14/10/19

LA AUSENCIA DE LOS "MEJORES" - I


“Lo primero que el historiador debiera hacer para definir el carácter de una nación o de una época es fijar la ecuación peculiar de las relaciones de sus masas con las minorías selectas que se desarrollan dentro de ella”.
 
José Ortega y Gasset. “España invertebrada”



San Agustín de Hipona

Decía San Agustín que "el hombre no tiene razón para reflexionar, para filosofar, si no es con el objetivo de ser feliz"; le faltó ese rasgo de generosa solidaridad para añadir ser feliz él, e intentar que los demás también lo fuesen. Es una obviedad que sólo puede entregar el don de la solidaridad aquel que lo posee. El obstáculo principal para la solidaridad política y ética es el silencio ante el mal, la despreocupación, la indolente pereza, el “eso no va conmigo”

Ante el fracaso de las pasadas elecciones y la puerta abierta a la duda de las próximas, la pereza política, la despreocupada pasividad, “el pasotismo”, son una mala actitud con consecuencias que conlleva necesariamente que el que no aporta solución con su voto -sea con la papeleta que cada cual considere- se está vetando a sí mismo el derecho a la crítica y las reivindicaciones futuras. Hacerse preguntas es una sana manera de ampliar nuestro mundo y responsabilizarse con él; "pero más importante es buscar las respuestas y encontrarlas".

Ayn Rand, la escritora de la polémica, la madre del objetivismo filosófico y defensora a ultranza de la razón, sostiene que existe un único asunto fundamental en la filosofía para vivir en la tierra: "la capacidad y eficacia cognitiva de la mente humana". Lo sitúa en un tiempo filosófico en el pensamiento de Platón y Aristóteles; siendo maestro y discípulo, "es conocido el conflicto de la razón aristotélica frente al misticismo platónico". Si Platón fue quien formuló la mayoría de las preguntas y de las dudas básicas de la filosofía, fue Aristóteles quien preparó las bases para encontrar la mayoría de las respuestas; "ninguno de los dos se opuso al conocimiento de la verdad por intereses personales".

"¿Tiene sentido oponerse a conocer la verdad?; ¿quiénes son hoy los que se oponen a su conocimiento?; ¿quiénes son los que cocinan las noticias a conveniencia?; ¿quiénes son los que ocultan la verdad que interesa que no se conozca?; ¿no resulta sospechoso que una misma realidad se nos presente de 'mil formas', incluso contradictorias a conveniencia de partido?" Difícilmente llegaremos a saber la verdad de la realidad si no lo intentamos, si sólo nos informamos con los medios políticos, económicos, religiosos o sociales que intentan disfrazarla, manipularla o esconderla.

Platón y Aristóteles

En la magnífica novela escrita por Umberto Eco, “El nombre de la rosa”, llevada a la pantalla por Jean-Jacques Annaud, teniendo como escenario una abadía benedictina en el norte de Italia, en los inicios del siglo XIV, el personaje principal, Guillermo de Baskerville, fraile franciscano, admirador de Ockham y Bacon, con dotes de detective, "entabla un interesante diálogo sobre los atribulados tiempos que estaban viviendo, en una larga disputa entre el papado y el imperio", con Ubertino da Casale, líder de los espirituales de la Toscana, venerable anciano, tenido por santo por los frailes; al final del diálogo, exclama abatido y perplejo el anciano: "¡Querido Guillermo, qué tiempos nos toca vivir…!"

Muchos españoles se identifican hoy con el anciano monje: "¡Qué tiempos de perplejidad y duda nos está tocando vivir!"; sin saber lo que fuimos difícilmente podemos saber lo que somos; "tenemos unos políticos, elegidos por nosotros, que dicen que nos representan y, sin embargo, con su inmadura frivolidad , están impulsando a los españoles a volver a enfrentarnos de nuevo". No les importa que “nos salvemos”, con tal de que ellos y sus cortesanos “se salven”.

De ahí nuestra responsabilidad de asumir la historia que nos ha tocado vivir; asumirla es un reto personal y colectivo, un desafío ético y político que no podemos eludir. No tenemos otra; como decía Ortega y Gasset, “no se nos ha dado hecha”, hay que trabajarla, tenemos que emprender la tarea de construirla tal como las circunstancias de nuestro momento y tiempo nos ofrecen. 

Los españoles hemos sido “muy de los siglos XIX y XX y muy poco aún del siglo XXI, eludimos el protagonismo. No podemos esconder la historia tras noticias banales, cuando no falsas; "con unos políticos que extienden el recelo y la desconfianza con los otros, que no ofrecen salida para superar la crisis actual, que nos venden promesas que no van a cumplir", que nos dicen que, si les votamos, con ellos la vida nos va a ir bien, "cuando ni ellos mismos saben a dónde vamos"


"Hay ausencia de líderes con inteligencia política y leales a sus convicciones"; los ciudadanos que les hemos votado estamos sufriendo una crisis de representación: “¡No nos representan!"; así se clamaba y cantaba en aquellas manifestaciones del movimiento Democracia Real Ya en 2011, cuando el movimiento 15M se iniciaba, o, como entonces se llamó, de los “Indignados”; hoy se repite, con menos fuerza y más perplejidad, pero con parecidas causas y motivos.

Hace más de un año, José Antonio Zarzalejos, periodista y columnista de El Periódico de Cataluña, titulaba su artículo España, en estado de perplejidad”; así lo iniciaba: “La perplejidad consiste en un estado de confusión, irresolución o duda provocadas por el asombro o la sorpresa. En esta semana se han sucedido una serie de acontecimientos de distinta naturaleza que han llevado a la opinión pública a ese estado de ánimo que participa también del pesimismo y el escepticismo. Han sido siete días para conformar un epítome o compendio del despropósito en el que se ha instalado nuestra vida pública. La clase dirigente, salvo en periodos históricos concretos, siempre ha estado por debajo de las expectativas y merecimientos de los ciudadanos de este país, ahora sentenciados a convulsiones varias que plantean serias interrogantes sobre la funcionalidad de nuestro sistema institucional sometido a un brutal estrés por la inmoralidad, la incompetencia y la imprevisión de los que encarnan los poderes del Estado.

Meses después, más de un año, analizando la realidad política presente, "una mayoría de españoles estamos también en estado de perplejidad, estado de confusión, irresolución o duda provocadas por el asombro o la sorpresa". Estamos en estado de perplejidad al analizar el comportamiento de cada uno de los líderes políticos actuales; no me resisto a repetir algunas de las reflexiones anteriormente citadas de Zarzalejos, que “la clase dirigente, salvo en periodos históricos concretos, siempre ha estado, como en estos momentos, por debajo de las expectativas y merecimientos de los ciudadanos de este país”.

Es preciso destacar, por "la vergonzante estupidez y la indignación causada en unas declaraciones", el ejemplo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y el de su vicepresidente, Ignacio Aguado, "sobre la exhumación del dictador"; y no dejar de recordar "la indigna mentira histórica" vertida por el político de ultraderecha Ortega Smith, vicepresidente de Vox, al acusar a las 13 Rosas de Madrid de “torturar, asesinar y violar”. Habría que llevar a cabo con algunos de ellos lo que hacían los romanos con los ciudadanos desleales o traidores a Roma, decretarles la “damnatio memoriae”, decreto por el que se ordenaba borrar todo rastro de su historia.

debate atresmedia
Pablo Casado - Pablo Iglesias - Pedro Sánchez - Albert Rivera

Albert Rivera, siempre inquieto, con el movimiento de la veleta y asustado por el fracaso electoral que se le avecina, levanta el veto al PSOE y se abre ahora a "pactar con Sánchez”, al que antes negaba “el pan y la sal”.

Estamos perplejos al ver al líder popular Pablo Casado, fracasado en las anteriores elecciones por la pérdida de más de la mitad de sus diputados, "insultante y faltón" con Sánchez, querer obtener rédito electoral, "sin cambio programático alguno", con la estrategia del silencio y la pasividad e intentar salvar, con un "buenismo indefendible", las "sandeces históricas" leídas por Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid.

Estamos perplejos al ver al presidente en funciones, Pedro Sánchez, intentar ganar las próximas elecciones simplemente con el argumento de “porque yo lo valgo”. Remedando la pregunta del arcángel Miguel, jefe de los ejércitos de Dios en las religiones judía, islámica y cristiana, "¿quién como Dios?", Sánchez parece decirse: "¿Quién como yo?"

Estamos perplejos al ver al secretario de Podemos, Pablo Iglesias y su portavoz parlamentaria Irene Montero, recorrer victimistas los platós y entrevistas, repitiendo machaconamente que “ellos han hecho todo y más, como nadie lo ha hecho en la historia, por un gobierno de coalición”. Que la culpa del bloqueo político y la falta de acuerdo con el PSOE la tiene Pedro Sánchez, y que mintió porque nunca quiso un gobierno de coalición y concluir que "a ellos no les interesan los sillones sino cambiar la vida de la gente”, cuando todos hemos visto que no sólo sí les interesan sino, como dice la canción, “todos queremos más…”

Poltrona baroque in velluto rosso

Estamos perplejos al ver al presidente de Vox, Santiago Abascal, como jinete "conduciendo ciego a tantos nostálgicos del franquismo”, contrariando las leyes de la física y la lógica, "pretender que regresemos al pasado de la reconquista de don Pelayo".

Estamos perplejos también al ver al joven Errejón, "sin programa ni cuadros conocidos", con algunas ideas escritas en un “post-it”, mucha palabra, mucho entusiasmo y “MÁS País”, querer presentarse en las próximas elecciones en todas aquellas provincias que ayuden a formar un gobierno de progreso. Habría que advertirle que "es posible que, queriendo ayudar, puede estorbar”.​

Estamos perplejos de que, fracasada la investidura de Sánchez, y sin tiempo apenas para respirar, con precipitación y desmesura, tertulianos y medios de comunicación determinen, con la “profecía anunciada”, quién va a ganar y quién va a perder; a quién le irá bien y a quién mal. "Tenemos la impresión de que se arrogan en exceso y casi en exclusiva el conocimiento de la política y sus alternativas"; creen tener mejores ojos y más inteligencia que los demás ciudadanos; se consideran gurús, “la Pitia”, el oráculo de la política, intentando determinar o condicionar la voluntad ciudadana. Ignoran que "la voluntad en libertad tiene siempre varios caminos posibles y divergentes”, que diría Schumacher, como analizaremos a continuación.

Estamos perplejos de contemplar el tiempo que hemos perdido para ver que, al final, los resultados conseguidos son iguales o muy parecidos. Y todo, porque unos y otros están “traspasados por la ambición del poder”. Bien lo supo definir la escritora, periodista y activista italiana, Oriana Fallaci:

Oriana Fallaci

“Quizás porque no comprendo el poder, el mecanismo por el cual un hombre o mujer se sienten investidos o se ven investidos del derecho de mandar sobre los demás y de castigarlos si no obedecen. Venga de un soberano despótico o de un presidente electo, de un general asesino o de un líder venerado, veo el poder como un fenómeno inhumano y odioso”.

CONTINÚA...

FUENTE: nuevatribuna.es
Jesús Parra Montero


No hay comentarios:

Publicar un comentario