12/4/21

LIBERAR LAS PATENTES (2ª PARTE)

...CONTINUACIÓN:

Aunque hay excepciones, los estudios de epigenética muestran que "no somos 'máquinas biológicas' aisladas de la sociedad donde hay efectos genéticos inevitables, sino animales sociales fuertemente condicionados por el entorno". Pongamos un ejemplo ya clásico.

Durante el hambre invernal holandesa de 1944 provocada por los nazis al desviar los alimentos hacia Alemania, las mujeres embarazadas apenas si tenían alimentos. Los estudios científicos han mostrado como aquellos que aún no habían nacido (especialmente los que estaban en el primer trimestre del embarazo) al cabo de los años desarrollaron obesidad y problemas de corazón. ¿Por qué?

Pues porque madres y fetos “aprendieron a ahorrar calorías". El cuerpo de estas personas fue 'programado', y más tarde 'recuerda', por decirlo así, la historia sufrida en el seno materno.

¿Cuál es entonces la causa original de esta pandemia? En el libro habla de “las causas" 

Siempre ha habido –y siempre habrá– pandemias, pero durante los últimos decenios hemos visto un aumento de brotes producidos por enfermedades infecciosas. esto ha ocurrido por diversas razones: Una urbanización masiva, la alteración de ecosistemas, y la deforestación y pérdida de biodiversidad que interpone especies entre los patógenos y el ser humano

Además, "existe un modelo industrial de agricultura y producción ganadera mercantil donde hay un gran número de animales hacinados, así como el crecimiento del turismo de masas, con viajes que en pocas horas esparcen virus por todo el mundo, y la mercantilización y precarización de los sistemas de salud pública"

Y un factor muy preocupante es el deshielo de glaciares y del permafrost, debido a la crisis climática, que puede poner en circulación virus hasta ahora desconocidos y que "pueden llevar miles o millones de años bajo el hielo". Detrás de todo ello está la lógica de acumulación, crecimiento, beneficios y desigualdad de un capitalismo que choca con los límites biofísicos planetarios. De ese modo, todo apunta a pensar que ésta no será la última pandemia, sino que vendrán otras y seguramente serán más virulentas. Es pues fundamental que lo sepamos y que nos preparemos.

Hay datos en su libro que impresionan, por ejemplo: una niña nacida en Suecia puede vivir 43 años más que una niña nacida en Sierra Leona. Con ello parece casi inmoral hablar tanto de la covid. ¿Hemos perdido la perspectiva o es que nunca la hemos tenido?


Sabemos que la Covid-19 es un problema de salud pública, económico y social muy serio, pero hay muchos efectos que apenas empezamos a conocer. "Hay una parte no visible del iceberg que oculta un número de muertos muy superior al oficial, con muchas enfermedades no atendidas, y problemas de salud mental, sufrimiento, violencia y desigualdades".

Además, la pandemia amplifica las desigualdades de una gran parte de la población mundial que ya sufría una 'pandemia de desigualdad'. ¿Por qué? 

Pues, "porque 2.500 millones de personas sobreviven con 5 dólares al día, porque 'cientos de millones' de personas no tienen agua potable ni electricidad, la 'mitad de la población mundial' no pueden acceder a medicamentos esenciales, y 5.200 millones carecen de un sistema de seguridad social mínimamente adecuado".

Ahora "la pandemia también nos ha tocado a nosotros, y ha frenado la economía global, pero las 'olas de crisis post-pandémica' seguirán matando más a los pobres, y especialmente a las pobres".

Entre las muchas formas de desigualdad existentes, la de la salud es la más inhumana de todas: no hay peor desigualdad que saber que enfermarás o morirás prematuramente por el hecho de ser pobre.

Es por ello, que a menudo decimos que la equidad en la salud, calidad de vida y bienestar es el mejor indicador de justicia social de una sociedad. Si bien es cierto que se han hecho populares, frases como “es peor tu código postal que tu código genético”. Desde el punto de vista moral, lo peor es que se trata de desigualdades cada vez más evitables

Como comenta el filósofo Thomas Pogge, "debemos valorar la capacidad de hacer frente a la pobreza en comparación con los medios que tenemos". Por ejemplo, "eliminar la pobreza en 1990 habría costado el 10,5% del PIB mundial mientras que en 2013 solo habría costado el 3,3%".

Ahora que tenemos vacunas también sabemos que los países del primer mundo han acaparado prácticamente toda la producción en detrimento de los países económicamente empobrecidos. ¿Cree que puede haber solidaridad en la “nueva normalidad”?

"Los medios de comunicación han creado una visión distorsionada de las vacunas generando la sensación de que la pandemia ya está casi resuelta".

A corto plazo, las vacunas disponibles son seguras y efectivas, pero a medio y largo plazo todavía hay muchas incertidumbres y sabemos poco sobre las nuevas variantes de los virus. Además, el ritmo de vacunación todavía es muy lento y desigual, y puede costar mucho tiempo hasta que toda la humanidad esté vacunada

Si dejamos de lado el siempre relevante tema de hacer una buena gestión, gran parte del problema se debe a las 'políticas neoliberales'

"Aunque las inversiones en investigación de vacunas han sido básicamente públicas, la producción y comercialización se halla en manos privadas. ¿Por qué?"

Por la puesta en marcha en 1995 por parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) del 'acuerdo sobre los derechos de propiedad intelectual asociados al comercio'India, Sudáfrica y muchos otros países han tratado de suspender estos derechos durante la pandemia, pero "la Unión Europea (EU) y los Estados Unidos (EE.UU.) se han opuesto".

La exitosa creación de vacunas esconde que la pandemia es un espejo de la geopolítica mundial y de cómo funciona el 'capitalismo neoliberal'

Es necesario que las vacunas sean un bien común para la humanidad, pero para que eso ocurra será necesaria una respuesta geopolítica que libere las patentes, o una asociación de países del sur con soberanía para producir y distribuir masivamente vacunas.

Nos sentíamos invulnerables... ¿Podemos sacar algo positivo de este sentimiento de vulnerabilidad?

La pandemia deja lecciones importantes: "tener más conciencia del trabajo de una clase trabajadora siempre despreciada; que la sanidad pública y los cuidados son cruciales; y que somos una especie frágil y esencialmente dependiente de los demás y de la naturaleza de la que formamos parte". Desafortunadamente, esto no es suficiente para hacer los cambios profundos que necesitamos. Vivimos en una sociedad pasiva a la que le cuesta aprender y hacer cambios. "Y es que las inercias económicas, políticas y culturales conllevan que hacer cambios profundos sea muy difícil"

Vivimos en una sociedad que precariza, que genera alienación, adiciones y muerte, que nos roba el tiempo, que no deja reflexionar sobre el mundo en que vivimos. "Durante la pandemia han muerto millones de personas de hambre, han muerto cientos de miles de niños por enfermedades diarreicas... fácilmente evitables".

¿Estamos dormidos? ¿Por qué no se habla más de ello? Paulo Freire decía que "la ideología dominante enmascara la realidad y nos hace miopes". El neoliberalismo no solo destruye la vida, sino que infecta nuestras mentes y hace difícil comprender la realidad y sus causas.

El trastorno que ha supuesto la pandemia en todo el mundo, ¿puede ser bueno para despertarnos masivamente?

Si no crece la conciencia social sobre las causas y efectos profundos de la pandemia, sobre la posibilidad de que haya nuevas pandemias, o sobre la 'crisis ecosocial sistémica' que padecemos, será muy difícil cambiar la realidad. Olvidamos y olvidamos rápido. El historiador Jacques Le Goff decía que "una de las máximas preocupaciones de las clases dominantes es 'apoderarse de la memoria y del olvido'"

La pandemia ha producido una conmoción general que ha cambiado la sociedad, pero eso no quiere decir que el mundo vaya a cambiar a mejor. Pero habrá que intentarlo, habrá que cambiar radicalmente mediante una lucha organizada, inteligente y persistente, donde sepamos 'juntar muchas fuerzas locales y globales'.

Thatcher hablaba de la TINA (There is No Alternative), decía que 'no había alternativa al capitalismo neoliberal'. La paradoja es que ahora si que no hay alternativa: " o cambiamos o vamos camino del ecocidio y el genocidio".

Hará falta una transformación ambiciosa para que la humanidad no acabe colapsando... ¿Cuáles serán las claves?

La pandemia es un baño de humildad que nos debería hacer comprender que somos naturaleza, y que al dañarla también nos dañamos. Hay que resolver la emergencia climática generada por los países, empresas y clases sociales más ricas, y hacer frente a la crisis ecológica que provoca que 'gastemos 1,7 planetas', y una próxima crisis de energía. Todo esto es infinitamente peor que la pandemia.

El peor virus que tenemos es un 'capitalismo fosilista' que necesita una acumulación constante, un crecimiento ilimitado y, por supuesto, despojar de los bienes comunes, lo que quiere decir que "la vacuna más efectiva debe ser un cambio político profundo".

Por ello, además de hacer frente a la crisis pandémica y post-pandémica que frenen la precarización laboral y vital, y la desigualdad, y fortalecer los servicios sociales y de salud  golpeados por las políticas neoliberales. Dice Varoufakis que "hay que salir de la lógica económica y cultural de un 'capitalismo tecno-feudal' que está en guerra con la vida". Las reformas son importantes e imprescindibles, pero muy pronto nos enfrentaremos con situaciones límite que obligarán a cambios sistémicos muy profundos para evitar el colapso.

¿Vienen tiempos convulsos,  pues? 


"No hay muerte, solo lo visible y lo invisible. El sufrimiento permanece sin comprensión. La Naturaleza no es el foco, la Humanidad sí"

El escritor Carl Amery planteó que "la lucha por los recursos escasos en una Tierra finita era el tema crucial del siglo, y que un 'grupo superior neofascista' trataría de imponer una sociedad autoritaria, represiva y racista para defender su forma de vida ante 'grupos inferiores'"

La pandemia ha producido miedo, mucho miedo, "un miedo que oculta el dolor y el malestar. Es probable que cuando el miedo se desvanezca surja con mucha fuerza un sufrimiento oculto ahora reprimido".

Las consecuencias de este dolor, con un sufrimiento que se ha ido multiplicando y con la falta de expectativas laborales y vitales, puede manifestarse en forma de diverso tipos de violencia: "hacia dentro, en forma de suicidio, o hacia fuera, en forma de agresividad y destrucción".

En un tiempo lleno de inseguridades, miedos, pérdida de legitimidad, desconfianzas y desigualdades crecientes donde, como ya ha anunciado el FMI, aumentarán las revueltas sociales, "los movimientos populistas y neofascistas tienen un campo abonado"

"La alternativa es luchar por una sociedad más democrática y fraterna que cuide de la vida en todos sus niveles, con una economía homeostática y un decrecimiento selectivo y justo adaptado a los límites biofísicos de la Tierra". Tenemos que aprender a vivir mejor con muchos menos recursos y bienes y eso significa crear 'una sociedad no capitalista, ecofeminista y anticolonial'. No será fácil. Habrá que crear una sociedad consciente y organizada, que aprenda a hacer políticas sistémicas complejas, que haga frente a los que 'no querrán renunciar a sus privilegios… aunque el mundo se acabe'

Es clave que mucha gente tome conciencia de la dimensión de la crisis actual y de que "es posible vivir bien de otra manera, con mucho menos consumo, de forma más saludable, humana y realmente sostenible, con más tiempo libre y energías para aprender, crear, meditar, desarrollar relaciones más fraternas y ser más conscientes de nuestra vida y de nuestra muerte".

Esto significa la necesidad de una 'reeducación ciudadana política y cultural muy profunda'. Hay que seguir experimentando vivir de una manera diferente, con 'cooperativas de producción y consumo', y 'nuevas formas de vida y relaciones'. Es necesario disponer de grupos de análisis (think tanks) potentes que hagan análisis y propuestas para "arrinconar a las fuerzas reaccionarias y neofascistas"

"Y hay que juntarse, ganar fuerzas, y movilizarse sostenidamente con movimientos a la vez locales y globales, descentralizados y coordinados, ágiles, resistentes y capaces de adaptarse a los cambios y presionar a los gobiernos".

Versión ampliada de la entrevista publicada originalmente en catalán en la revista Crític

FUENTE: ctxt.es
Elena Parreño (Crític)
07/04/2021
 
Yo, desde mi pobre óptica de ciudadano de a pie, voy a preguntar lo mismo de siempre:

¿Quién le va a poner el cascabel al gato? ¿Quién o quiénes se van a atrever a enfrentarse a las grandes empresas multinacionales? cuando es evidente que, con este invento capitalista de la Globalización, los países no pueden controlar a esos monstruosos oligopolios porque, en realidad, son ellos quienes gobiernan un mundo convertido en Mercado.

O nos concienciamos de la necesidad de nuestra unión como seres humanos, más allá de políticas, países, razas, credos... para frenar en seco este sistema "devorador de seres y de sueños" o, efectivamente, no existirá un futuro.

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