Felipe VI ha vuelto a borrarse del mapa. En plena oleada terrorista con amenazas de muerte a altos cargos del Estado y a un candidato -y a su familia-, el monarca ha optado por no asomar la cabeza y reclamar el principal papel que sus defensores le asignan: 'mantener la unidad de España'.

Las amenazas de muerte recibidas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la directora general de la Guardia Civil, María Gámez; el líder de Podemos y candidato de Unidas Podemos a las elecciones de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias; y la ministra de Turismo, Comercio e Industria, Reyes Maroto han devuelto a España a "una época en la que el terrorismo quería romper nuestra democracia".

Detrás de este clima de terror se encuentra el auge de la extrema-derecha, que no sólo trata de afianzarse en las instituciones a través de Vox, sino también del PP y su candidata en Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Ambos partidos rechazan condenar con contundencia las amenazas de muerte e, incluso, sugieren que "se trata de un montaje" pese a las evidencias policiales.

Ayuso (PP) y Monasterio (Vox)

Incapaces de hacer crítica política legítima, "los mensajes de odio de PP y Vox son el caldo de cultivo de esta espiral de violencia" que termina por 'inspirar' a enfermos mentales, como ha sido finalmente el caso de la amenaza a Reyes Maroto.

Este nuevo terrorismo trata de romper la democracia, la unidad de España en torno a ella y mientras, ¿dónde está el adalid de esta unidad? 

"Salpicado por los escándalos de corrupción de su familia desestructurada, Felipe VI se ha acostumbrado tanto a esconderse en La Zarzuela que ya ni cumple con sus funciones".

Y es que si, históricamente, sus defensores le han atribuido el papel de pegamento patrio, la verdad es que 'no está cumpliendo con su cometido'. Ya sucedió con la pandemia, ya que fue el último de los monarcas europeos en dirigirse a su pueblo cuando más azotado y aterrado estaba éste por el coronavirus. Aunque luego quiso redimirse con su Borbón Tour.

Los reyes de España