El 'yeyo', hermano gemelo del 'patatús', viene a ser un desmayo, mareo o desvanecimiento repentino que, acompañado de pérdida parcial o total de memoria, normalmente es causado por alguna enfermedad. Explico esto porque lo he experimentado en carne propia, llegando incluso a la 'categoría' de síncope cardiaco con una brutal bajada de pulsaciones y la consiguiente 'castaña'.
Pues hace unos días, tropecé con el amigo Fidel, justo en el lugar en que nos habíamos visto meses atrás por última vez: en la misma esquina de la misma plaza.
- También es casualidad. -me dijo- ¿Recuerdas la última vez que nos vimos aquí?
- ¡Sí! -le respondí- incluso mi mujer, que me acompañaba en ese momento, me preguntó si estabas enfado conmigo por algún motivo, dado lo seco y escueto de tu saludo. Y apuntó que a lo mejor, con esto del coronavirus, te había molestado el golpecito en el hombro.
- Nada de eso. Es que me estaba dando un 'yeyo'.
- ¡No me jodas!... Y no dijiste nada.
- Estaba desorientado y no coordinaba bien.
- ¿Y luego qué hiciste?
- Cogí el tranvía, que era el transporte más cercano y me dirigí a un clínica a que me hicieran un electrocardiograma. Afortunadamente salió bien. Al parecer el amago de 'yeyo' había sido producto de un golpe de calor.
- ¡Coño! pues me dejas con un cierto sentimiento de culpa por no percatarme de que te pasaba algo anormal.
- La verdad es que no supe reaccionar.
- Hubiera bastado con decir: ¡me encuentro mal! y hubiéramos pedido una ambulancia. Los amigos estamos para eso: para las verdes y para las maduras.
Miguel Ángel G. Yanes
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