9/10/20

ASTÉRIX Y MAFALDA

Ahora que Quino ha fallecido es el momento de agradecerle lo mucho que contribuyó, con su profunda crítica y sus sesudos y humorísticos razonamientos a la defensa de la libertad, asi como a abrirnos los ojos a los que hoy o peinamos canas o las hemos perdido por completo, sobre los malos gobiernos, la burocracia o la inutilidad de determinados estamentos que lastraban la sociedad.

Joaquín Salvador Lavado Tejón, 'Quino'

A través de las tiras de prensa de Mafalda y de su cohorte de familiares y amigos, aprendimos verdades incuestionables, preñadas de un humor caústico y agudo que, reflejadas en el espejo de la sociedad argentina, fueron despertando aquí -en esta España aún de la gallina negra- nuestra conciencia social, profundamente aplastada por el peso de la iglesia y el franquismo.

De izquierda a derecha: Felipe. Manolito, Susanita, Mafalda, Libertad, padres de Mafalda, Guille y Miguelito

Conservo aún, aunque ya con todas sus hojas despegadas y sueltas, los 10 tomos con las tiras originales de Mafalda como un pequeño tesoro de juventud que llegó a mis manos a principios de los años 70 y que, treinta y tantos años más tarde leería también Laura, mi hija.

Llegó a tal punto mi admiración por la obra de Quino, que cuando hacia algún nuevo amigo o amiga era condición 'sine que non' preguntarle: ¿Te gusta Mafalda?... ¿Y Asterix? Y es que ambos personajes fueron referentes indispensables de mis años jóvenes, hasta el punto de que si no les gustaban o los desconocían, ya tenía claro que posiblemente no habría demasida afinidad entre nosotros.

Curiosamente, a pesar de haber tenido en su momento la colección casi completa de las aventuras de Asterix el galo, creadas por el guionista René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo, la mayoría de sus ejemplares fueron desapareciendo con el tiempo a manos de familiares y amigos, algo que no ocurriría con los de Mafalda porque, afortunadamente, me negué en redondo a prestarlos.

René Goscinny y Albert Uderzo

Por contra había otros personajes de la época que, a pesar de leerlos en alguna ocasión, tales como Roberto Alcázar y Pedrín, El guerrero del antifaz, Fantomas e incluso Tintín, nunca llegaron a entusiasmarme tanto.

Miguel Ángel G. Yanes

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