Los nuevos fascismos
Todo listo para la mesa de partidos. Y no me refiero a esa hipotética mesa compartida entre Gabriel Rufián y Pedro Sánchez para solucionar la cosa catalana, sino a la doméstica. Esa mesa de partidos en la que un familiar no vetará a otro por pensar o votar distinto. Esa en la que no se considerará traición ni cesión imperdonable compartir espacio a pesar de no estar de acuerdo. Una mesa en la que se acepta lo que no se le permite a la política: "el diálogo entre diferentes".
Prepárense para coger aire, para sacar sus mejores
dotes diplomáticas y evitar que 'la gamba blanca de Huelva' vuele como
arma arrojadiza. Prepárense más que nunca "ahora que sabemos que la parte
pensante de la gamba lleva cadmio". Nadie quiere una guerra química
entre hermanos, tíos y primos. Prepárense para llegar a acuerdos de
mínimos. "Prepárense, al fin y al cabo, para hacer con naturalidad la
tarea que se le niega a la política: hacer política".
Gabriel Rufián y Pedro Sánchez
Aunque son muchos años de cenas en familia y estemos
acostumbrados a ser diplomáticos, mediadores, observadores y relatores
internacionales cuando nos sentamos a cenar, de un tiempo a esta parte,
todo se ha complicado. En la mesa de partidos de este año usted se
encontrará la cosecha de 2019. Espectacular. Echando la vista atrás, "podemos decir sin miedo a equivocarnos que 2019 no ha sido finalmente el
año del auge del 'fascismo', sino el año del auge de la 'estupidez
extrema'".
No hay otra forma de definir con sinceridad una época en la que
un profesor es denunciado por decir en clase que pegarle a la mujer
está feote. "Una época en la que un partido de fútbol se suspende en
nombre de la tolerancia porque alguien ha llamado nazi a un nazi".
Berlanga, puesto de setas, no se habría atrevido a meter esta escena. "Nos hemos colado" -diría Azcona- y Valenciano le tendría que dar la razón.
Vivimos una época en la que algunos piden salirse de Europa –Spexit–
porque "la justicia europea nos ha dado el enésimo revolcón a nosotros,
la ejemplar democracia española de toda la vida". 'Boicot al cava europeo'. Vivimos
una época en la que, de repente, todo vale. El relativismo moral se ha
normalizado de tal forma llegando a 2020, que el futuro que vivimos no
gira en torno a los coches voladores, sino a si debemos respetar o no el
Paleolítico.
"Gilipolleces del tamaño de la catedral de Notre Dame lo
inundan todo" y nos hacen vivir con el agua y el sentido común al cuello.
"Acosar a niños menores, pedir que no se rescate a quien peligra en una
patera, negar la violencia machista o insultar a una niña preocupada por
la emergencia climática" son ahora derechos que algunos reivindican como
el que reivindica un salario mínimo. "Déjenme ser un hijoputa", tengo
derecho.
En las cenas de Navidad, no lo dude, "se encontrará usted
ese nuevo menú de los horrores cosecha 2019 colocado junto al plato de
las gambas". Un consejo: respire profundamente y no pierda el tiempo con
cifras o desmentidos. Quien a estas alturas piensa que la tierra es
plana, lo hace por convicción, no por datos. Y no cambiará de opinión
por mucho que usted lo intente. Por resumirlo: "Estamos en guerra, una
guerra donde nadie mata a nadie –y que así siga la cosa– pero en la que
cada día muere la moral más básica. Una 'guerra cultural' por la hegemonía
de la interpretación de la realidad en la que no hay datos, sino
propaganda".
"Todo empezó el día en que a Santiago Abascal le preguntaron
por sus políticas de fiscalidad, miró a cámara y respondió: ¡viva España!"
Desde entonces hasta hoy, "vivimos el asedio de la estupidez". Una guerra
en la que pierde quien se desespera. Aguanten. Se impondrá la lógica. No
pasarán. Mientras tantos, respiremos y pasémonos las gambas. Felices Fiestas.
Santiago Abascal gritando ¡viva España!
FUENTE: ctxt.es
Tecetipos
Eduardo tecé
23/12/2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario