que el infante
Desnudo y sonriente, reparó en las naranjas
Que subían y bajaban
Con un ritmo constante por la arena.
Atento a la cadencia,
Esperó que alcanzaran el súmmum de su ascenso
Y logró atrapar una.
Y logró atrapar una.
Alborozado, con ella entre las manos,
Echó a correr hacia su madre, gritando:
¡Mamá… mamá!... ¡Mira!:
¡Mamá… mamá!... ¡Mira!:
¡¡¡Una naranja de mar!!!
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-08-2015
EN CLAVE DE GRANADA
(A Blanca Fdez. Palacio)
A diferente altura, cinco estacas
verticalmente hendidas en la oscura,
blanda y húmeda tierra dan apoyo,
sirviendo de atalaya, a cinco tórtolas
que, silenciosas y estáticas, te observan,
con un fondo de alambres y frutales
dando pie a un curioso pentagrama…
en clave de granada.
Miguel Ángel G. Yanes
dando pie a un curioso pentagrama…
en clave de granada.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-03-2015
EL GRITO
Soñar que estoy soñando;
Que el viento es un ejército
De ululantes demonios que se filtran
Por todas las rendijas de la casa.
Que sus aullidos cortan
Como afiladas cuchillas las cortinas.
Buscan cobijo acaso del cruel frío:
Algo de tela con la que envolver
Sus invisible formas.
Rompen la oscuridad
No sé de que manera, mis ojos
Y al intentar buscar la referencia,
A este lado de la realidad,
Del cuerpo de mujer junto al que duermo,
Y me abrazo, aturdido, a su
cintura…
¡Por los clavos de Cristo!
Si ella duerme, plácida y relajada
En la otra orilla ¿De quién es este cuerpo
Que yace entre los dos, al que me aferro?
¿De quién esta cintura?
¿De quién la piel helada que ahora toco?
¿De quién este cadáver que ha venido
A arroparse al calor de mi costado?
Un grito de terror
Busca salir desde mi corazón,
Pero ese miedo atávico que atenaza
Nuestras cuerdas vocales en el sueño,
Ese nudo maldito en la garganta,
No lo deja crecer.
Aún así brota, gélida y transparente,
De mis labios al borde de la cama,
La cascada de hielo en que resbalo,
Tembloroso, aterido,
Hacia un duro oleaje de baldosas.
Un esfuerzo supremo y allá voy…
Choco contra la superficie
Granítica del mar
Y despierto confuso, a tiempo aún
De escuchar el eco
Espeluznante de mi voz que grita:
¡¡¡Socorro!!!
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-02-2015
UNA FRÍA CALIMA
Una calima fría vino de África; trajo
Un atípico invierno de las cumbres del Atlas
Que nevó las faldas del gigante-montaña
Y dejó un cielo inquieto de mistéricas nubes
Con las que el viento crea espirales elásticas.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-01-2015
CORTA
(A Laura, mi hija)
La vida es corta... demasiado corta.
No la desperdicies
Intentando amar a quien no te ama.
Abre las ventanas de tu corazón,
Despliega las alas y aléjate.
Busca la luz. No temas.
El miedo al vuelo es algo que agarrota
El alma y los sentidos,
Pero cuando abandones
La sombra de tu estancia,
Verás que hay otros seres que, como tú,
Mariposas de cristal, sólo aspiran,
Girando en la magia de este tourbillón,
A amar y ser amados
Antes de que la fugacidad de la vida,
De un repentino soplo les arranque
Sus transparente y frágiles escamas.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-12-2014
YANTAR DE POBRES
María, madre, mujer de campo, tinerfeña,
Tendió
el mantel de lino sobre la mesa y puso
Con
cuidado exquisito su vajilla de barro,
Las
servilletas de tela, los cubiertos...
Trajo
el único pan amasado en la artesa
Por
las manos antiguas de la abuela
Y
horneado con leña de sarmientos
Secos
y retorcidos de la poda otoñal.
Una
jarra de vino con el borde
Desportillado, roto, como un labio
Sangrante que goteara, sobre un campo
De batalla de dureza granítica.
Y un
lebrillo donde el gofio, escaldado
Con el
hirviente líquido, humeaba
Con
un adorno de cascos de cebolla
Y un
chorreón de mojo de cilantro.
Luego
vino el enorme caldero de aluminio
Con
su caldo, sus papas, sus verduras…
Carne
no había ¡claro! Y es que a los pobres
Su
agujereado bolsillo no les daba.
Así
y todo, como una piña unidos,
El
hambre pasaba a duras penas
Entre
aquella alegría de vivir
Que
nunca supimos de donde procedía.
Al parecer había
algo que celebrar,
pero no teníamos muy claro
de que repuñetas se trataba.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-11-2014
DEJARLO TODO
Todo
cuanto nace
Tiene
la necesidad
Inexcusable
y firme
De
morir.
Desde
la efímera
Hasta
la estrella
De
mayor magnitud
Del
universo.
¡Todo!…
y al decirlo
Englobo
aquí a tu dios
Que
también necesita
Descansar
De
mí, de ti y de aquello
Que ni
siquiera entiende,
Porque
no ha sabido jamás
Para
qué sirve*.
Demasiada
gente
Postrada
de rodillas,
Pueblos muertos de hambre,
De ignorancia...
Desengañado y triste
Reconoce que nada
Le ha salido de acuerdo
Con sus planes.
Desengañado y triste
Reconoce que nada
Le ha salido de acuerdo
Con sus planes.
Es
por ello que piensa
Dejarlo
todo e irse,
Fugazmente,
así,
Sin
alharacas.
Volver
al vientre
Materno
en que otros dioses
(A
su pesar) Un día
Lo
engendraron.
Y olvidarse por fin
De aquel ser necio,
De aquella criatura
Sin sentido
Que con sus propias manos
Modeló ante sus ángeles,
Contraviniendo el orden
De los hados.
Y olvidarse por fin
De aquel ser necio,
De aquella criatura
Sin sentido
Que con sus propias manos
Modeló ante sus ángeles,
Contraviniendo el orden
De los hados.
(*)
Él,
Harto ya de si mismo.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-10-2014
MATER SECUNDA
(A Rosario Matos Abreu, “Charo”)
Perdí a mi madre
Cuando apenas contaba trece años.
Un desconsuelo
Del que jamás se recupera el alma
De un hombre aún en ciernes.
Pero la vida quiso resarcirme
Y, contra todo pronóstico,
Una madre política
Vino a ocupar el puesto
Que había quedado vacante
Junto a mi corazón.
“Charo” me quiso,
- Puedo dar fe de ello-
No sólo como puede
Quererse a un simple yerno,
Al compañero, circunstancial o no,
De una de sus hijas.
Sentí su afecto pleno,
Su ternura de madre
Como si me hubiera gestado
También en sus entrañas.
Y por ello la quise… y la cuidé
Con devoción y afecto
En sus últimos meses,
Como habría cuidado
A aquella otra que el destino
Me robó antes de tiempo.
Contra todo pronóstico también,
Resultó una lectora
Tenaz y empedernida.
Devoró con fruición,
Como si degustara
Dulce y madura fruta,
La ingente cantidad de libros
Que en nuestra casa habitan.
Cuando, ya enferma, le leía mis entradas
Antimonárquicas y anticlericales,
A ese amontonamiento de palabras
Cortantes, rotas, desportilladas,
En que se ha convertido el blog
Que con ahínco laboro diariamente,
Solía decirme con un algo
De orgullo y de temor:
- Algún día te veré en
las mazmorras.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-9-2014
LA SOMBRA
*
7-8-2014
DESDE EL AMOR-SILENCIO DEL PRINCIPIO
Miguel Ángel G. Yanes
*
Con el primer rayo de
la mañana,
Sobre la tersa
frialdad de una playa
Virgen, negra y
estrecha que parece
Empeñada en trepar
por la montaña,
Mi sombra, sigilosa, nace
y tiende
Su solitaria angustia
a mis espaldas.
La arena es un espejo de brillante
azabache
Que no cede al empuje
de su tacto;
No cruje su cristal,
y sin embargo
Advertidos de otra
realidad
Por el agudo sentido
de su olfato,
En la grieta difusa
de los mundos
Los guardianes de
Tíndalos se internan.
Con su furia de seres
infernales;
A dentellada limpia
muerden granos
De humedecida arena y
sal marina,
Pero la luz les hiere
los costados
Y terminan huyendo
ante su empuje...
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-8-2014
DESDE EL AMOR-SILENCIO DEL PRINCIPIO
HASTA EL SILENCIO-AMOR: ETERNIDAD
Un verso,
Cómo un beso sin labios te dedico.
Cómo un beso sin labios te dedico.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-7-2014
UN LOBO SOLITARIO
Un lobo solitario.
Aullarle a la luna
Y a la aurora boreal
(Si se tercia)
Desde la atalaya
De mi corazón.
Me gusta ser
Un lobo solitario.
Aunque a veces acuda,
Oculto entre los árboles,
A contemplar oscuros,
Sagrados aquelarres.
Me gusta ser
Un lobo solitario.
¿Pero cómo es posible
Que con su agudo olfato
No detectaran nunca
Mi cercana presencia?
Me gusta ser
Un lobo solitario.
Aunque tal vez no sea
Un verdadero lobo,
Sino un fantasma errante:
Una sombra
Que deambula perdida
Entre dos mundos.
Tal vez, por eso mismo
La manada
No logra olfatearme.
De todas formas…
Ser la sombra de un lobo
Me sigue pareciendo
También
Un sueño mágico.
(Pueden sustituir, si quieren,
lobo por bobo; el resultado
seguirá siendo el mismo)
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-6-2014
A GALOPE TENDIDO

Rompió la tarde el ruido
sonoro de los cascos.
A su paso crujían
A su paso crujían
las antiguas maderas
del puente. Tu figura
centáurica cruzaba
a galope tendido
sobre un temblor azul.
Las márgenes del río,
de abedules fecundas,
como fronteras frágiles
cedieron al empuje
de tu carrera. El verde
de luminosos prados
quedaba a tus espaldas
para volverse gris
sin tu presencia.
Tiraste de mí al paso
de tu corcel bravío;
su castaño pelaje,
sudoroso y brillante,
dejó un olor a almizcle
sobre mi piel,
y cabalgué a la grupa
de un sueño que el olvido
no ha querido tocar.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-5-2014
UN TOQUE TIERNO
(A la mujer de las uñas azules)
Desconozco
los lazos
Que
la unían con él,
Pero
si en aquel momento
De
dolor, la tristeza
Hubiera
tenido
El
valor de escoger
Un
rostro entre el gentío,
Habría
elegido el suyo
Sin
dudarlo un instante.
Se
hallaba algo alejada
De
mí. Sola y herida,
Delgada,
rubia, amarga...
Un
estampado floral
Se
entretenía en trepar
Desde
sus pies,
Ocultos
a mis ojos
Por
un rayo de sol,
Hasta
la brevedad
De
su cintura, donde
Un
golpe fucsia alzaba
Sus
asillas buscando,
Como brazos en alto,
Como brazos en alto,
La
rendición, la paz,
El
fin de la agonía,
Tras
la blanca bandera
Que
agitaba su pecho
Con
tembloroso llanto.
Fue
al ponerme a su altura
Que
observé que unas finas,
Delicadas
sandalias,
Desnudaban
sus pies,
Dándole
un toque tierno,
Un
golpe azul celeste
De
luminosas uñas,
A
aquella comitiva,
A
aquel cortejo fúnebre
Bajando
rumbo al mar.
Llevando un cuerpo frío
Llevando un cuerpo frío
(todos
pudieron verlo)
Y
un alma incandescente
(casi
nadie la vio)
flotando
sobre ellos.
Hasta
que una bandada
De
palomas silvestres
Creando
un remolino,
Consiguieron
que el alma,
Libre
al fin, se elevara,
Regresando
de nuevo
A
sus orígenes:
¡Al
divino latido
De
lo eterno!
La
dolida mujer
De
uñas azules, algo
Sospechó
de repente,
Y
un destello fugaz
De
miedo atravesó
La
ansiedad de su rostro.
Yo
no sé si sabrá
Que
nada… nada muere,
Tan
sólo evoluciona.
Y
aunque aquellos que amamos
Hayan
partido ya
Con
rumbo a las estrellas,
Si
mantenemos firme
Su
recuerdo, jamás
Dejarán
de habitarnos
Y
entregarnos su luz,
Porque
esas galaxias
Que
la oscuridad
Del
universo alumbran,
Son
almas que girando
Sin
cesar iluminan
También
el hondo cosmos
Que
en nuestros pechos late.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-4-2014
7-4-2014
SOBREVOLANDO UN MAR INTERMINABLE
(A Juan Fco. Medina Brito)
Trae, el viento, palomas en las manos,
*
7-3-2014
DESPEDIDA
(A la muerte temprana de mi madre)
Para decirte adiós
*
7-2-2014
LA VIDA NOS DESPOJA

Avanzando
(A Juan Fco. Medina Brito)
Trae, el viento, palomas en las manos,
Cansadas palomas que intentaron,
Desoyendo las leyes y la lógica,
Alcanzar la ilusión del horizonte:
Ese rayón añil de la distancia
Donde el cielo y la mar quizá se besen.
Pero en los extensos páramos acuáticos
No existen ramas, ni cables, ni farolas,
Ni ventanas, ni alfeizares, ni aleros,
En los que puedan tomar algún reposo;
Sólo la piel del agua en movimiento,
O la quietud rotunda de su calma.
Y se ha de ser gaviota, “estapagao”,
Pelícano, alcatraz, charrán, albatros...
Cualquier variedad de ave marina
De impermeable plumaje que permita
Amerizar sin riesgo en las salobres
Soledades azules; opción ésta
Que le ha sido vedada a las palomas.
No obstante, persiguiendo ese sueño,
Continuaron volando hacia el ocaso.
Pero el peso de la sal crujía
Sobre sus leves plumas, y un cansancio,
Terroríficamente insoportable,
Tomó forma en sus alas como un plomo
De fulgentes cristales intentando
Arrastrarlas al fondo de las aguas.
Así que él: ángel, demonio, viento...
Conmovido por su tenacidad,
Con un mimo infinito las recoge
Y en sus palmas aéreas las transporta
Más allá del embate de las olas
Y las rocas furtivas de la orilla,
A los granos de arroz de la esperanza
Que, en el pretil sin fin de la avenida,
Lento y borroso, un fiel anciano esparce.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-3-2014
DESPEDIDA
Y van... ¡45 años!
(A la muerte temprana de mi madre)
Para decirte adiós
inundaron mis lágrimas
tu cadáver
y un beso
en la amarilla frente
que dejaron
descubierta los pétalos,
ha querido alcanzarte
inútilmente.
Menos tú,
todo ha quedado aquí.
Tu cuerpo,
los pétalos,
mi beso,
jamás podrán llegar
a donde a ti
te ha empujado la brisa
del regreso.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-2-2014
LA VIDA NOS DESPOJA

Avanzando
Con inseguros pasos
Hacia la eternidad,
La vida se derrama
Como la tinta china
Y no nos mancha,
Tan sólo nos arruga
La piel y nos despoja
De conceptos efímeros,
Y de una cierta dosis
De luz y melanina.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-01-2014
EN UNA ALADA NUBE
(A Ernestina Alonso Glez., in memoriam)
Una nube de ruidosos murciélagos
Una espiral, un tourbillón celeste
¡Eras una de ellas!
Miguel Ángel G. Yanes
*
*
7-01-2014
EN UNA ALADA NUBE
(A Ernestina Alonso Glez., in memoriam)
Una nube de ruidosos murciélagos
Se enreda en mis
cabellos, pero no es
Su aleteo, ni el
fragor de sus gritos,
Ni sus finos
colmillos… ¡son sus uñas!
Clavándose en mi
cuero cabelludo,
Las que provocan el
agudo dolor
Que me despierta.
Lo supe al encender
la diminuta lámpara:
¡Te habías ido en
mitad de la noche!,
Y sus criaturas,
penetrando en mi sueño,
Tuvieron el detalle
de avisarme.
Llegué a tiempo de
verlas alejarse
Hacia un rincón del
techo, transformadas
(Milagro de la luz) en
una nube
Azul de mariposas.
Una espiral, un tourbillón celeste
De humanas almas
agrupándose
Para volver a casa.
¡Eras una de ellas!
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-12-2013
SOR
Otea la tarde
la monja, sin sol,
desde la atalaya
de su corazón.
Le tiembla en los labios,
pálido, el amor
que escondió a la sombra
de su vocación:
Renunciar a sí misma
y crujir de dolor
ofreciéndolo todo
al servicio del hombre
que sin tregua golpea
contra el pecho de Dios.
La llovizna suave
del atardecer
salpica sus ojos
cargados de miel,
y una gota de ámbar
rueda sin saber
en qué pliegue del alma
se podrá detener.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-11-2013
LA PALMA, DESDE TENERIFE
(A Maki)
A la izquierda de esta tarde sin dueño,
A la izquierda de esta tarde sin dueño,
Lávica espuma con sangre de
volcanes,
La isla de La Palma está
prendida.
En lontananza flotan, tras las
nubes,
Sus cumbres separadas por la grieta
Que corta en dos su corazón materno.
Sobre su húmeda piel,
rotundos, mágicos,
Los sueños de sus gentes se
forjaron.
Aunque a veces salobre sea la
lágrima
Que el verde de su párpado
oscurece
Con el pálpito gris de la añoranza,
Cuando lejanos a su vientre
quedan
Para siempre los hijos y no
puede
Con sus arbóreos brazos
arroparlos,
Sólo tiene un recurso de
isla-madre:
Un grito de luz que tal vez
llegue
Con la rotundidad del
desespero,
Más allá de la lógica del
hombre,
Reflejando su amor en la
ardentía.
Un rotundo destello que
ilumine
Emoción y recuerdos diluidos
En la tibia mirada del ausente.
Y un silencio de paz
difuminando
Ese tibio escozor que en las
pestañas
Pugna por deshacer el
horizonte.
Acaso hecha con plumas de nostalgia,
Una nube de grajas imposibles
Va ocultando la luz bajo sus
alas;
Dan la vuelta a la mar sus
patas rojas
Y renace el azogue del espejo.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-10-2013
EL PODER DE UNA MADRE
Mi madre era minúscula y delgada,
Pero con una fuerza cósmica en
los brazos.
Capaz de alzar de golpe un huacal lleno
Capaz de alzar de golpe un huacal lleno
De hortaliza y verdura o mi
cuerpo infantil
Sobrecargado en kilos por el peso
De una espina de rígida
escayola.
El poder de una madre es
infinito
Cuando ha de llevar el pan a
casa.
O cuando ha de luchar ante un
peligro
Que amenace la paz para sus
hijos,
O romper con los dientes cien
cadenas,
O elevar con sus manos mil
rastrillos.
El poder de una madre es
infinito
Si lo mueve el amor de las
estrellas.
En un arranque de fuerza
sobrehumana,
Con manos y riñones, vi a una
madre
Liberando las piernas de su
hijo
De una plancha de acero… y lo
lograba.
El poder de una madre es
infinito
Cuando fulge la luz desde su
pecho.
Dos robusto obreros intentaron
Levantar con afán la gruesa
plancha,
Y fue inútil tarea a cuatro brazos
Igualar el esfuerzo de una madre.
Y fue inútil tarea a cuatro brazos
Igualar el esfuerzo de una madre.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-9-2013
EL INTENTO
Siempre soy yo el que yerra,
El que mete la pata, el que se obceca,
El que se repite, el que, por norma,
Habla más de la cuenta; pero aún así hay
Determinadas cosas que me callo.
¿Quieren saber por qué?
Porque en el fondo de mi corazón
Vive un tonto de pueblo, y no espabila.
Que le vamos a hacer.
Cuando uno intenta ser fiel a si mismo
Suelen suceder este tipo de cosas.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-8-2013
POR LAS CUMBRES DE ANAGA
(A Sonia Celaya)
Desde la orilla azul de San
Andrés,
Que dejó de ser pueblo alguna
tarde
De salobre tristeza, para
asumir
Su nuevo rol de barrio
marinero,
Serpenteando subimos la
ladera
Del reseco barranco del
Cercado,
En pos de las agudas
cresterías
Con que se adorna la femenina
Anaga.
Hacia sus verdes pechos,
enredados
En aroma de brezos, avanzamos
Con lentitud al ritmo de la
música,
Sincopando el de los
corazones.
Cuando alcanzamos el labio de
la bruma,
Y su húmedo beso nos borró, de golpe,
La cinta gris que la montaña
ciñe,
En su encantado universo nos
perdimos.
Con un escalofrío bajando por
la espalda
Nos envolvió su tacto de
cristal,
Y la punzada de una aguja
invisible
Atravesó la
piel de nuestras almas.
Pero a punto de soplarnos, la diosa,
Al oído, el líquido secreto
De aquel bosque pretérito y perdido;
Verdiblanco, el único habitante
(Aparte de nosotros dos y de Patricia)
Cruzó veloz, apenas perceptible,
Pero crujió a su paso la hojarasca
Y se rompió la magia con su ruido.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-7-2013
SAN FERMÍN
(A “Paíto”, fallecido el 7-7-1985)
Lo supo. No sé cómo, pero lo supo.
Se empeñó en que habría de morir
Un siete de julio, exactamente
El día de San Fermín; y así lo hizo.
Él, que era la persona más anticlerical
Que he conocido, me aseguró que había
Un dios bueno y terrible al mismo tiempo,
Pero que no tenía nada que ver
Ni con la iglesia, ni con sus mandamases.
La verdad: no sé si fue por joder
Al clero, a los taurinos, o a ambos a la vez,
que decidió morirse en esa fecha.
Al clero, a los taurinos, o a ambos a la vez,
que decidió morirse en esa fecha.
Aunque, ahora que lo pienso, tal vez fuera
Por joder sólo al cura, amigo y contrincante
De partidas de envite y de ajedrez,
Haciendo que todo el vecindario
Relacionara para siempre a aquel ateo
Pertinaz y anarquista, que jamás iba a misa,
con la sagrada fiesta de San Fermín,
Cambiando el negro por el blanco eternamente.
con la sagrada fiesta de San Fermín,
Cambiando el negro por el blanco eternamente.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-6-2013
LA LIBERTAD SAGRADA
(A Loly Armas Donate)
A veces sabe a miel,
A limón, a vinagre…
Otras veces a acíbar,
Porque aquel viejo dios
De los umbrales puso
Una esencia divina
En nuestras bocas:
La libertad sagrada,
Mujer, de equivocarnos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-5-2013
PÁGINAS
En un bosque
de páginas no escritas
mi alma y mi memoria
andan perdidas.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-4-2013
CUANDO EL BARRANCO RUGE

Como un eco,
Como un grito ancestral,
Como un lamento,
Ronca y rotunda suena
Su garganta de piedra
Cuando el agua,
Marrón y tumultuosa,
Lo convierte de pronto
En esa fiera
Salvaje e indomable
Que en nuestros ojos de niños
Se alimenta.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-3-2013
EL ELEGIDO (FRAGMENTO)
(A Leopoldo María Panero)
El único que pudo salirse del
infierno
monótono fue el loco, riendo
sin cesar
detrás de la cancela. Ríe de
la cordura
que gira en torno a un punto
falaz y no transige
con el sueño sublime, con el
sueño de un loco
que ha incendiado la noche,
que ha rasgado las sombras
y ha encontrado, tal vez, el profundo secreto,
la Verdad que los dioses
escondieron un día
en un sitio perfecto: en el
alma de un loco.
Celeste centinela; sus ojos lo
delatan.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-2-2013
OTRA VEZ
Ahora que eres jefe,
Te vuelven, otra vez,
A brotar las espinas.
Te amarillean las hojas,
Y las flores, resecas,
Ya cristal o papel,
Se deshacen despacio
En tu cólera abrupta.
Aplaca tu voz
Y tus gestos de mando,
Ten mesura, recuerda
Que los familiares
No vienen a ser
Subordinados tuyos.
Y ándate con ojo…
No repitas, otra vez,
Errores del pasado.
Yo pensé que los palos
Que la vida nos da
Nos hacían aprender.
Pero se nos olvidan
Demasiado deprisa
Cuando, otra vez, se vuelve
A la inasible y frágil
Cresta de alguna ola.
De una ola que, al pronto,
Caerá por su peso,
Deshilachada en gotas
Por el aire y será
Un devenir de espuma
Efímero y fugaz
Sobre la playa, y luego
Nada de nada…¡nada!:
Nada de nada…¡nada!:
Desaparecerá absorbida
Por los granos de arena.
Recuerda quienes fueron
Los que, en los malos tiempos,
Te echaron un capote.
No los dejes de lado.
Y recuerda también
A quienes no quisieron
Recibirte siquiera
Y vuelven, otra vez,
A cruzar por tu vida.
Valora a unos y otros
Y decide después.
¡Ah!... Y nunca te avergüences
De los tuyos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-1-2013
EL ECO (FRAGMENTO)
Soy el eco
de la voz de un demonio,
preso y desesperado,
que se rebela y grita
en el umbral difuso
de esta prisión eterna.
Soy el eco
de una criatura
primigenia que intenta
averiguar sin pausa
el cómo y el por qué
de esta cárcel sin rejas.
Soy el eco
de una garganta ajena:
de un ángel condenado
porque quiso saber
lo que su creador,
un viejo dios, sabía...
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-12-2012
MINÚSCULO
(A Antonio Abdo y Pilar Rey)
Un bosque diminuto
brotó sobre las rocas.
Húmedo y verde, el sueño
dormido entre sus grietas,
se elevó fugazmente
hacia la luz: un tacto
sobre la piel del aire.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-11-2012
LA TUMBA DE FRANZ KAFKA
Húmeda y gris, la niebla,
Con tristeza otoñal
Cubre los viejos álamos
Del camposanto y crece
A medida que menguan
Las hebras de la luz.
Un silencio de abrazos
Sobre el mármol, advierte
La inmensa soledad,
La angustia y el temor
Mordiendo con su borde
De afiladas esquinas.
Gotea en los rostros
Fríos de las estatuas,
Resbala por las fuentes,
Se adhiere a las columnas,
Toca la helada piel… y calla
Hasta el más intrépido
Gorrión del cementerio.
Desde la recóndita
Hondura de la tumba
Un sepulcral suspiro
Incontenible escapa;
Incontenible escapa;
A través de la tierra
Fría y mojada asciende.
Atemporal, helada,
La hiedra enana trepa
La hiedra enana trepa
Por la desnuda lápida
Como si acaso huyese.
Palpitan en su urdimbre
Palpitan en su urdimbre
Sueños, ansias, anhelos,
Reconvertidos
En minúsculas hojas:
Leves pentágonos
En los que transmutaron
Miedo, dolor, olvido,
Buscan tocar el blanco
Resplandor de la vida.
Transubstanciación final,
magia sagrada, alquimia,
desenlace del alma,
ritual acontecido
en un crisol oscuro:
El profundo atanor
De las raíces.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-10-2012
ELLOS
Busqué la paz de los cementerios,
pero el silencio de muertos,
la soledad sin tiempo del reposo
me crispó los nervios.
Pensé que escucharían
todos mis pensamientos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-9-2012
DIÁFANA TRANSPARENCIA DE UNA
PUESTA DE SOL

(A Teresa Pérez Hdez.)
Un pez besa la piedra y raudo se revuelve

(A Teresa Pérez Hdez.)
Un pez besa la piedra y raudo se revuelve
tras un grano de arroz que de tu pelo escapa
hundiéndose en la tarde serena que las olas
han rizado de intensos azules y violetas.
El mar se está durmiendo como un niño rebelde
qué agotado reposa tras la lucha del llanto.
Apoya su cansancio en las rocas oscuras,
espuma de otro mar que llegó incandescente
quedando tras el beso convertido en orilla.
La costa es un espejo de crestas puntiagudas.
El sol se difumina sobre las esmeraldas
talladas en tu rostro desde la antigua aurora,
y un destello naranja se vuelve la caricia
que hasta el diálogo tierno de las gaviotas vuela
rozando la inocencia verbal de los sonidos.
rozando la inocencia verbal de los sonidos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-8-2012
EN EL TACTO DEL HIELO
Gélidas catedrales,
cristalinas agujas,
torres mágicas
pugnando por tocar
la luz de las estrellas,
buscando ese calor
que dé sentido al alma
dormida de las cosas,
sin saber que será
la misma luz que anhelan
quien ha de derretir
su arquitectura al alba.
Las frías nervaduras
que en el aire sostienen
cúpulas efímeras,
mágicos sueños de agua
que subsisten tan sólo
porque la noche quiere.
Arcos de hielo, tensos,
prestos a lanzar flechas
que en su trayecto formen
bóvedas transparentes
para que el viento habite.
Laboriosos vitrales,
sonoros órganos,
candelabros gigantes
con sus heladas llamas,
cánticos ancestrales,
y un fantasma terrible
que hace doblar con rabia
mil terribles campanas
que hace doblar con rabia
mil terribles campanas
que la luna estremecen.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-7-2012
LUJURIOSA LUNA
Un agujero en la mañana vuelca
Un haz de luz divina -el arrebato
Sublime de algún dios enternecido-
Sobre la oscuridad postiza, casi piel,
Con la que el mundo cubre sus tristezas.
Ese bello torrente de luminosidad
Inunda la mar, la tierra, el aire
Y escanciado con amoroso tacto
Por invisibles manos, ilumina
La nocturna lujuria de la luna.
Porque el dios es consciente de que ha visto
Cómo ese cuerpo de mujer vibraba
Bajo el nocturno embate de las olas,
Que en su continuo ir y venir le hacían
Fieramente el amor sobre la espuma.
Ella, consciente de que alguien turbó
Su intimidad sagrada, lo perdona
Con una sonrisa, desdeñosa acaso,
En el recuerdo fugaz de la lejana
Y amorosa caricia de la brisa.
Cede al amanecer -gris matutino aún-
Desnuda y plena, complacida, ahíta,
Arrebujándose ahora entre las sábanas
De revuelto algodón, oculta al cielo
Su helada soledad de primavera.
En un silencio de húmedos cristales,
Ingrávidos, opacos, desvaídos,
Tañe la aurora sus rosadas campanas,
Y los pájaros echan a volar, dejando
El calor de sus cuerpos en los nidos.
Mientras, con un suspiro de satisfacción
Y un gesto mohíno de cansancio,
Encandilada por la luz del sol,
Bostezando, la luna oculta el rostro
Y bajo un sueño azul desaparece.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-6-2012
AL DESNUDAR LA NOCHE

Desde el alto seno
de piedra en que dormita
el fuego lujurioso
de la tierra,
van las manos amantes
del alba resbalando
y desnudan la noche
con ansias y un rubor
en busca del profundo
secreto de sus muslos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-5-2012
MORIRÉ
Moriré como mueren los de mi estirpe,
Como un loco sediento de abrasadora arena
Gritando a voz en grito, buscando el eco
De los desheredados de la tierra,
Porque no me queda otro remedio
Que servir al demonio que me habita,
Ése que me persigue a cada sitio
Donde huyo y me escondo, y manifiesta
Su presencia en techos y mosaicos
Para que no me olvide de quién soy:
La garganta maldita de una voz
Llamando a rebelarse a los más pobres,
A los mansos, a los desposeídos;
Convocando a batalla contra el explotador,
Contra aquellos que roban el futuro
Con argucias y engaños, contra aquellos
Que el engranaje de la avaricia mueven
En esta absurda y miserable máquina
Devoradora de hombres y de sueños...
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-4-2012
HERIDOS Y CANSADOS
Como el ojo de un cíclope
Elevando de pronto
La pesadez del párpado,
Un solitario rayo de sol rompe
La cobertura gris de la mañana y tiñe
De blanca luz la tenue oscuridad
Que hasta ahora impedía
La visión de un nido
De alacranes furiosos
Que estuvieron a punto de pisar
Heridos y cansados del camino
Nocturno nuestros desnudos pies.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-3-2012
ROQUE NEGRO
En el húmedo pecho
Del Atlante,
De laurisilva y niebla
Entretejido,
Roque Negro palpita,
Deja un eco
Que la conciencia rasga
Y nos asoma
A un secreto ancestral:
No sólo piedra oscura,
-Corazón
Basáltico de Anaga-
También es faro
De luz secreta y guía.
Nos lo legaron
Así nuestros ancestros.
Y a su íntima llamada
Acudirán
Sin dilación sus hijos,
Convocados
Por el rotundo eco
De un latido
Que su pecho alimenta.
A su amparo vendrán
Uno tras otro,
Luminosos y ardientes,
Adornados
De cristales de sal
Y agua llovida
En las costas del tiempo
Y de los brezos:
Hombres, mujeres, niños...
Convencidos
Del verde palpitar
De las estrellas,
Sobre el cristal azul
De un cielo herido,
Y del blanco impoluto
De la espuma,
De la nieve y las nubes...
De la nieve y las nubes...
Y el dorado
Frenesí de los campos,
han forjado,
En la urdimbre del sueño,
Su bandera.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-2-2012
EL SILENCIO DEL TRUENO
Ese espacio vacío,
Desde que la chispa
Cósmica ilumina
Nuestros ojos y el alma
Se estremece aturdida
Hasta que el ronco ruido
Nos sobresalta, guarda
Toda la soledad
Del universo.
*
7-1-2012
CUANDO EL HIELO SE FUNDA
Bajo tu falda
nevada
se esconden tus caderas
ardientes de lujuria,
soñando con un baile
salvaje
que desgarre
la quieta indiferencia
de tus ropas de invierno.
Cuando libre
se ofrezca
tu cuerpo,
desnudo tras la danza,
a la suave caricia
del sol,
serás amada,
serás enaltecida,
como jamás
femenina montaña
lo soñara.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-12-2011
EN LA MAGIA DEL ARPA
(A José Luis León)
Casi liquida baja,
Filtrada por sombrillas
Verdes de flamboyanes,
La matutina luz
Que se detiene y queda,
Temblando de emoción,
Enredada en arpegios
Cristalinos que flotan
En la magia del arpa.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-11-2011
MORNING HAS BROKEN
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-11-2011
MORNING HAS BROKEN
(A Cat Stevens)
Aún no toca un rayo de sol
Aún no toca un rayo de sol
la somnolienta ciudad que en nuestros ojos pesa.
El presuroso girar de los neumáticos
va secando su piel de humedecido asfalto
y una tenue neblina nos mantiene
tensos y estáticos, desamparados casi,
frente al círculo rojo del semáforo.
Todo el mundo está atento, preparado
para cruzar sin dilación la calle,
sin reparar siquiera en esa luna
pálida y ojerosa, que bosteza
harta de tanto y tanto trasnochar.
Nadie parece ver al lucero del alba,
partícipe también de su nocturnidad,
hacerle un guiño cómplice, una leve,
amorosa, señal de despedida;
ni al mirlo que, de teja en teja, salta
buscando algún insecto para desayunar.
Pero de repente… ¡Oh! ¡milagro!
Todos alzan la vista al escuchar
el profundo rugido de un avión
frío, liso, brillante, atronador,
que en dos mitades, con su humareda rasga
la frágil piel de un cielo apenas tibio.
Aún sigo sin saber si alguien ha reparado
en la negrura del mirlo, el brillo del lucero
o la opacidad blancuzca de la luna.
Mucho me temo que esto no ha sido así,
Mucho me temo que esto no ha sido así,
porque han tornado todos, al unísono,
a mirar el semáforo anhelantes
y, de reojo, las puntas de sus pies.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-10-2011
INTENTANDO AGITAR CON LEVE TACTO
A José Antonio Labordeta (a un año de su muerte)
Desde que alzaste el vuelo y te alejaste
de esta prisión azul -cárcel esférica-
de esta terrible y luminosa ergástula,
cuyas rejas tan sólo abatir puede,
con fugaz, certero movimiento
de su afilada hoja de guadaña,
la poderosa mano de la parca,
ha transcurrido un año... un año ya
de esa rauda, absurda, cruel falacia
que los seres humanos, empeñados
en medirlo todo con desesperación,
dimos en llamar tiempo: ese periplo
en torno a un dios, ardiente y solitario,
del que formas ya parte para siempre.
porque vienes a ser un rayo más,
un haz de luz divina de esa corte
mágica e infinita que despierta
con la serenidad de la alborada,
intentando agitar con leve tacto
la adormecida conciencia de los hombres.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-9-2011
UN EJÉRCITO DE MALVAS Y NARANJAS
Un ejército de malvas y naranjas,
Uniformes de campo, huestes múltiples
De hombres mayores, jóvenes, muchachas…
En formación avanzan por las calles
Dispuestos a la lucha, decididos
A presentar batalla a la mañana,
Con sus hojas de palma
Como lanzas guerreras adosadas
Al costado metálico del carro:
Flaco rocín gris de testa nula.
La caballería, en este caso atípico,
Aparte de transporte, no sirve para nada.
El peso aquí lo lleva todo la infantería
Que con buen ritmo marcha y se divide
En pequeñas facciones o unidades,
Siguiendo una previa estrategia,
Preparando el ataque a los residuos.
Luego alzarán con brío las espadas,
Las espadas obreras de sus manos
Y barrerán a golpes de mandoble
Todo aquello que afee, ensucie, manche…
Los paseos y aceras, las calzadas,
Plazas, rotondas, parques y jardines.
Y cuando el campo de batalla quede
Limpio y resplandeciente, lo contrario
De lo que suele ocurrir en las contiendas
Militares al uso, recogiendo sus armas,
Retornarán de nuevo a sus cuarteles,
Satisfechos no sé… pero cansados.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-8-2011
CANTOR QUE AMA GUITARRAS
(A Rafael Amor)
Cruje tu canto
tallado en las entrañas
y brota tu voz
dispuesta siempre
al grito libertario.
Corren tus dedos
-funámbulos extraños-
sobre el acero
de cuerdas consentidas,
detrás de las furtivas
mariposas que escapan
del sagrado embeleso
de su alma.
Entre tus brazos vibra,
caricia tras caricia,
su textura sutil,
mansamente, feliz,
-guitarra enamorada-
y al calor de tu pecho
deja escapar mimosa
ese plañir
de amada satisfecha,
y en tierno abrazo
formáis un solo cuerpo
para engendrar un hijo
de amor, garganta y cuerda.
Miguel Ángel G. Yanes
*
07-07-2011
ESTA NARANJA AZUL
No me creo eso de que lo hayan matado por error.
"Ellos" saben muy bien cuál es la voz del pueblo e intentan silenciarla;
tarea inútil, porque es imposible erradicar su eco.
tarea inútil, porque es imposible erradicar su eco.
(A Facundo Cabral, en la memoria)
Aunque las aves de presa hayan logrado
picotearte con saña el pecho y darte
una muerte feroz, tan sólo muere
la carcasa que habitas: ese cuerpo
donde amaste y soñaste un simple instante,
un destello fugaz, apenas nada.
Pero ha bastado el brillo de tu estrella
erradicando las sombras a su paso,
liberando los sueños uno a uno,
dando a luz ese pulso que hará libre
algún día a los pueblos de la tierra.
Y esa conciencia, aturdida y febril,
despertará por fín y sentiremos,
más allá de culturas, religiones,
filosofías, leyendas, mitos, razas...
más allá de culturas, religiones,
filosofías, leyendas, mitos, razas...
que una sola humanidad palpita
sobre la frágil piel de esta naranja
delicada y azul.
Ten por seguro, amigo, ¡no lo dudes!
que aunque, físicamente, ya no habites
tu conocida forma, y estos ojos
humanos no te alcancen,
estarás siempre aquí, junto a nosotros:
Vivirás en la voz, en la esperanza,
en las profundidades del alma de los pobres,
en el hondo latido de sus pechos,
en las grietas de sus dolientes manos,
en su risa, en su lecho, en su tristeza,
en la sed de sus ardientes labios,
en su amor, en sus ansias,
y en el golpe rotundo de sus párpados.
¿Lo oyes?
Es el eco de tu voz marcando,
metrónomo celeste, el ritmo mágico
del corazón del indio que acompasa,
a su vez, el corazón de fuego
de esta naranja azul.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-6-2011
LA ENREDADERA DE LA LUZ
(A Maki)
La enredadera de la luz se ciñe
A tu cuerpo desnudo.
No existe nada más.
Trepa desde tus pies,
Abraza tus tobillos,
Unce tus pantorrillas,
Gira en torno a la corva
De tus rodillas, toca
Con sinuoso anhelo
La suave piel del muslo,
Rodea la blanda curva
De tus nalgas y posa
Sus luminosos labios
En el lago sagrado de tu sexo.
Calma su sed y asciende
Por los valles angostos de las ingles,
Sube al monte de Venus
Con decisión y deja,
Sobre el rizado bosque de tu pubis,
Las lumínicas huellas
De su insistente luz.
Dirige sus pasos cumbre arriba,
Hasta alcanzar las crestas
Que tus caderas trocan
En femeninas formas.
Allí oscila un instante
Resbalando después al terso valle
De tu ingrávido vientre.
Descansa en él e intenta acto seguido
Alumbrar de algún modo,
Girando sin cesar en torno suyo,
La oscuridad que oculta
El profundo secreto del ombligo:
Humano ónfalos
Donde la vida, atada un solo instante,
Se suelta sin remedio…
Y vuelve a huir.
Con la tenacidad
De las enredaderas,
Lenta y exasperante,
Cubre al unísono
Brazos y tronco… aspira,
Tras un esfuerzo ímprobo,
A coronar la cota
Melliza de tus pechos.
Resplandecen al tacto ambas colinas
De puntiagudos senos.
Y en la firme atalaya de los pezones queda
Suspendida en un lapsus,
Su luminosidad.
Pero no fina aquí
Su largo recorrido.
Rueda por las tibias
Laderas rumbo al cuello.
Lo envuelve con la larga
Bufanda de su luz.
Y quedan tus hombros
Cubiertos por sus flecos.
Trepa por la barbilla
Hasta la roja fuente de tu boca.
Abre tus labios con desesperación.
Como si de un náufrago marino se tratase,
Se hunde en ellos y bebe
Hasta saciar de nuevo su cristalina sed.
Reconfortada inicia
El ascenso final sobre tu rostro.
Ilumina la piel de tus mejillas.
Salta de tus pómulos de pronto a tu nariz
Y observa, con curioso interés:
El cabello extendido en la almohada,
Tu inmaculada frente,
La curvatura leve de tus cejas,
Tus abanicos de alargadas pestañas,
El lóbulo desnudo de tu oreja.
Pero sobre todo le llaman la atención
Tus párpados caídos.
Duda un instante, pero…
En un arranque de determinación
¡Se atreve a levantarlos!
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-5-2011
AGUACERO
Tras la cortina fría
de la lluvia se mienten
mar y cielo, fundidos
en un gris incesante.
Raya la aurora el lienzo
con un trazo continuo.
La boca de la gárgola
deja escapar un hilo
de curva transparente,
a intervalos cortado
por el beso del viento.
Una verde
luminiscencia puebla
el fondo del barranco;
ruge invisible el agua
bajo el frondoso manto.
En un charco no espejo,
infinitas y efímeras
las cúpulas se abisman.
Arrecia el aguacero
sobre los rostros fríos
que, estáticos, aguardan
el paso de los muertos.
Débilmente la niebla
se posa tras sus ojos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-4-2011
COMO COCODRILOS A LA ORILLA DE UN RÍO
Sobre el césped recortado y brillante,
Hay un par de bardinos enormes
Cómo cocodrilos a la orilla de un río.
Sus hocicos husmean la corriente
Por si llega algún coche de pronto
Que perturbe su hastío.
Se parecen también a toneles
Que rellenos de vino estuvieran
Esperando un transporte fluvial.
Atigradas sus duelas se estiran
Permitiendo que los aros palpiten
En sus cuellos redondos.
Se me antoja de repente que fueran
animales dormitando en las costas
verde y grises de Irlanda.
Tal vez osos o leones marinos,
Porque advierto cómo espantan las moscas
Sus pequeñas orejas.
De pronto, un follón de ladridos
que me aturde, me saca
De mi ensimismamiento.
Lo que acaso podrían haber sido
También dos troncos secos
Han vuelto por sus fueros.
Si no es por la verja que nos separa,
Contra la que golpean con denuedo,
Hoy hubiera acabado como festín de perros.
Miguel Ángel G. Yanes
*
7-2-2011
UN REGUERO DE LUZ
UN REGUERO DE LUZ
(A John Oregón)
Desde la línea añil de nuestro mar,
cuyo beso de espuma estalla y queda
prendido en las aristas lávicas de las Islas,
al murmullo distante de tus pasos
sobre la piel de América, se extiende
un reguero de luz que recompone
los antiguos senderos perseguidos.
Miguel Ángel G. Yanes
*
EL CERNÍCALO Y YO
7-1-2011
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