24/2/21

EL CLUB DE LOS PROFETAS TUERTOS

boeh

Viernes, en un bar. Iríamos mis amigos y yo por la tercera cuando comenzó una férvida charla en la mesa contigua. Dos hombres de unos 40 años comentaban, levemente ebrios, lo inútil y sobrevalorado que les parecía el arte en general.

“Mi hermano se gastó 2.000 euros en una guitarra… ¡y no lo escucha nadie!”, dijo el más ocurrente de los dos. Esbozando una sonrisa pícara, su compañero respondía: “Al menos es músico; imagínate los que dejan el trabajo para escribir libros o ser youtubers.


Se convirtió aquello en una amalgama de burlas sobre las distintas disciplinas artísticas, que concluía con la moraleja perfecta para tal conversación: “Les iría mejor si se pusieran a trabajar. No culpo a esos hombres por pensar así; es una visión pragmática de la vida. Al fin y al cabo, pudiendo acceder a un empleo estable y bien pagado, ¿quién invertiría sus esfuerzos en algo que tal vez no le dé para comer?

En cada generación, hay una selecta minoría de locos que deciden probar suerte. Desde arcaicos poetas hasta cineastas modernos, pasando por pintores, músicos y dramaturgos. La Historia les atribuyó distintos apodos y oficios, pero todos comparten el mismo rasgo definitorio: "la necesidad de crear"

"En un mundo cuyas metas últimas son la producción y el comercio, nacer bohemio es como nacer enfermo". Toda labor no productiva se ha convertido en ocio, en entretenimiento, por lo que este sujeto, "a ojos de la sociedad, pierde el tiempo perfeccionando una simple distracción".

Yo, que como redactor ya soy un suicida laboral, empatizo bastante con su conflicto. Los típicos profetas del “con Bellas Artes no vas a ningún sitioson los mismos que me advertían de las escasas salidas de Periodismo, gente utilitaria que no conoce tierra más allá de una ingeniería o un empleo común.

Exigirle provecho económico a todo lo que se hace -o se estudia- es caer en un reduccionismo barato. ¿Acaso uno empieza a jugar a fútbol para amasar fortunas? ¿o aprende a actuar para acabar en Broadway? Si bien hay casos de privilegiados que lo consiguen, la inmensa mayoría no aspira a vivir únicamente de ello, pues "su creatividad trasciende a los intereses terrenales".

Más que una forma de subsistencia, el arte es un anestésico para lo cotidiano, sobre todo en este siglo. La digitalización trajo consigo un día a día de pantallas, números, impaciencia, rutina laboral… y no cualquiera es capaz de sobrellevarlo con entereza. "El bohemio viene a ser 'un alma analógica en un mundo digital', alguien que traduce sus ideas en creaciones para evadirse de una realidad que no le representa".

Dado que su estatus pende del criterio general, debe también cargar con la hostilidad del público contemporáneo: 'el que entiende, opina, y el que no, también'. "Se critica por inercia y se habla por necesidad, tomando como escudo un usuario y como bandera la libertad de expresión".

No pretendo con esto -aunque fuera oportuno- exponer 200 quejas en favor de los bohemios, sino destacar el mérito de su labor. Una declaración de respeto a los que pintan, bailan, escriben o cantan. A los que riman palabras o imaginan metrajes, sea en Hollywood o en su habitación. Un elogio a los que enriquecen la cultura y entretienen a los demás. En definitiva, 'una carta de amor al arte'.

FUENTE: nuevatribuna.es

Yzan Pérez

Ciudadano: Gente que piense como usted es lo que le hace falta a este puñetero 'pís' para que, de una vez, deje de ser una misión micción franquista y pierda ese tufo, ese hedor a cloaca que flota por doquier. Y es que necesitamos gente que crea en el poder del verdadero arte y de la auténtica cultura como dinamizadores, no ya del ocio y de la economía (que también) sino del propio espíritu individual, mágico, libre y creativo, ajeno por completo a tanta porquería.

Que conste que soy uno de esos 'privilegiados' que gracias a mi pensión de jubileta (tras ¡¡¡44 'añazos'!!! de cotización a la Seguridad Social) puedo dedicarme a lo que me gusta aunque no dé una lata, un trabajo diario sin remuneración económica pero que me satisface enormemente. Algo que -como dices- muchos no consiguen entender, porque desde su óptica, si algo no produce dinero no sirve para nada. Y si encima les tocas el tema espiritual, apaga y vamos.

Por fortuna, aún me queda alguna neurona viva, lo que me ha permitido escribir y decir, a través de este blog creado en 2009 (y sin monetizar) todo lo que me viene en gana, y criticar lo que considero criticable, ya sean gobiernos, bancos, iglesias, empresas, partidos... y, cómo no, a esos individuos e individuas que, como diría Melania, mi difunta abuela paterna "se mean por fuera de la bacinilla" y nos salpican.

Aún meado y cagado, sigo luchando a mi manera con absoluta desesperación, al contemplar con tristeza infinita cómo todo, absolutamente todo, hasta lo más puro, natural y sagrado, lo quieren convertir en dinero.

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