Blancas paredes de
cristal:
Heladas sábanas
forman
Un laberinto
De verticales lienzos
a la espera
De un mágico pintor
Que nunca llega.
Son entonces los
leves
Rayos de sol,
heraldos
De un solitario dios,
quienes deshielan
Su perfecta verticalidad,
Y el viento, frío y
cortante,
De la mañana agita,
Cual banderas de paz,
Su inmaculado lino.
Cuando ya penden
secas,
Tibias manos de mujer
Vienen a
descolgarlas,
Doblándolas con mimo
Para arropar el sueño
Nocturno
de los hijos.
Miguel Ángel G. Yanes
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