Corporativismo trasnochado de unos militares retirados
Esta semana se ha difundido en medios periodísticos ultras unas cartas de militares del Ejército del Aire retirados desde hace más de una década. El contenido constituye un pequeño resumen de las líneas argumentales de la moción de censura al gobierno presentada por VOX el pasado mes de octubre, y que fue derrotada por amplia mayoría. Los destinatarios de sendas misivas son el presidente del Parlamento Europeo (¡) y el rey Felipe VI.
El asunto no merecería ninguna atención si no fuera porque los firmantes, en su legítimo ejercicio de la libertad de expresión de sus creencias políticas, "se arrogan la representación de la XIX promoción de la Academia General del Aire". Suscriben las cartas, con los empleos que alcanzaron en su carrera militar, aproximadamente la mitad de los componentes de esta promoción, que es también a la que pertenecían la mayoría de los oficiales de Aviación de la UMD (Unión Militar Democrática), incluido el 'capitán Domínguez' que ejerció como portavoz de dicha organización en el extranjero. Un nutrido grupo de los abajo firmantes pasaron al retiro con el empleo de capitán, lo que significa que poco después de salir de la academia abandonaron el Ejército del Aire para desarrollar su carrera profesional en líneas aéreas comerciales. Indudablemente resultaba más rentable a fin de mes el servicio a la compañía Iberia que a España.
A nuestro juicio, tanto estas cartas, como el manifiesto de militares
franquistas del verano de 2018, "son muestra de la inexplicable falta de
una activa pedagogía democrática en las fuerzas armadas". Algo así sería
impensable en Francia, Reino Unido o Alemania. "El apaciguamiento con los
militares reaccionarios que se inició en la transición en aras de la
estabilidad y que conllevó el sacrificio de las carreras profesionales
de los militares de la UMD parece que todavía hoy tiene cierta vigencia". Cuando se ha tolerado durante décadas los símbolos franquistas
y la mentalidad militar de salvapatrias, no es extraño que unos
ancianos irredentos tengan la tentación de constituirse en grupo de
presión corporativa.
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