Descendíamos por Rambla de Pulido mi amigo Miguel Ángel Guerrero y yo, charlando animadamente sobre las últimas noticias relativas a la probable bancarrota de la Iglesia Católica, cuando le apunté que no solo las malas inversiones financieras, sino la pésima gestión de sus inmuebles y los gastos superfluos, entre ellos el mantenimiento de dos papas y todo lo que gira a su alrededor, incidirían también negativamente en la economía eclesiástica.
Entonces, una señora que había puesto a mear a su perrito en la poceta de un árbol, se giró hacia nosotros y -a bote pronto- nos espetó:
- Pues a mí me gustan más dos papas que dos políticos.
- Yo prefiero pescado salado - le respondí en plan de guasa.
Y es que a veces uno peca de educado. Tengo claro que si hubiera estado presente Paco Navarro (q.e.p.d.) le habría dicho sin cortarse un pelo:
- ¡Señora! ¿y a usted quién le ha dado vela en este entierro?
Porque si había algo que el amigo Paco llevaba francamente mal (doy fé de ello) era que alguien se inmiscuyera en sus conversaciones sin venir a cuento.
Miguel Ángel G. Yanes
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