El amigo y cantautor argentino Rafael Amor (Rafael Iglesias Toraño) ha partido también con rumbo a las estrellas. Digo esto al hilo de aquella famosa frase de Teilhard de Chardín, quien aseguraba que...
"No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, sino seres espirituales viviendo una experiencia humana"
Rafael Amor
Me enteré de su fallecimiento en la mañana de ayer por boca de la también amiga y cantautora (canaria en este caso) Marisa Medina, a quien le costó encontrar las palabras para decírmelo, a sabiendas de que nos unía una antigua y entrañable amistad. Al parecer un fulminante infarto de miocardio segó su vida estas navidades cuando contaba 71 años de edad.
Hombre socialmente comprometido donde los hubiera, claro defensor de los derechos humanos, nos enseñó a ser solidarios y a amar con ahínco la libertad a muchos de los jóvenes de antaño, cuando allá por los 70 del pasado siglo, exiliado en España por mor de la dictadura militar que en su país ejercía el general Videla, recalaba a menudo por las Islas.
Recuerdo como si fuera ahora mismo, la primera vez que lo vi actuar en directo; fue en el la calle de Méndez Núñez, aquí en esta ciudad de Santa Cruz de Tenerife, en un local llamado Bola-Bar, justo frente al edificio de lo que aún era el 'Sindicato Vertical'. Allí escuché cantar por primera vez, con la rotundidad que lo caracterizaba, un tema que a la postre se convertiría en un himno internacional:
'No me llames extranjero' (1977)
La última vez que coincidimos fue hace ya algunos inviernos, tras su actuación en el Teatro Leal de la ciudad universitaria de San Cristóbal de La Laguna, donde deleitó a sus incondicionales (entre los que me incluyo) con sus temas de siempre y algunas novedades.
Cuento con detalle la anécdota de ese reencuentro en otra entrada de este mismo blog, titulada RAFAEL Y LA LLUVIA, cuyo enlace dejo a continuación por si alguien siente interés en leerla y para no pecar de redundante: https://miguelangelgyanes.blogspot.com/2014/11/rafael-y-la-lluvia.html
Uno nunca puede ni siquiera sospechar cuándo va a a ser la última vez que abrazas a un ser querido, a un amigo en este caso, cuya última imagen, nítida también en mi retina, es la de verlo alejarse en compañía de Pili, su pareja, y del humorista Manolo Vieira, perseguidos por una repentina catarata celestial que repiqueteaba con insistencia sobre las calles laguneras.
Consternado por la tristeza quiero hacer llegar, a la vez que mi profundo pesar, un fortísimo abrazo a sus hijos, Francisco, Paula, Delia y Salvador; a Pilar Campos, su compañera, y al resto de familiares y amigos.
Solo me resta decir lo que repito siempre que parte alguno de los míos; aquellas mágicos versos del poema que Mario Benedetti dedicó a Ernesto 'Che' Guevara:
"Será una pena que no exista dios,
pero habrá otros, claro que habrá otros
dignos de recibirte"...
pero habrá otros, claro que habrá otros
dignos de recibirte"...
Miguel Ángel G. Yanes
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