30/11/18

LA C4

En la Kafeíta, cafetería a la que ahora acudo a por mi ración diaria de cafeína (una vez que el amigo Tasito se jubiló y echó el cierre a "Los Tres Mosqueteros") existen dos terrazas: una, a la que se accede desde el interior del local y otra ubicada en la propia acera, frente a la entrada. Esto les obligó a buscar una codificación determinada para cada una de ellas e identificar así las mesas correspondientes.


Fue al escuchar por boca de una de las empleadas, la frase, "la cuenta de la C4", refieriéndose a una de las mesas de la calle, que su voz iluminó un oscuro y distante rincón de mi memoria.


La C4 era la denominación militar de una de las colinas que rodean la estratégica ciudad portuaria de Cartagena, en la costa murciana donde, allá por los años 70, hice el servicio militar obligatorio, la famosa "mili". Y, en la C4, que estaba a tomar por saco de lejos y de alto, se hallaban ubicadas, entre otras, las antiguas baterías de costa de General Fajardo, que en aquellas fechas ya habían sido desartilladas y convertidas en polvorín, y a las que se accedía por una pista de tierra poco menos que insufrible, por la que, a bordo de un jeep traqueteante subíamos y bajábamos con el fin de hacer las preceptivas guardias. 


La unidad no disponía de dotación suficiente para ello y era menester desplazar soldados desde los diferentes cuarteles para hacerlas. En mi caso bajábamos desde el Grupo de Apoyo Logístico XXXII, ubicado en la zona montuna de Tentegorra, para luego subir a lo alto de aquel reseco y solitario promontorio.


Cartagena ha sido considerada desde la época del general cartaginés Asdrúbal, como una ciudad prácticamente inexpugnable, de hecho fue el último bastión republicano que resistió ante el empuje de las fuerza nacionalistas del general Franco. Tal es así que a los pocos días de su rendición, finalizaba la Guerra Civil.


Miguel Ángel G. Yanes





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