Ángel y Luisa tenía dos hijas, Ángela y María, entre las que mediaba un buen porrón de años, y es que María había nacido cuando la pareja ya no esperaban tener más descendencia, 10 años después que Ángela. Una tenía 14 años y la otra 4.
Cierto día, los padres, aficionados a la música clásica, se iban a un concierto y, al contrario de lo que suele suceder, dejaron a la pequeña al cuidado de su hermana mayor, habida cuenta de que, Antonio, el novio de ésta, vendría para acompañarlas mientras ellos estuvieran fuera.
Luisa le recalcó a María que no los dejara solos y que estuviera pendiente de ellos.
A medianoche los padres regresaron a casa, Antonio se despidió y Ángela se fue a su habitación; momento que aprovechó Luisa para preguntarle a la pequeña:
- ¿Pasó algo? ¿Qué hicieron los chicos?
- Estuvieron toda la tarde en el sofá, besándose y viendo la tele.
- ¿Nada más?
- Sí... otra cosa. Yo no sé donde lo llevaba escondido, pero de repente él sacó un bastón, y menos mal que le dio entre las piernas, porque si le da en la cabeza la mata.
Miguel Ángel G. Yanes
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