Normalmente se suele generalizar cuando nos referimos a los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), diciendo que fue una nación creada a partir de un fermento de presidiarios, delincuentes y buscavidas que, obligados, los primeros, como mano de obra por los gobiernos europeos; deseando hacerse ricos cuantos antes y por los medios que fuera, los segundos; y buscando hacer fortuna, empleando todas las triquiñuelas posibles, los terceros, forjaron lo que hasta hace nada ha sido la primera potencia económica y militar del mundo, hoy en clara y franca decadencia.
Emigrantes llegando a Nueva York
Pero también hubo en la cimentación de este gran país, muchísima gente honrada y trabajadora. Cientos de miles de individuos y familias que emigraron de todas partes del mundo (Irlanda, Italia, Alemania, China, Japón...) buscando un futuro mejor. Trabajaron la tierra, ejercieron los más diversos oficios, construyeron todo tipo de infraestructuras, crearon empresas y, la mayoría, vivieron con cierto desahogo comparado con las penurias y escaseces de sus tierras de origen.
Trabajadores chinos
Monumento a los fundadores canarios de San Antonio deTtexas
Y no hablemos de los esclavos negros traídos a millares desde África. Cuánta riqueza, cuántas fortunas ajenas amazaron con sus manos, para ser tratados cruelmente como si fueran bestias. Cuantísimo le debe Estados Unidos a la raza negra que no solo ha ayudado a levantar la economía del país con su esfuerzo y su trabajo, sino luego defendiéndolo con las armas (muchas vidas ha entregado por él). Que alto precio han pagado para, salvo contadas excepciones, ser tratados hoy como ciudadanos de segunda.
Tráfico de esclavos
Los que si se hicieron de oro fueron otros, más o menos los de siempre: banqueros, usureros, explotadores, mafiosos, gangsters y el resto de esa ralea que rige los destinos del mundo globalizado, aunque (con esa ilusión vivo) tarde o temprano acabará por explotarle en las narices, dando opción a un equitativo reparto de justicia y riqueza entre toda la humanidad.
Gangsters norteamericanos (1931)
Es por todo ello que considero a los estadounidenses, más allá de su proverbial orgullo y prepotencia, un bravo pueblo que no se merece los dirigentes políticos que tiene: una panda de villanos millonarios que en la sombra manejan una cohorte de políticos, de auténticas marionetas que sirven descaradamentre a los interes de esa oligarquía en detrimento del pueblo llano, y que, cuando no, saltan a la palestra ellos mismos, como es el caso del actual presidente y multimillonario, Donald Trump.
¡Que venga dios y lo vea!
Miguel Ángel G. Yanes
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