25/3/21

GAIA VS HUMANOS (2ª PARTE)

...CONTINUACIÓN: 

Esta pandemia es un síntoma más de que el ser humano no está en paz con el planeta Tierra. Desde el punto de vista semántico podríamos decir que la relación con el Planeta es violenta», opina Unai Pascual, economista del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) y uno de los autores del último informe del IPBES sobre biodiversidad y pandemias. Se refiere el experto a otros impulsores directos de procesos de zoonosis, que a su vez aceleran o contribuyen al cambio climático

«Los cambios del uso de la tierra son determinantes», sostiene. En este punto, el experto señala que «la deforestación tiene unas implicaciones notables, ya que la 'tala masiva de árboles' es una forma directa de destrucción de la biodiversidad, además de ser una de las causas principales de la aparición de enfermedades infecciosas de origen zoonótico» como el SARS o el ébola, cuya propagación estuvo condicionada por el desplazamiento de especies de animales tras la devastación de selvas y bosques, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que el 70% de los brotes tienen que ver con esa pérdida de espacios verdes.

La deforestación –que lleva asociada una carga de emisiones de CO2 y destruye sumideros de carbono que ayudan a combatir el cambio climático se relaciona directamente con el modelo agropecuario industrializado, en tanto que "donde hoy se eliminan bosques, mañana se plantarán monocultivos de soja o aceite de palma, destinados a la alimentación del ganado en las macrogranjas". Tanto es así, que según el Instituto Real de Asuntos Internacionales, el 76% de la tala masiva de árboles tiene que ver con este tipo de cultivos.

El peso que ha adquirido la ganadería industrial en la economía neoliberal es, según Valladares, «una bomba de relojería» de cara a la irrupción de nuevas epidemias. Y es que las macrogranjas –además de generar una importante masa de gases de efecto invernaderohan sido, en las últimas décadas, reservorios de patógenos que han terminado saltando al ser humano. La 'gripe aviar' o la 'gripe porcina' son los ejemplos más recientes.

No sólo la 'ganadería intensiva' es un factor de riesgo; el 'coronavirus' también ha puesto en el foco mediático el impacto en la salud que pueden tener los mercados húmedos y la cría de especies invasoras. El mercado de Wuhan, epicentro de la pandemia de la Covid-19, ha sido determinante para entender "cómo el ser humano se expone al entrar en contacto con especies sacadas de sus hábitats".

No en vano, esta epidemia también ha revelado los problemas de otras prácticas peligrosas que se desarrollan en Europa, como la cría intensiva de visones americanos, una especie invasora que ha sido el origen de múltiples rebrotes en el viejo continente durante 2020.

Gema Rodríguez, cuya organización reclama el cierre de las fábricas peleteras, argumenta que «la cría de especies salvajes equivale a criar vectores de enfermedades». La cría de especies silvestres es muy común en España, donde existen granjas de jabalíes o de liebres destinadas a las sueltas cinegéticas, cuya concentración en espacios reducidos "debilita su sistema inmunológico y favorece la propagación de patógenos y enfermedades como la tuberculosis".

La raíz del problema

La ganadería industrial, la deforestación, la cría de especies salvajes o el propio cambio climático son impulsores directos para la aparición de nuevas epidemias como la del 'coronavirus'; prácticas concretas y visibles que, según Valladares, "conducen a la humanidad hacia una era donde las pandemias pueden ser cada vez más frecuentes".

«Si seguimos así, es objetivo decir que tendremos más procesos de 'zoonosis'. De hecho, es posible que haya múltiples epidemias al mismo tiempo. Es una cuestión de probabilidad y estadística, cuanta más biodiversidad perdamos, menos capacidad tendrán los ecosistemas de protegernos», expone el biólogo.

Para el economista del BC3, es importante entender que los impulsores directos de la pandemia se sustentan en impulsores indirectos relacionados «con la gobernanza, la economía y las normas que regulan el comercio a nivel local, regional y global».

En otras palabras, la 'tala masiva de árboles' o la financiación de la agricultura y la ganadería no son prácticas aisladas, sino que responden a los mecanismos económicos del 'sistema neoliberal' de crecimiento expansivo y a una cosmovisión sociocultural basada en el consumo material. «Que haya unas normas que permitan estas actividades no quiere decir que estas sean buenas. Eso es de lo que debemos empezar a hablar; de meter mano a todo metabolismo económico», argumenta Pascual.

El sistema de crecimiento económico se está topando con los límites físicos del planeta, del que cada vez quedan menos recursos que extraer. La naturaleza, de una forma casi mitológica, envía sus señales de alerta con forma de pandemia; con forma de colapso. Y es que la tiranía del PIB, "la cultura de medir la prosperidad de un Estado en función de su riqueza material, está empezando a tener resultados paradójicamente antieconómicos".

«Necesitamos reducir el consumo y reorientar la economía. Pero antes de pisar el freno tenemos que distribuir y asignar los recursos productivos de las economías de una forma sostenible. Si no cambiamos los mecanismos de gobernanza a todos los niveles, seguiremos perdiendo biodiversidad, acelerando el cambio climático y padeciendo pandemias» con un gran coste, no sólo humano, sino en la economía de los países».

«La única forma de prevenir nuevos virus es desacelerar. No es una opinión, es un hecho basado en toneladas de artículos científicos que nos dicen que es más costoso reaccionar ante una pandemia que prevenir, sostiene Pascual.

Para Valladares, los estragos causados por 'la covid' debería bastar para que la humanidad «aprenda» una lección valiosa sobre la importancia de la biodiversidad. «El enfoque, hasta ahora, ha sido muy paternalista y marcado por actuaciones simbólicas. Hemos tratado de salvar al lince, al lobo, al oso panda, pero no hemos ido a la raíz del problema, que es avanzar hacia un sistema que garantice que los ecosistemas nos puedan aportar seguridad», advierte Valladares.

Sin embargo, "un año después del estallido de 'la covid', con la vacuna cada vez más cerca, los datos no dejan entrever que las cosas puedan cambiar. No se observa, de hecho, retroceso alguno en actividades económicas vinculadas a la deforestación". Buena prueba de ello es que, tal y como apunta Pascual, mientras el precio del petróleo se tambaleó durante 2020, el de 'commodities agrícolas' como la soja o el aceite de palma ha experimentado un crecimiento lineal durante todo el año.

Cuando 'la covid' llego hace un año, los cimientos del sistema económico se tambalearon. Las grandes ciudades prácticamente se vaciaron, los hospitales colapsaron y las economías nacionales se desplomaron. En cierto modo, "la pandemia es un espejo que devuelve el reflejo destructivo de la actividad humana".

Ahora, la luz que 'anuncia' el final del túnel parece tan lejana como un pinchazo de aguja, pero la pregunta, tras este mal sueño, "es si la 'nueva normalidad' traerá también una vacuna para los ecosistemas".

FUENTE: publico.es

Alejandro Tena

10/03/2021

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