La ciudad española de Ceuta con una superficie aproximada de 18 km², ubicada en la costa norte de África y encastrada en territorio marroquí, exactamente sobre la península Tingitana, existe desde mucho antes de la creación del propio reino alauita. Sus orígenes se remontan al siglo VII a. C. cuando los fenicios se asentaron allí fundando la ciudad que en principio sería llamada Abyla, y con posterioridad Hepta Adelphoi, al ser conquistada por los griegos.
Tras múltiples vicisitudes a lo largo de la Historia, pasando por manos de cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, visigodos, árabes, portugueses... en el siglo XVI se incorpora a la monarquía hispánica, aunque no sería hasta 1656 cuando se le conceda Carta de Naturaleza, ratificada por el Tratado de Lisboa en 1668, a través del cual, Portugal reconoce la soberanía española de Ceuta.
Antiguas murallas defensivas de Ceuta
En la actualidad, tanto Ceuta como Melilla, la otra ciudad autónoma española ubicada en la costa marroquí, son puerta y frontera sur de la Unión Europea, lo que conlleva que se hayan convertido en puntos conflictivos contra los que choca la presión migratoria, no solo africana sino la proveniente de Oriente Medio y de países asiáticos tan lejanos como India, Pakistán, Birmania o Bangla Desh.
En la jornada de ayer lunes, una auténtica avalancha de más de 7.000 personas accedieron de forma ilegal a Ceuta. La mayoría llegaron a nado tras superar el espigón de la Playa del Tarajal que hace de frontera con Marruecos, ante lo que parece una absoluta dejación del acuerdo de control fronterizo por parte de la policía marroquí.
Al parecer tal actitud obedece, como forma de protesta, al ingreso por Covid en un hospital de Logroño de Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario (movimiento de liberación nacional del pueblo saharaui) aprobada por el gobierno español por razones humanitarias, lo que ha desatado las iras de las autoridades marroquíes.
Brahim Ghali
Aunque este ciudadano opina que solo es una excusa para presionar a España e iniciar lo que podría considerarse como un 'revival' de la famosa Marcha Verde (invasión marroquí del Sahara español en los años 70) pero esta vez, empujando descaradamente a sus jóvenes sin trabajo y sin futuro, no ya para reclamar la soberanía sobre las ciudades de Ceuta y Melilla que -recordemos- nunca pertenecieron al reino de Marruecos, sino para, en su supuesta labor de freno a la inmigración, intentar rascarle más euros a la Unión Europea.
La Marcha Verde, noviembre de 1975
Miguel Ángel G. Yanes
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