La crispación política no da tregua al Congreso. Desde el principio de la legislatura la Cámara es el escenario de debates e intervenciones subidas de tono que reflejan la tensión existente entre los grupos parlamentarios. Los enfrentamientos son constantes entre los dos bloques del hemiciclo; el Gobierno y los partidos de la investidura, por un lado, y el bloque de las derechas, por otro.

La sesión constitutiva de las Cortes o el debate de investidura fueron un anticipo de la deriva que seguiría la legislatura en los meses siguientes, donde la tensión, lejos de rebajarse, ha ido en aumento. Uno de los debates más broncos se produjo a finales de mayo, en la primera sesión de control al Gobierno dentro del luto decretado por los fallecidos a causa de la Covid-19.

"La llegada de Vox al Congreso parece haber influido en esta situación". Al menos así lo apuntan buena parte de los grupos que comparten el espacio parlamentario con los diputados de la ultraderecha. "Mantener una crispación constante no es una cuestión fruto del fragor o de la pasión con la que defienden sus iniciativas o sus discursos, es una estrategia", apuntan fuentes del hemiciclo.