30/5/21

TRISTE FINAL

Durante años, Maki y yo, hemos acudido con relativa frecuencia a comer al antaño pueblo marinero de San Andrés, convertido hoy en el barrio por antonomasia de la costa santacrucera, famoso por sus múltiples y variados restaurantes, entre los que despuntaba El Rubí, propiedad de los hermanos Ramón y Óscar Plasencia.

Un negocio caracterizado siempre por su excelente cocina y el buen atendimiento de su personal en un local amplio y luminoso en el que a menudo degustamos buen pescado, mariscos, arroces, huevas... y una amplia cocina internacional que podía hacer las delicias gastronómicas de cualquiera.

Pues resulta que tras el cierre forzado por la pandemia, no ha podido volver a abrir sus puertas, como el negocio de restauración que era. Hoy observo, atónito, que un supermercado va a ocupar su lugar. No pudieron superar la presión y optaron por cerrar definitivamente; una pérdida irreparable que deja un poso de tristeza en los propietarios, en los empleados y como no, en todos sus clientes.

Queda el leve consuelo de que los hermanos Plasencia siguen manteniendo su otro local, Restaurante Marisquería Ramón en la misma avenida, con el trato exquisito que caracteriza a su equipo y su buen hacer culinario, pero como bien decía el amigo Juan Hernández: "Tras 30 años de trabajar allí, me puede la magua cuando me veo obligado a entrar a ese supermercado".

 

A mí también me queda el desconsuelo de que se haya perdido El Rubí, pero en la vida, todo, absolutamente todo, tarde o temprano acaba echando el cierre, hasta uno mismo. Pero ver convertido aquel magnífico restaurante en un supermercado, es un triste final. 

Miguel Ángel G. Yanes

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