El acojonamiento es generalizado, tanto en las clases más desfavorecidas como en las poderosas, y es que los virus no hacen distingos. No es lo mismo que el hambre, que solo ataca a los más pobres, y a los otros les importa un carajo o así. La prueba palpable es que cada ¡6 segundos! fallece un niño en el mundo... y no pasa nada.
Los que tienen el poder, el dinero y los medios para solucionarlo no mueven un dedo. Por eso nos va como nos va, porque el egoísmo y la avaricia, las dos drogas más poderosas del mundo, pasean a sus anchas por las largas y cuidadas avenidas del Capitalismo. Pero como bien dice el periodista argentino Walter C. Medina en su artículo: '¡Todos vamos a morir! (nuevatribuna.es). Y es que de aquí no escapa ni el gato. Mientras tanto...
"¡El miedo acojona!
Qué mayor evidencia que la escasez de papel higiénico"
Miguel Ángel G. Yanes
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