Ernst Friedrich Schumacher
Ernst Friedrich Schumacher, brillante intelectual y economista alemán escribió lo que para él fue su obra más importante "Una guía para los perplejos"; su libro consiste en una investigación acerca de cómo viven los humanos en el mundo; para él, los actuales “esquemas filosóficos” que dominan el pensamiento y la ciencia occidentales son demasiado estrechos y "se basan con frecuencia en algunas premisas falsas". El título nos recuerda otra obra casi homónima escrita en el siglo XII por nuestro médico y filósofo cordobés, Moisés Maimónides, “Guía para perplejos”. Ambos, Maimónides y Schumacher, tan alejados en el tiempo, en sus culturas y en su pensamiento, reflejaron bien cómo orientar y conducir la mente de “los perplejos”, o, como dice Zarzalejos, de los "dudosos y confusos".
Maimónides fue la figura más prominente del judaísmo durante el período medieval, cuya formación intelectual (teológica, filosófica y médica) unida a una profunda espiritualidad dio forma a la figura de "un médico altamente humanitario, racional y abnegadamente dedicado a su trabajo". Fue considerado “médico de príncipes y príncipe de los médicos”. De él escribió el poeta Ibn Sina Almuk: “El arte de Galeno cura solamente el cuerpo, pero el de Maimónides cura el cuerpo y el alma. Con su sabiduría es capaz de curar la enfermedad de la ignorancia”. Su obra filosófica marca la expresión cumbre del racionalismo judío medieval; "tuvo confianza plena en la razón", no como recurso infalible de análisis, pero sí como el único instrumento del cual disponemos para nuestra insaciable búsqueda de la verdad.
La “Guía para perplejos”, también “Guía para descarriados”, es un trabajo teológico interpretativo dedicado a la "solución de los dilemas que surgen de una completa y amplia comparación entre la tradición judía y la filosofía aristotélica islámica". Maimónides en ningún momento presenta su propia visión del mundo, y es cuestionable si alguna vez buscó desarrollar su propia filosofía de una manera sistemática. Su Guía se inicia así: “Mi pensamiento va a guiaros por el sendero de la verdad y allanar su camino”. Para Maimónides, "los descarriados no son ineptos", conocen bien los principios de la ciencia, sus facultades se hallan dispuestas a la percepción, al conocimiento, pero necesitan "un conductor, un guía” que les ilumine la ruta de la comprensión.
"Según Maimónides existen diversos grados de capacidad en el hombre con el fin de comprender las cosas especulativas, complicadas"; de ahí que sea importante explicar para comprender la oscuridad con la que algunos intentan encerrar la verdad, es decir, ponerle en el buen camino para “salvarlo de su perplejidad”. No pretende agotar todo lo que encierra dudas, pero sí aclarar la mayoría y más grande de las oscuridades. De ahí que eche mano de El libro de los Proverbios, libro que es una guía de iniciación, ofreciendo normas generales para obrar con cordura y sensatez: “Presta oído y escucha las palabras de los sabios y aplica tu corazón a mi experiencia”. (Prov. 22,17).
Maimónides
Schumacher en la “guía” argumenta que hay dos tipos de problemas en el mundo: "convergentes y divergentes". Discernir si un problema es convergente o divergente es una de las artes de la vida.
"Los problemas convergentes son aquellos en los que las soluciones buscadas convergen gradualmente en una solución o respuesta"; son los que se preocupan por el universo no viviente; "los divergentes, en cambio, son los que no ofrecen una única solución, ante un problema se ofrecen varias respuestas, tienen que ver con el universo de los vivos", se afrontan siempre desde la experiencia interior y la libertad. "Y lo plantea desde un ejemplo clásico: la educación": ¿cuál es la mejor manera de enseñar, de educar, la disciplina o la libertad?: "la disciplina converge, es una; la libertad, diverge, admite pluralidad".
Resume las tareas que tiene que realizar un individuo que quiera abandonar su estado de perplejidad: a) aprender de "la sociedad y la tradición"; b) interiorizar este mantra: “aprende a pensar por ti mismo, autodirígete” c) crecer más allá de las estrechas preocupaciones de tu “ego”.
Sostenía Wittgenstein que “el estereotipo es una forma primitiva de razonar”. Con qué primitivismo y con cuántos estereotipos se expresan algunos políticos. "Produce vergüenza el espectáculo que estamos presenciando". Un país en el que quienes dijeron ayer que “no”, son hoy los impulsores del “sí”; y los que dijeron que “sí”, propugnan ahora una abstención activa. Al contemplar la universalidad de tales incoherencias no podemos acudir al dicho “mal de muchos, consuelo de tontos”.
Ludwing Wittgenstein
En 1914, Azorín publicó una serie de artículos bajo el título de "Generación del 98"; incluía a un grupo de escritores y pensadores: él mismo, Valle Inclán, Benavente, Baroja, Unamuno, Maeztu, Ortega y Gasset... "El denominador común que les unía era la preocupación por España. Partían de una visión pesimista del presente español, provocada por una profunda crisis moral, política, económica y social de finales del siglo XIX y tendían a poner en cuestión los valores tradicionales de la burguesía, con duras críticas a la monarquía, a los políticos conservadores y liberales y a la Iglesia".
Frente a esta situación, pretendían llevar a cabo "una serie de actividades regeneradoras" encaminadas a incorporar España a Europa, “a abrirse al mundo”; la solución de los problemas españoles se encontraba en Europa; "la cultura europea, racionalista o positivista y laica, era la solución al problema de España".
Con posterioridad, "los miembros de la Generación del 98 siguieron diversos y contrapuestos caminos; Azorín y Benavente supieron adaptarse a la burguesía conservadora; Maeztu se orientó hacia opiniones tradicionalistas y aun fascistas; Ortega se centró en preocupaciones culturales, filosóficas y políticas; mientras que Valle-lnclán, Unamuno y Baroja, aunque con distintos matices e intenciones, adoptaron posturas claramente individualistas".
Paulino Garagorri, profesor de Filosofía e Historia del Pensamiento Político, en su obra “Unamuno, Ortega y Zubiri en la filosofía española”, sostiene la mediocridad de la filosofía española durante la Edad Moderna; en cambio, en el siglo XX, la filosofía española deja de ser un evento doméstico; con Unamuno (1864 -1936) y Ortega (1883 -1955) nos incorporamos con pleno derecho y dignidad a la altura de la filosofía occidental. Sostiene en su obra que:
Paulino Garagorri
“bajo el imperio del racionalismo moderno, la mente española no logró dar notables frutos filosóficos; pero al introducirse la historia humana en el centro de la filosofía (...) han surgido de golpe dos pensadores españoles para quienes esa cuestión constituía el eje de su filosofía... Las soluciones, no obstante, que dieron serán casi antagónicas en el caso de Unamuno y Ortega”.
Precisamente va a ser un nieto de Ortega, José Varela Ortega, apasionado historiador movido, como él dice, por la curiosidad que le producen las pasadas épocas y sus gentes, aquellos personajes cuyas vidas superan la imaginación de cualquier novelista, quien nos ha regalado una obra para pensar y reflexionar sobre quiénes somos y la importancia e influencia que hemos tenido en la Historia; un minucioso trabajo de veinte años: “España. Un relato de grandeza y odio”; una obra en la que hace una defensa apasionada de España y de sus múltiples valores. Sin estereotipos, fue su abuelo, José Ortega y Gasset, con su pequeña obra “España invertebrada”, publicada en 1921, quien analizará la crisis social y política de la España de su tiempo; en ella pone el dedo en la llaga de la decadencia nacional.
“No es el ayer, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para que una nación exista… Las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana. Por muy profunda que sea la necesidad histórica de la unión entre dos pueblos, se oponen a ella intereses particulares, caprichos, vilezas, pasiones y, más que todo esto, prejuicios colectivos instalados en la superficie del alma popular que va a aparecer como sometida”.
Críticas palabras que, de vivir Ortega en nuestra actualidad, las podría repetir. Señaló con clarividencia casi profética que “uno de los fenómenos más característicos de la vida política española en los últimos veinte años ha sido la aparición de regionalismos, nacionalismos, separatismos; esto es, movimientos de secesión étnica y territorial. ¿Son muchos los españoles que hayan llegado a hacerse cargo de cuál es la verdadera realidad histórica de tales movimientos?"
Ortega y Gasset
Acusa Ortega en su obra la falta de una minoría dirigente ilustrada capaz de tomar decisiones firmes y eficaces; destaca que nuestra decadencia se debe a “la ausencia de los mejores”.
“Es extraño que de nuestra larga historia no se haya espumado cien veces el rasgo más característico, que es, a la vez, el más evidente y a la mano: la desproporción casi incesante entre el valor de nuestro pueblo y el de nuestras minorías selectas".
"La personalidad autónoma, que adopta ante la vida una actitud individual y consciente, ha sido rarísima en nuestro país. Aquí lo ha hecho todo el ‘pueblo’, y lo que el ‘pueblo’ no ha podido hacer se ha quedado sin hacer” (…)
“Lo que acarrea la decadencia social -escribe Ortega- es que las clases próceres han degenerado y se han convertido casi íntegramente en masa vulgar. Para mantenerlo unido es preciso tener siempre ante sus ojos un proyecto sugestivo de vida en común”.
Este proyecto común en la “España invertebrada” de hoy está hecho jirones, lo demuestra la imposibilidad de haber podido formar gobierno, con el temor y duda de que, realizadas las próximas elecciones, los resultados sean iguales o parecidos. Entonces, "¿qué?" Nuestros líderes políticos se “enredan con sus cosas”, pero están ausentes de la vida real de la sociedad: en la política y en los políticos actuales, como afirmaba Ortega, "están ausentes los mejores y abunda la mediocridad".
Como Diógenes de Sinope, el cínico, por Atenas y con un candil “buscando un hombre honrado”, habría que salir a nuestras calles y plazas para poder hallar dónde están “los mejores políticos” hoy ausentes de nuestro Parlamento. ¿Qué proyecto sugestivo a día de hoy nos pueden presentar? Analizada desde la distancia del ciudadano, “el espectador” que decía Ortega, no debemos estar dispuestos a repetir eso que históricamente tan bien se nos ha dado, "destruir la convivencia". Escuchando a nuestros líderes “despellejarse” en el Congreso, viene a la memoria lo que refiere Suetonio, en “Vida de los doce Césares”, de Domiciano, el déspota del Palatino, que impuso en Roma un auténtico régimen de terror; cuando quería deshacerse de un enemigo poderoso, le decía: “Pruébame tu poder o teme el mío”. Así se miden hoy nuestros políticos.
En estos momentos de perplejidad en los que se manifiesta nuestra vida social, política y colectiva, han surgido una serie de comportamientos que denotan un estado social y político patológico, en el que el exceso de estrategia trae consigo un déficit de ideología: "la impaciencia adolescente" de nuestros políticos, "la nerviosa emotividad” con la que transmiten sus escasamente reflexionadas propuestas de solución a nuestros problemas, su incapacidad para el diálogo con el fin de dar la salida adecuada al “procès”, con el gobierno catalán por una parte, la del gobierno en funciones y la de los que a sí mismos se llaman partidos constitucionalistas por otra, la tendencia de algunos partidos a buscar sin reflexión las soluciones, "la impulsividad, la inestabilidad, los cambios bruscos de opiniones y el exceso de palabras convertidas en propuestas vacías" nos conducen a la incertidumbre electoral; "sabemos por experiencia que lo que no se va a cumplir, es mejor no prometerlo"; es buena estrategia para la credibilidad.
Decía Ortega que “sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande”. Difícilmente podremos avanzar si nuestros líderes tienen cortedad de miras, ni podemos progresar si poseen ideas cortas, o carecen de ellas. Se dice que hay “colosos de piedra con pies de barro". España, más que los pies, está teniendo en estos tiempos "la cabeza de barro".
FUENTE: nuevatribuna.es
Jesús Parra Montero
07/10/2019
La cabeza de barro
y el culo de plomo.
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