Ya no se trata de luchar por la igualdad de derechos para todos, ni de cuestionar los prejuicios de ciertos policías sino de reabrir un verdadero conflicto cultural, lo cual implica el riesgo de hacer estallar una nueva Guerra de Secesión.

Las manifestaciones en Estados Unidos ya no están dirigidas contra el
racismo sino contra los símbolos de la historia del país. La Guardia
Nacional fue desplegada para proteger monumentos. Aquí la vemos, el 2
de junio de 2020, en el Lincoln Memorial de Washington.
"Las manifestaciones que se han iniciado en diversos países de Occidente contra el 'racismo' en Estados Unidos están desvituando la verdadera evolución del conflicto en suelo estadounidense".
En los propios Estados Unidos, los hechos se han deslizado de un cuestionamiento inicial de "las secuelas que aún persisten desde los tiempos de la 'esclavitud'" hacia un conflicto diferente, "capaz de poner en peligro la 'integridad' misma del país".
Sin embargo, "el proyecto imperialista –'la guerra sin fin'– puesto en manos de George W. Bush permitió reactivar el país después de los atentados del 11 de septiembre de 2001". También subrayaba que durante las últimas décadas "la población estadounidense se había desplazado considerablemente para reagruparse geográficamente por 'afinidades culturales'".
"Los matrimonios entre personas de razas diferentes comenzaron a disminuir nuevamente". Y llegaba a la conclusión de que "la integridad de Estados Unidos estaría en peligro cuando otras minorías, 'aparte de los negros', se unieran al movimiento de protesta".
Eso es precisamente lo que hoy estamos viendo. "El conflicto ya no es de blancos contra negros ya que los blancos se han hecho mayoritarios en ciertas 'manifestaciones antirracistas' y visto el hecho que 'hispanos y asiáticos' se han unido a las marchas y que el Partido Demócrata ahora se implica en ellas".
Desde el mandato de Bill Clinton, "el Partido Demócrata se ha identificado con el proceso de 'globalización financiera', tendencia que el Partido Republicano apoyó tardíamente" y sin llegar nunca a adoptarla plenamente.
"Donald Trump representa una tercera vía: la del 'sueño americano', o sea la vía del empresariado" contrario al mundo de la finanza.
"Trump logró ganar la elección presidencial bajo el lema 'America First!', que no era –aunque así se dijo– una referencia al 'movimiento aislacionista pronazi' de los años 30 sino al regreso de los puestos de trabajo que las transnacionales estadounidenses habían trasladado a otros países mñas rentables sin importarles el 'aumento del desempleo' en Estados Unidos".
Trump contó ciertamente con el apoyo del Partido Republicano, pero sigue siendo un 'jacksoniano' [seguidor de los principios políticos de Andrew Jackson, el séptimo presidente de Estados Unidos (1829 a 1837)] y no es lo que normalmente se entiende por 'conservador'".
Trump pide represión dura contra las manifestaciones antirracistas.
Como lo demostró el historiador Kevin Phillips –el consejero electoral de Richard Nixon–, "la cultura anglosajona ha dado lugar a 3 'guerras civiles' sucesivas":



"Los acontecimientos actuales en Estados Unidos podrían llevar a una cuarta guerra". Al menos eso es lo que parece pensar el general James Mattis, ex secretario de Defensa, quien acaba de expresar a la publicación estadounidense The Atlantic su "inquietud ante la política del presidente Trump, estimando que acentúa la división en vez de unir".
Volvamos a la historia de Estados Unidos en relación con los bandos en pugna. "El presidente Andrew Jackson (1829-1837), catalogado como 'populista', impuso su veto al Banco Federal (Fed), instituido por el primer secretario del Tesoro, Alexander Hamilton", uno de los padres de la Constitución, quien era "favorable al 'federalismo' debido a su 'violenta oposición personal a la democracia'".
"Como buen 'discípulo' de Jackson, el presidente Trump también está hoy 'en conflicto con la Fed'".
"Veinte años después de la presidencia de Jackson estalló la 'Guerra de Secesión' (1861-1865", que los manifestantes de hoy usan como referencia.
Según los manifestantes, "en la 'Guerra de Secesión' se enfrentaron el 'sur esclavista' y el 'norte humanista'".
"El 'movimiento de protesta' que comenzó a partir de un acto 'racista' –el asesinato de George Floyd por un policía blanco en Minneapolis– ahora continúa con la destrucción de estatuas de generales 'sudistas', como Robert Lee".
Acciones similares ya habían tenido lugar en 2017 pero "ahora cobran importancia con la participación de varios gobernadores del Partido Demócrata".
El gobernador de Virginia, Ralph Northam, del Partido Demócrata, anunció
el desmantelamiento de una célebre estatua del general sudista Robert
Lee, a pedido de manifestantes blancos. Ya no se trata de luchar contra
el racismo sino de destruir los símbolos de la unidad del país.
Pero esa narración no se ajusta a la realidad. "Al inicio de la 'Guerra de Secesión', ambos bandos eran 'esclavistas'. Y al final, ambos bandos era 'antiesclavistas'".
"El fin del 'esclavismo' no fue un logro de los abolicionistas". Simplemente, ambos bandos necesitaban más soldados para enviarlos al frente (daba igual el color).
"En la 'Guerra de Secesión' se enfrentaron 'el sur agrícola, católico y rico' y 'el norte industrial, protestante y ansioso de enriquecerse'".
"El conflicto se cristalizó alrededor de la cuestión de los 'derechos de aduana' -los sudistas estimaban que cada Estado debía establecer sus 'derechos de aduana'- pero los nordistas querían 'abolirlos entre los Estados' y dejar su control en manos del 'gobierno federal'".
Por consiguiente, "con la eliminación de 'símbolos sudistas', vistos como restos del 'esclavismo', en realidad se rechaza 'la visión sudista de la Unión'".
Por cierto, "es particularmente injusto arremeter contra la memoria del general Robert Lee", quien puso fin a la 'Guerra de Secesión' al rechazar la adopción de una táctica de acciones de guerrillas para proseguir el conflicto desde las montañas y optó por la 'unidad nacional'.
En todo caso,"estos actos abren el camino a una 'cuarta guerra civil anglosajona'".
"Hoy en día, las antiguas nociones estadounidenses de 'norte' y 'sur' ya no corresponden a realidades geográficas. Sería más apropiado hablar de Dallas contra Nueva York y Los Angeles".
"No es posible escoger sólo los aspectos considerados 'positivos' en la historias de un país y destruir todo lo que se considera 'malo' sin cuestionar todo lo construido".
Al hacer referencia al eslogan de Richard Nixon en las elecciones de 1968 –'Law and Order', o sea 'Ley y Orden'–, "Donald Trump no predica exactamente el 'odio racista'", como afirman numerosos comentaristas, sino que "vuelve al pensamiento del autor de ese eslogan", el ya mencionado Kevin Philipps.
"Trump no está interesado en provocar la 'disgregación' de Estados Unidos sino en hacer volver el país al pensamiento de Andrew Jackson", contrario al predominio del mundo de la finanza. Y es que "se ve en la situación que vivió el soviético Mijaíl Gorbachov a finales de los años 1980".
"La economía de su país –no la finanza– está en evidente 'declive' desde hace décadas", pero sus conciudadanos se niegan a reconocer las consecuencias de ese declive. "Estados Unidos sólo puede sobrevivir si se fija nuevos objetivos.Pero ese tipo de cambio se hace especialmente difícil en periodo de 'recesión'".
Paradójicamente, "Donald Trump se aferra al 'American Dream', o sea al célebre 'Sueño Americano', la posibilidad de 'hacer fortuna', en una sociedad estadounidense estancada, donde la clase media está en vías de desaparición" y en momentos en que los nuevos inmigrantes ya no son europeos. Frente a él, "sus opositores –la Fed, Wall Street y Silicon Valley– proponen un nuevo modelo, pero en detrimento de las masas".
"El problema de la URSS era diferente, pero la situación es la misma. Gorbathov fracasó y la URSS 'se derrumbó'".
"Sería sorprendente que el próximo presidente de Estados Unidos, sea quien sea, lograra preservar la 'unidad nacional'".
El próximo 26 de diciembre se cumplirán oficialmente 29 años
de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
FUENTE: voltairenet.org
Thierry Meyssan
Damasco (Siria)
09/06/2020

Todos los grandes imperios 'que en el mundo han sido', nacieron, crecieron, alcanzarón su cénit y terminaron cayendo, desmoronándose poco a poco o de golpe y porrazo según los avatares de la Historia. Pregúntense si no, dónde está el Imperio Persa, el Alejandrino, el Cartaginés, el Egipcio, el Romano, el Bizantino, el Mongol, el Chino... Todos terminaron por desaparecer. Y éste no será una excepción. Tarde o temprano se derrumbrá y será sustituido por 'otra cosa'. Mejor o peor, eso nadie lo sabe. Pero lo que está claro es que estamos asistiendo a la caída de un imperio.
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