31/12/20

SALARIO MÍNIMO INTERPROFESIONAL

Iglesias, sobre la congelación del salario mínimo: "Un Gobierno progresista no puede estar a la orden de la CEOE"

El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en una imagen de archivo - Kiko Huesca / EFE

El vicepresidente segundo Pablo Iglesias, ha mostrado su descontento sobre la congelación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a pesar de los esfuerzos de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, de cara a una nueva subida para 2021. "Un Gobierno progresista no puede estar a la orden de la CEOE", ha señalado Iglesias sobre la decisión del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, de no subir el SMI para 'aliviar' a los empresarios, tal como defiende también la vicepresidenta de Asuntos Económicos Nadia Calviño.

Sánchez, que compareció este martes en rueda de prensa para presentar un informe sobre el balance del primer año del Gobierno de coalición, concedió el derecho a veto a los empresarios al afirmar que "cualquier subida para este próximo año estará condicionada al diálogo social", donde la CEOE ya ha manifestado que "no está dispuesta a negociar ninguna subida salarial".

Las aplaudidas palabras de Yolanda Díaz sobre la subida del Salario Mínimo: "¿Por qué dejamos fuera a los débiles?" 

Las aplaudidas palabras de Yolanda Díaz sobre la subida del Salario Mínimo: "¿Por qué dejamos fuera a los débiles?" - Tremending

Así, Iglesias, en una entrevista en Las cosas claras (TVE), ha empleado las palabras que Yolanda Díaz ha pronunciado esta mañana y ha criticado que el sueldo de los funcionarios se revalorice en un 0,9% mientras que el del resto de trabajadores no siga la misma estela"Si estás diciendo que los salarios públicos aumenten, no puedes defender que los que menos ganan no puedan recibir 30 céntimos más al día", ha apuntado.

"Hay una discrepancia clara en el Gobierno y la ministra ya ha dicho que va a ser esforzándose. No sólo es una cuestión de justicia social sino de eficiencia económica", ha añadido. Asimismo, sobre la negociación del Gobierno con la CEOE y los sindicatos, Iglesias ha subrayado que "si le haces caso sólo a la patronal, entonces no es un diálogo. Un Gobierno progresista no puede estar a la orden de la CEOE", zanjó.

 
Miembros de la CEOE

FUENTE: publico.es
Pilar Araque Conde
Madrid - 30/12/2020 

 
Voten lo que voten, está bien claro quién manda en este 'pís'.
 
¿Entienden ahora por qué este ciudadano se abstiene por sistema?

URRACAS PARLANCHINAS

 

Miguel Ángel G. Yanes

¿TRANSICIÓN MODÉLICA O RESTAURACIÓN CORRUPTA? - PARTE III

CONTINUACIÓN:

GM: ¿Hay relación entre Estado y heroína?

GLM: Las Madres contra la Droga de Vallecas van a las comisarías a protestar porque ellas identifican algunas en las que supuestamente se está distribuyendo heroína a sus hijos, y realizan en los años 80 manifestaciones frente a ellas. "Esto es un dato histórico. Muy significativo. Pero nadie ha encontrado todavía la evidencia de que hubiera un plan organizado para acabar con la juventud politizada a base de jaco". Juan Carlos Usó Arnal ha escrito ese libro, "¿Nos matan con heroína?", en que se discute el tema. Él dice: "De acuerdo, no tenemos una sola prueba de que hubiera un plan organizado, pero tenemos muchísimas de la convivencia de sectores muy importantes de las fuerzas de orden público con el tráfico de heroína"

Supongamos que sea cierto que en las comisarías de los barrios obreros más combativos se distribuye droga . Eso puede ser un dato que incluso se podría llegar a probar, cosa que nunca se ha hecho. Pero de ahí a inferir que hay un plan organizado por el Estado, una especie de GAL farmacológico, hay que dar varios saltos. Aunque podemos hacer una aproximación diferente y no hablar de un poder organizado conforme a un plan, unos objetivos y una estrategia. "El poder funciona muchas veces de modo acumulativo, como el Tetris".

"Unas piezas permiten colocar otras. El poder son tecnologías, cuerpos y espacios. Tecnologías que permiten el dominio de espacios por medio de cuerpos". El alambre de espino se diseñó para cercar rebaños en tierras de 'indios', y enseguida pasó a utilizarse con personas, con esos mismos 'indios sin tierra'. Más recientemente, a partir de la existencia de los teléfonos móviles se han desarrollado formas de vigilancia que antes eran inimaginables, pero la existencia de móviles no es necesariamente la causa de la construcción de esa vigilancia. "Con la heroína pasa lo mismo. Su circulación y consumo acaba marginando y destruyendo a esa generación, pero eso no explica la demanda de opiáceos".

"La policía controlaba los cuerpos de esa población, pero no sus deseos". Esa sería mi entrada en la cuestión de la heroína. Las cifras son tan masivas porque hay todo tipo de consumidores… pero lo que sí es muy significativo es que algunos de los intelectuales y activistas clave de la contracultura acaban en ese espacio. Ellos contarán cómo las utopías de los 70 desembocaron en el consumo de heroína en los años 80, y en la muerte. "Y es que, el de la contracultura es el único relato de época que tenemos, que nos explique cómo pasamos de una juventud en las calles, totalmente comprometida con una ruptura en la vida cotidiana a tener una generación de yonquis".

"De momento no hay ninguna explicación mejor que ésta, aparte de la hipótesis conspirativa". Otros lo solucionan con explicaciones del tipo: “Eran cuatro gatos”, o “esto pasaba en todos los países de Europa”. Que son anti-explicaciones, porque no explican nada. También están quienes dicen: “Bueno, en fondo, era gente marginal…”.

GM: No era gente marginal. Los quinquis sí eran marginales, pero la mayoría de los yonquis no lo eran.

GLM: "Claro que no. Era un mundo interclasista. Muchos hijos de la burguesía y del lumpen acabaron en los mismos tugurios". Tengo la sensación de que el problema no es tanto el relato en si, sino que el verdadero problema es hablar del problema. Si tú hablas de esta generación, el problema es que "estás hablando de algo de lo que no se quiere hablar". Cuando en 1984 viene Jünger Habermas invitado al Congreso de los Diputados, dice "que el gran peligro para la estabilidad de la democracia española, para el proyecto de capitalismo modernizador que ésta representa, es la 'alianza de las fuerzas improductivas', de los 'disidentes de la sociedad industrial'".

Jürgen Habermas

Habermas dice que «el mundo de la vida se halla amenazado por igual tanto por la monetarización de la fuerza de trabajo como por la burocratización», es decir, lo que hoy llamamos tecno-capitalismo neoliberal. Pero el tipo, que es muy listo, ha podido ver en Berlín y en Hamburgo "nuevas afinidades entre distintos jóvenes marginales, contraculturales, anarcos, okupas, punkis, gays, ecologistas, en fin, toda la izquierda contracultural heredera del 68".

"A mediados de los 80 muchos barrios están hechos polvo por la crisis industrial de comienzos de la década y por la destrucción generacional asociada". Y es que prácticamente ha habido una guerra. En el sentido de que tú no ves ruinas, pero hay un mundo que ha desaparecido. En España, la marginalidad de esta juventud conecta directamente con la transición política. "Y es que en el año 79 hay una crisis que se decide que afecte fundamentalmente a los menores de 25 años. Y eso fue una decisión política".

Astilleros Eukalduna (desindustrialización años 80)

GM: Se decide combatir la inflación con paro. Los sindicatos están de acuerdo. Es algo ¡único en el mundo!

GLM: Eso es. "A condición de que los jóvenes del baby-boom lo asuman. Que son justamente los que se enganchan en masa a la heroína". No es causa-consecuencia… no, los jóvenes tenían sus propios planes. Pero entre sus planes estaba la deserción de esa sociedad de la que ya estaban excluidos. "Disidentes del proyecto mal llamado progreso". Entonces es inevitable conectar todo ese proceso con la fundación de la democracia.

IE: Es un argumento atractivo pero me sigue pareciendo bastante idealizador. 

GLM: Bueno, depende de en qué sentido. O sea, en el año 86 (me parece que es el 86) en plena fiesta de Bilbao, se llena todo de punkis. Entonces el alcalde de Bilbao decide que hay que darles una ducha, raparles el pelo, cambiarles la ropa y vestirles como 'personas decente'. Esto lo decide un alcalde, y se monta un estado de excepción en el centro de la ciudad, se conculcan derechos y, efectivamente, se les rapa, se les baña, se les cambia de aspecto y se les queman sus viejas ropas. Y a todo el mundo le parece muy bien. Como tampoco nadie ve entonces las torturas en los cuarteles.

Grupo de punkies a los que, por las bravas, les cortaron la cresta en la Aste Nagusia (Semana Grande de Bilbao - 1985)

Pero las dos cosas están unidas. Y son un problema desde una perspectiva ciudadana, o sea ¿qué clase de poder, de poder municipal, tiene la capacidad de convocar de manera extrajudicial a los cuerpos de orden público para la gestión desposesiva de los cuerpos de los jóvenes porque no son ciudadanos convencionales? No son percibidos como parte de la democracia.

IE: Conforme. Pero me cuesta más estarlo con un párrafo así: “Las drogas en escena no eran una evasión, eran los catalizadores de una energía política colectiva que se expresa en la relación ritualizada entre el cuerpo de los artistas y el cuerpo de la comunidad”... 

GLM: ¡Esto es la paráfrasis de una cita! No puedes desvincularla de la cita anterior. ¡Estás haciendo trampas!

IE: Vale. Lo que vengo a impugnar, desde la aprobación y la admiración del análisis que haces de la época, es la fraseología con que lo envuelves a veces. Me resisto a ver a muchos de los jóvenes sobre los que hablas como una especie de héroes democráticos... En este sentido, participo de las reservas que, también desde la aprobación y la admiración de tu trabajo, expresaba Jordi Gracia.

Jordi Gracia, catedrático de literatura y ensayista

GLM: De acuerdo. Pero podemos verlo por partes. En su texto, Jordi lo que viene a decir es que todo el proyecto de la contracultura estaba muy bien y que hasta puede ser que tuviesen la razón, y seguro que eran los más listos y mejor preparados, pero lo que la sociedad quería era más franquismo sociológico y menos filosofía pos-estructuralista. "Que el contenido moral de la democracia lo define el sentido común de clase media consumidora. Y que los rupturistas, políticos o culturales, eran minoría". A propósito de la debacle generacional y la desaparición de la contracultura, se acaba siempre asumiendo una perspectiva de "pasó es lo que tenía que pasar", y se acaba confundiendo sujetos políticos y participación democrática. "Que la derecha sociológica vote en bloque no la convierte en representante de los valores democráticos".

A veces, como en 1936, puede ser justo lo contrario. En una perspectiva ideológica, las luchas que se identifican como propias de la democracia laicidad, divorcio, aborto, igualdad de mujeres y hombres, derecho a la propia sexualidad, libertad de expresión, reunión y asociación, de sindicarse, derecho de huelga, amnistía, fin de los abusos policiales, fin de la pena de muerte, de la mili obligatoria, de las torturas, emergencia de las culturas ibéricas, etc., etc., esas luchas las encarnan fundamentalmente el ancho y extenso mundo de la juventud contracultural y antifranquista, de las asociaciones de vecinos y los sindicatos autónomos, o los grupos de jóvenes auto-organizados. Estas son las fuerzas sociales que podemos identificar como democráticas. Otra cosa distinta son las complejas adscripciones ideológicas de cada persona. 

IE: De acuerdo. Pero me pregunto, entonces, si el problema no reside en el término democracia, cada vez más vitriólico, y si lo que estamos oponiendo no son dos concepciones de la misma: una institucional –la democracia liberal, devenida en democracia comercial–, y otra mucho más anárquica, que en cierto modo subvierte la tradición histórica de la sacrosanta democracia tal y como se encarna en Europa y Estados Unidos.

GLM: Esas palabras que citabas antes parafrasean a Xaime Noguerol. Me parece que él capta algo importante de lo que se juega en la energía de los conciertos masivos de rock de principios de los años 80. Creo que esa es una experiencia interesante alrededor de la cual hay mucha gente, hay comunidad en ese tipo de música. Y hay política. Una política de la fiesta y del cuerpo. La energía que los rockeros podían convocar y encarnar a través de sus cuerpos, llevándolos al límite, ese derroche era reconocido por su público "como un deseo colectivo de desbordamiento, aventura, goce, alegría o lucha".

Kiss

IE: Seré un antiguo, no lo dudo, pero sólo acepto hablar de política, en ese contexto, extendiendo el término a una dimensión antropológica... 

GLM: Yo no lo veo así. Por ejemplo, El Coleta, en su revival quinqui del que hablábamos antes, hace también una comunidad política, está usando imágenes políticas del pasado transicional –de quinquis, heroinómanos, músicas urbanaspara reflexionar hoy sobre el presente, la crisis política, la falta de horizontes para la juventud de los barrios, etc. Ofrece a sus contemporáneos, jóvenes de la crisis, un espejo histórico en el que mirarse, un disfraz, el de macarra, y una tradición propia. No hay que irse al Bronx, también hay un legado de mala vida y supervivencia en nuestro contexto, sobre el que se puede hoy rapear, parece decir.

Ramsés Gallego 'El Coleta'

IE: Claro, claro, evidentemente.

GLM: Bien. Lo que me interesa, en todo caso, cuando reproduzco las palabras de Noguerol, es que "nos cuentan aquel proceso desde la perspectiva de sus protagonistas". Para no convertirlos en víctimas, traigo sus palabras para demostrar que aquellos jóvenes, uno: pensaron; dos: hablaron; tres: escribieron; y cuatro: recuerdan. Y, nadie se ha ocupado de esto. "No asumo sus categorías, cuido de su punto de vista. Soy más testigo que mitómano. Más abogado que juez. De alguna manera lo que intento traer son esas voces". Hago un intento de mediación, y a veces juego con el estilo indirecto libre.


 Xaime Noguerol

Pero siempre, al final, estoy un poco intentando salir de mi voz. Y traer los textos. Uso la metáfora del espiritismo, del médium, para poder hacer eso. Luego lo que pasa es que tú también eres un buen lector y, efectivamente, te diré que los últimos capítulos, son los que menos reescritos están. Y quizás se emplea un tono más entusiasta que, quizás, si le hubiera dedicado más tiempo, habría ajustado mejor. En este aspecto te doy la razón.

O sea, en la cuestión de los énfasis en la escritura. Qué le voy a hacer, soy entusiasta. Y sobre el argumento central de Jordi Gracia, eso de decir: “No hay nada democrático en meterse un pico, estamos de acuerdo

"Pero quizá sí hay algo democrático en tener derecho a drogarte. Quiero decir que se puede argumentar que el derecho a las drogas es también un derecho ciudadano, el ejercicio de una libertad. Si se hubieran legalizado las drogas, no habría existido una epidemia de heroína en la España de entonces". Tampoco en Estados Unidos, donde ahora está habiendo un incremento salvaje del consumo de heroína. "Gente a la que le han sido recetados 'painkillers' se vuelven adictos cuando se los retiran y en el mercado negro adquieren precios impagables, así que meten la heroína como sustituto barato..."

"La legalización de las drogas, para empezar, transformaría estos problemas sociales y de llamado 'orden público' en simples problemas médicos o psicológicos, mucho más fáciles de resolver". Hubo una discusión histórica muy fuerte en los años 90 con los antiprohibicionistas, que sostienen que "el auténtico problema de las drogas es la propia prohibición". Yo estoy de acuerdo con eso. Pero también hay una dimensión filosófica, de filosofía política. ¿En nombre de qué se prohíbe? En nombre de la minoría de edad de las personas. "De tu incapacidad de gestionar tu propia farmacología y tu propia vida…"

Esa parte del proyecto tiene que ver con la democracia. Como decían los grafitis de la época, "la democracia tiene que ver con la mayoría de edad política. Y el ejercicio de la libertad se concebía de manera total. Era una cuestión de soberanía personal". ¿Me quiero drogar o no? A mí personalmente no me interesa la heroína. Pero si me interesase, no me convertiría en un sujeto antidemocrático, ni se lo estaría imponiendo a nadie. Estaría asumiendo mi derecho a las drogas. Yo no quiero que todo el mundo se drogue, eso sería distinto, ¿no? Eso sería una lógica diferente.

IE: Pero

GLM: Espera, por partes. Y hay una parte de la farmacología que se conecta con esto, con qué significan los derechos ciudadanos, cuál es el lugar del individuo en la sociedad. ¿El individuo se tiene a sí mismo, es un sujeto de sí mismo en una democracia? ¿O tiene que ser paternalizado, garantizado, mediado por estados, iglesias, sectas, instituciones, etc.? Ahí hay una discusión política. Pero es que además "el proyecto de estos jóvenes no era picarse. Que terminaran así en los 80 no significa que su proyecto político para la democracia fuera ese". ¿Te cuento algo de su proyecto democrático?

Bicicletas, energías renovables, acabar con la contaminación, autonomía del ocio del dinero, libertad para la asociación en el espacio público, recuperar fiestas populares, paneles solares, gestión soberana de los recursos, antimilitarismo, desmilitarización... En fin, todo ese tipo de proyectos que, no sé, no me parecen nada antidemocráticos. Algunos incluso han sido incorporados por el sentido común hegemónico. Hay tradiciones políticas que vienen de allí. El municipalismo actual asume las ideas de la contracultura de una manera incluso rebajada, diríamos. Porque no había nada antidemocrático en querer gestionar de una manera colectiva los espacios, ¿no?

IE: Ahora eres tú el que haces trampas. No suscribir positivamente los postulados democráticos, o no articular políticamente las propias conductas, ni siquiera las propias aspiraciones, no te define como antidemocrático.

GLM: Vale, pero lo que yo digo es que todo esto que acabo de mencionar representa una gran acumulación de valor democrático. "La democracia no es sólo un procedimiento. Es también un conjunto de valores que tienen que ver con la combinatoria de libertad e igualdad y fraternidad/solidaridad a través de la participación libre y no jerárquica de individuos en la gestión de lo común".

IE: Bien, muy bien, no hay modo de pillarte. (Risas) Pero en otro lugar de tu libro dices: “Desde el punto de vista de la oferta, los jóvenes transicionales se encontraron metidos en un laberinto. Pero si exclusivamente consideramos este punto de vista estamos borrando la dimensión subjetiva del proceso. La capacidad de esta juventud de querer y de desear esas formas de vida asociadas a su búsqueda de un devenir yonqui que pudiera placar las contradicciones generacionales de una ciudadanía poética sin reconocimiento en un contexto político reaccionario.” Otra vez me cuesta un huevo aceptar la fraseología que empleas. ¿La búsqueda de un 'devenir yonqui'?” ¿No te parece un exceso…?

GLM: ¿Qué es lo que te cuesta? ¿Que haya gente que quiera meterse heroína?

IE: Toda la frase, entera. La atribución a todo eso de una dimensión proyectiva…

GLM: Entiendo que la radicalidad de ese momento y la agilidad de esas formas de vida nos produce un desafío y a mí me las ha producido en el proceso de hacer este libro. Yo la primera vez que vi Arrebato no pude dormir esa noche. Pero esa cinta es una alegoría de un proyecto generacional. Así lo comprenden sus protagonistas.

IE: Revisaré esa película. Pero vamos terminando, porque esto se nos está yendo de las manos. ¿No hay una deformación profesional en tu libro, ya desde el título –'Culpables por la literatura'–, con esa precedencia que atribuyes a la literatura, cuando la contracultura parece penetrar tanto o más el mundo del cine, de la música...?

GLM: 'Culpables por la literatura' es un título que plantea la relación entre los devenires de esta generación y unas formas de cultura a través de la escritura, a través de las letras. Yo digo explícitamente, desde muy pronto en el libro, que voy a utilizar la idea de literatura como institución imaginaria, de una manera voluntariamente abierta; que literatura es aquí un sinónimo de estética. "Una forma prototípica de una estética y una política de época". Podría haber titulado el libro 'Culpables por la cultura', o 'Culpables por la estética', pero ninguno de los dos títulos funcionan, por varias razones. Yo hablo de una noción expandida de literatura, que es la que practicamos desde los estudios culturales.

El concepto que a mí me interesa es el de bio-literatura, es decir, "la relación entre vida y estética, compulsiva y potencialmente emancipadora, la capacidad que la imaginación estética tiene de redescribir nuestra comprensión del mundo transformando nuestro lugar en él". O sea, para mí, en este libro no hay ninguna diferencia entre la relación quijotesca, bioliteraria, que se da en los años 70 a través de la literatura, con la que produce el cine, o la música, o la política, o el teatro.

Todas las formas estéticas fueron vividas de la misma manera, radical, compulsiva, límite. ¿Por qué escojo privilegiar la literatura? ¿Puede ser un prejuicio profesional? Quizás sí, pero también me parece que "la literatura, la escritura es la forma de cultura más importante para esta generación. Sobre todo para la del 68. Es claramente central. Hablamos tanto de literatura revolucionaria, como de novela de aventuras".

"Dedico una parte muy importante a argumentar por qué la literatura es la principal de todas estas 'tecnologías', la que conforma la relación con todas las demás, frente a la noción de bio-poética". Hay otras fuentes, Rancière, Bourdieu, hay una serie de escritores que me ayudan a armar esa noción, que es algo tan básico como decir "que la estética permite a los sujetos imaginar su lugar en el mundo de otra manera". Y la fuerza que esa estética, que ese acto de imaginación política tiene sobre la identidad es tan grande que cambia la vida. Esa es una experiencia que pasa a todos los niveles en todas las partes del mundo. Es algo antropológico

Le pasa a Don Quijote y a los conquistadores de América intoxicados de crónicas. A Rousseau y a los jóvenes jacobinos que lo leyeron. "Y no siempre es bueno creerse los locos sueños que los libros suministran". El romanticismo es el momento en el que se construye esta relación de la modernidad donde de alguna forma las gentes se apropian de manera auto-organizada de las promesas, los mundos que la estética les enseña a imaginar, ¿no?

Jean-Jacques Rousseau

IE: Supongo que sí. Pero vamos con la última cuestión. En tu cartografía de la contracultura, ésta abarca casi todos los palos, por así decirlo. Excepto uno, a mi ver, que sería el de la política entendida ella misma como cultura. El de la tradición política enfrentada a la cultura política hegemónica. La tradición del comunismo, por ejemplo, no del eurocomunismo del Carrillo claudicante, sino del comunismo leninista, por ejemplo, ¿no es contracultura en el marco de la Transición? Al lado del joven del que se pierde el rastro cuando se sumerge en la adicción a la heroína, ¿no cabría poner a la juventud militante de partidos que ya entonces se calificaban de extrema izquierda, algunos de los cuales impugnaban muy articuladamente la democracia que se estaba construyendo, pero lo hacían con programas concretos, por muy descabellados que puedan parecer?

GLM: Siempre cuento la siguiente anécdota. "Una vez entrevisté a algunos activistas transicionales, unos tipos cripto-gays que habían montado una cooperativa muy interesante que funcionaba como restaurante. Vivían en un piso comuna, tenían la misma caja común para el papel higiénico y para el bar-restaurante; uno de ellos era del Partido Comunista, otro había montado el primer grupo de Amnistía Internacional en su ciudad, se auto-organizaban las clases en las huelgas generales, y luego obligaron al rector a que les aprobase los cursos que se habían hecho tomar a sí mismos..."

"Unos falangistas les pusieron una bomba, pero eso fue más tarde, ya en el año 83, me parece". Uno de esos tipos, que realizó todas estas experiencias en los años 60, cuando le entrevisto me dice que no tiene nada que contar sobre la transición porque, literalmente, "él no estaba metido en política". Entonces yo le digo: "pero hiciste esto, esto, esto y esto". Y él que no, "que eso no tenía nada que ver con la política". Pues perdona, tú, en la época no hubieras dicho lo mismo. Todo eso para ti era tu política. Como dicen los Hijos del Agobio, era 'política del barrio', 'de estar con la gente'

El proyecto político democrático radical en los 70 no diferenciaba entre la vida cotidiana y sus formas de organización política. Claro, "cuando esto se censura a través del Estado, y a través de la salvaje mortalidad juvenil de los años 80, pues se vuelven a disociar, la vida de un lado y la política de otro. Y también la memoria se disocia". Es una cosa que podemos volver a pensar desde otra clave en el 15-M. "En el 15-M, política y cultura estaban juntas. En los nuevos partidos políticos ya no. Son de nuevo los expertos de la política y la cultura, y todo vuelve a pensarse como propaganda, como guerra cultural, como lucha por la hegemonía", aunque la llamen 'construir pueblo'. 

IE: A lo que voy: ¿crees que la militancia política clásica, es decir, la de los partidos de izquierda, es responsable de su propio fracaso, a diferencia de los jóvenes contraculturales?

GLM: No. Sería más sutil, en el sentido de que ahí pasan cosas muy distintas porque hay movimientos autónomos muy fuertes en todo el primer contexto de los años 70, y tú no puedes explicar las movilizaciones de Vitoria del 76 desde la política organizada. Al contrario... 

Movilizaciones en Vitoria a raíz de la matanza de trabajadores provocada por la Policía Armada el 3 de marzo de 1976

GM:  Muchos eran comunistas...

GLM: Sí, sí. Y las Comisiones Obreras no dependían de Santiago Carrillo. O sea como que "hay un proceso de cristalización, de fosilización, de intrusismo, de un aparato que se impuso sobre las bases diciéndoles cómo tenían que organizarse…" Un problema de la cultura comunista en España era su matriz católica. Afecta a toda la cultura política española. La ruptura contracultural tiene que ver también con ese hecho.

Santiago Carrillo

"Estamos en democracia, esto ya no tiene sentido, disuélvanse", les dicen. ¡Y muchos obedecen! Lo fuerte es eso, ¡que obedecen! Hay también otros procesos interesantes. En fin, esos conflictos no se van a vivir igual entre los más o los menos jóvenes. Son más dramáticos para la gente que tiene una experiencia más larga en el franquismo, los que son un poco anteriores al 68, o incluso del propio 68, pero que todavía no se socializan en la contracultura. A partir del 70 se vive de otra manera. Y la experiencia central de la generación del 77, o sea "de los nacidos alrededor del 55", vamos a decir, "es el desbordamiento político-cultural de las estructuras de militancia política tradicionales"

De alguna manera lo que se siente es que "las estructuras de militancia política no pueden acoger la nueva vida y se produce un colapso de las estructuras tradicionales de militancia política". Es un gesto hiperpolítico, si queremos. Hay una conciencia de que las estructuras tradicionales no respetan el lugar que se desea en el mundo. O sea, "yo no necesito un cura o un comisario que me diga cómo me tengo que organizar ni cómo tengo que vivir. En la sociedad democrática esas estructuras ya no tienen lugar". La única estructura que puede organizar la democracia es la de tipo asociativo, en la cual cada individuo tenga derecho a participar o no. Y ese es un gesto que va a pasar una y otra vez, y en todas partes.

GM: Pasa en la CNT

GLM: Pasa en ETA. Pasa en el PC. Pasa en la CNT. Pasa en el nacionalismo gallego. Es una experiencia transversal a todas las formas de militancia política antifranquista. Sigue pasando hoy. Por supuesto, "están aquellos que no renuncian y se radicalizan". Pero también esa radicalización es otra manera de procesar esa, digamos, incapacidad de las formas de organización políticas jerárquicas, vamos a llamarlas jerárquico-autoritarias, de organizar la vida nueva de la democracia.

Entonces en el ámbito de tu propia vida, tú dices, mira, chaval, es que esto no me interesa.

¡Yo quiero vivir de otra manera!

FUENTE: ctxt.es
Guillem Martínez / Ignacio Echevarría 
28/11/2020

Siempre he pensado que, a la sordina, el Estado es permisivo con las drogas (si es que no las potencia él mismo) porque la población enganchada a los estupefacientes nunca va a rebelarse. Están ahí, en 'stand by', sin custionarse para nada el sistema. Así que aunque cometan una serie de delitos (lo que a su vez permite mantener activos los cuerpos policiales) y tenga con ellos una serie de gastos sanitarios, rentabiliza su situación. Lo entendí de muy joven al leer la palabra 'soma' en 'Un mundo feliz' de Aldous Huxley. Pues las drogas vienen a ser uno más de los diferentes tipos de 'soma' con los que el Estado, día a día, nos aliena y entontece. Pero claro, si se despenalizaran, el tráfico ilegal desaparecía y con él, uno de los mayores negocios del mundo. Y claro...

Pertenecezco a esa segunda oleada antifranquista (la de los nacidos en los años 50) que intentó torcerle el brazo al régimen. Es por ello que la frase que más me ha llegado de Germán Labrador ha sido la de "libertarios pero sin carnet". Y es que algunos... ¡continuamos siéndolo!