14/10/20

SALUDOS PROTOCOLARIOS

El ciudadano que suscribe entendió, allá por los lejanos años de su juventud, que ningún ser humano debe humillarse ante otro por mucho que lo manden los diferentes y obsoletos protocolos sociales. Eso de la reverencia, la genuflexión o ¡arrodillarse! ante otra persona, son acciones que nadie debería efectuar frente a otro, ya sea papa, rey o emperador. Tampoco frente a los supuestos dioses que 'los listos de turno' nos han encasquetado a través de la Historia.

Soy de los que defienden las fórmulas de respeto y educación entre los ciudadano, pero siempre de igual a igual. Y ahora que con la p.pandemia nos han prohibido el contacto físico, entre otras muchas cosas (y las que quedan), eso de estrecharse las manos, chocar las palmas, darse un abrazo o un beso, ha pasado prácticamente al ámbito familiar más cercano. 


Así que ahora tenemos que recurrir a chocar los codos, los puños e incluso las nalgas, que también lo he visto, como saludo afectuoso. No obstante queda la inclinación de cabeza o colocar la palma de la mano sobre el pecho que, a la larga, supongo serán los que se impongan, siempre y cuando el saludo en sí no pase a engrosar las páginas de la 'Historia General del Olvido'

Y es que, tal cual rula nuestra civilización, todo apunta a que, las normas de cortesía, se vayan diluyendo con el tiempo en el seno de una sociedad virtual y supertecnificada, que terminará prescindiendo del contacto físico como ya apuntaba Aldouxs Huxley en 'Un mundo feliz'.

Espero no estar ya aquí para verlo.

Miguel Ángel G. Yanes

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