"Permitir la invasión de garimpeiros es permitir un nuevo genocidio"
El asedio al territorio indígena más amenazado de Brasil se ha disparado durante la gestión de Jair Bolsonaro. Dos jóvenes han sido recientemente asesinados. En la memoria de todos, la matanza de 1993.
Los Yanomami en el encuentro de líderes Yanomami y Ye'kuana, donde los indígenas se manifestaron contra la minería ilegal en sus tierras. Noviembre de 2019. /VICTOR MORIYAMA/ INSTITUTO SOCIOAMBIENTAL (ISA)
Las informaciones llegaron por radiotransmisión al Consejo de Distrito de Salud Indígena (Condisi-Y): el pasado 12 de junio "dos jóvenes Yanomami fueron asesinados por garimpeiros en la comunidad Xaruna, municipio de Alto Alegre (estado de Roraima, Brasil)"mientras que 'otros dos fueron tiroteados'.
Es un viejo fantasma que nunca se fue, porque 'el territorio de los Yanomami' está bañado por 'ríos que guardan oro'. La 'cuenca aurífera' es la zona que 'menos utilidad tiene para los indígenas', al contrario de la norma instaurada por el 'hombre blanco' para quien 'el oro tiene un carácter solemne'.
Garimpeiros esquilamando la selva
En la memoria de todos aún resuenan los llantos de 'la matanza de julio de 1993 en la aldea
de Haximu, ya adentrándose en la selva venezolana' –solo
un año después de la demarcación oficial del territorio–. 16 yanomamis
fueron 'asesinados y descuartizados' por un grupo de 22 garimpeiros brasileños que también
'incendiaron' todas sus casas y 'acuchillaron a un bebé'. Unos hechos que, 'por primera y única vez en
la historia', y gracias a la 'presión internaciona' de organizaciones
como Survival, 'la Justicia brasileña sentenció como genocidio'.
La Tierra Indígena Yanomami –que también alberga a los Ye’kuana–, en Brasil, abarca parte de 3 municipios del estado de Amazonas y 8 municipios del estado de Roraima, sumando una superficie de '9,5 millones de hectáreas' –un territorio mayor que la comunidad autónoma de Castilla y León–. La parte 'venezolana' de su territorio, la Reserva de la Biosfera del Alto Orinoco-Casiquiare, aporta otros '8 millones de hectáreas'.
La Tierra Indígena Yanomami –que también alberga a los Ye’kuana–, en Brasil, abarca parte de 3 municipios del estado de Amazonas y 8 municipios del estado de Roraima, sumando una superficie de '9,5 millones de hectáreas' –un territorio mayor que la comunidad autónoma de Castilla y León–. La parte 'venezolana' de su territorio, la Reserva de la Biosfera del Alto Orinoco-Casiquiare, aporta otros '8 millones de hectáreas'.
Su población es de cerca de '27.000 personas en Brasil y 11.000 en Venezuela'.
Teniendo en cuenta que la gran mayoría vive 'en el interior del
territorio', y ante semejantes proporciones, 'no es posible organizar una
vigilancia presencial' en los límites de la reserva. Al menos 13 de las
comunidades Yanomami 'viven completamente
aisladas'.
El 'proceso de invasión' siempre esel mismo.
Los 'garimpeiros' llegan a una 'comunidad indígena' en pequeños grupos,
'intentado convencer a los Yanomami' de las bondades de las labores de
búsqueda de oro y piedras preciosas, 'engañándoles' con intercambio de objetos,
ofreciéndoles comida, instándoles a dejarles actuar e incluso a
participar de las extracciones. "La mayoría de las veces los Yanomami no
están de acuerdo, y los expulsan", explica Marcos Wesley, asesor
del Instituto Socioambiental, "pero a veces alguna familia lo
consiente, y eso abre la puerta a la llegada de muchos más garimpeiros
ilegales".
Algunos 'jóvenes indígenas' se aventuran a trabajar de 'garimpeiros', atraídos por las promesas de consecución de 'dinero y bienes materiales' –hay fuertes discusiones intergeneracionales a raíz de esto–. Pero 'pronto se dan cuenta los Yanomami de que han perdido el control de la tierra'. Cada vez es menos suya. Además, ven que a la hora de la verdad 'el esfuerzo no vale la pena: las condiciones laborales son deplorables'. Los 'garimpeiros', por otra parte, ya en gran número, comienzan a ver a los Yanomami como 'un estorbo', y se envalentonan para quedarse con la totalidad del terreno. Entonces 'estallan las amenazas, la agresividad y la crueldad', que van creciendo hasta llegar al 'punto de no retorno' el mismo que alcanzaron en 1993, y al que se está llegando nuevamente ahora.
Invasiones como resultado de una política gubernamental
Los 'invasores' se
han acercado incluso a las 'comunidades aisladas': "Hay un garimpo a solo 5 kilómetros de una de ellas", recuerda Wesley, para Público. Estas
'explotaciones mineras irregulares' son, a parte de una 'profanación de los
territorios indígenas' y cuna de 'desestructuración social', el principal
vector de 'transmisión de la covid-19', y también la causa
principal de la 'degradación del medioambiente'. En el proceso de
separación y 'selección del oro' en sus diferentes formas –pepitas,
granulado o fino– los 'garimpeiros' utilizan 'mercurio'. Los 'residuos'
de la operación acaban mezclándose en el cauce de los ríos, 'matando
las algas y envenenando a los peces', principal fuente de 'vitaminas y
proteínas' de la población 'indígena'.
A
finales de los 80 e inicio de los 90 se estimaba la presencia
de '40.000 garimpeiros' en el territorio Yanomami. Tras el 'genocidio' y
las 'campañas humanitarias' que dieron la vuelta al globo, "el
anterior Gobierno los echó a todos de la selva", cuenta Marcos Wesley. Pero con el paso del
tiempo, algunos 'garimpeiros', aunque en grupos
muy reducidos, lograron 'mantener la actividad' que, poco a poco, irían ampliando.
En
diciembre de 2018 ya habían vuelto a reunirse '3.000 garimpeiros' en la
tierra de los Yanomami. En enero de 2019 asumió el poder Jair Bolsonaro,
y tan solo 18 meses después el número de 'garimpeiros ilegales' se
ha consolidado en la barrera de los 20.000 confirmados actualmente.
"Desde los años 80 nunca había habido una invasión
de esta magnitud, resultado de una política gubernamental", señala el
asesor del Instituto Socioambiental.
Ante
las posibles consecuencias de este 'asedio', desde la Fiscalía del estado
de Roraima, el procurador Ubiratan Cazetta ha advertido que "permitir
la invasión de garimpeiros es permitir un nuevo genocidio". Marcos Wesley, del Instituto Socioambiental, comparte esa opinión. Es una opción que todos tienen sobre la mesa. 'El mensaje presidencial
no ayuda'. Y es que el presidente Bolsonaro ha repetido en demasiadas ocasiones que "las
dimensiones de los territorios indígenas son un tanto 'abusivas',
acentuando la 'riqueza' que se puede y podía encontrar en esos suelos".
'Ante la omisión del Gobierno Federal', y para adjudicarle al territorio amenazado 'una mínima protección', el Tribunal Regional Federal de la 1ª Região (TRF1), ha ordenado que tanto el Ejecutivo como la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) presenten, en el plazo de 60 días, 'un plan de reestablecimiento de tres Bases de Protección Etnoambiental (BAPE)' en la Tierra Indígena Yanomami, y que, después de la presentación de este plan, 'la reactivación de las bases', con la estructura y el personal necesario, sea realizada en 120 día.
FUENTE: publico.es
Víctor David López
Río de Janeiro
11/07/2020
Cuánto tendríamos que aprender de esos últimos pueblos 'primitivos' (¡ja!) antes de que los devore la puta avaricia de la civilización.
NOTA: Garimpeiros.- Buscadores ilegales de oro y piedras preciosas en 'garimpos' (voz de origen portugués) lugares de explotaciones manuales o mecanizadas en sitios distantes.
Wikipedia - La enciclopedia libre
NOTA: Garimpeiros.- Buscadores ilegales de oro y piedras preciosas en 'garimpos' (voz de origen portugués) lugares de explotaciones manuales o mecanizadas en sitios distantes.
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