8/11/18

DOS VOCES ÚNICAS

María Callas y Joan Sutherland


 Sutherland y Callas (Foto tomada de Mostly Opera)

Habría que remontarse a la segunda mitad del siglo XX, concretamente al 8 de noviembre de 1952, para que Callas interpretara Norma de Bellini junto a una jovencísima Sutherland en el House Covent Garden, bajo la batuta de Vittorio Gui. Callas en el papel protagonista de la sacerdotisa Norma, y Sutherland en el de su confidente Clotilde (mezzosoprano). A partir de ahí las dos cantantes iban a manifestar, Callas como gran diva y Sutherland como aspirante al título, su talento en el bel canto.

The Royal Opera House Covent Garden (Londres)

María Callas demostró durante toda su carrera que su voz podía adaptarse a todo tipo de registros, es decir, cantaba papeles tanto de soprano como de mezzosoprano (Carmen de Bizet, Rosina en el Barbero de Sevilla). Pasó de ser una obesa soprano wagneriana a una bella y atractiva diva. En los escenarios era una diosa de la interpretación, además de una magnífica cantante, proyectando en las obras el pathos (πάθος, palabra griega que expresa todo lo que uno experimenta o siente: pena, pasión, cólera, aflicción). A partir de 1937 empezó a estudiar canto en el Conservatorio de Atenas, primero con María Trivella y después con la soprano española Elvira de Hidalgo. En 1941 debutó de manera profesional con la compañía del Teatro Lírico Nacional de la capital griega, donde interpretó papeles como Santuzza (Cavalleria rusticana), Tosca, Leonore (Fidelio). Su tipo de voz es peculiar, difícil de clasificar, se adaptaba a los papeles de soprano dramática, lírica o de coloratura. Cosechó su primer éxito con el papel de Elvira en I puritani de Bellini, bajo la tutela de Tulio Serafin en el teatro de la Fenice de Venecia en enero de 1949.

Teatro de La Fenice (Venecia)

Joan Sutherland vivió en el seno de una familia ya entregada a la música, su madre era mezzosoprano aficionada y pianista profesional. Fue al cumplir los dieciocho años de edad cuando se tomó en serio la carrera de cantante. De esta manera, en 1947 y de la mano de sus nuevos maestros John y Aida Dickens realizó su primera incursión formal en el mundo de la lírica. Fue como Dido en el Dido y Eneas de Purcell, en una versión de concierto. Durante los cuatro años siguientes se fue presentando a diferentes concursos de canto, llevándose en muchos el primer premio, concretamente con el aria “Ritorna vincitor” de Aida (Verdi); además cantaba en inglés en el Sun Aria o el Mobile, ambos en tierras australianas. En 1951 sería contratada por el Covent Garden de Londres para cantar Aida. En sus inicios Joan Sutherland empezó cantando papeles wagnerianos. Al igual que Callas su tipo de voz abarcaba muchos registros como soprano lírico-ligera o de coloratura (con excelentes sobreagudos) que era, si bien escénicamente Sutherland no reflejaba en sus obras el pathos (πάθος) que tanto caracterizaba a la soprano helena. Su primer gran éxito lo obtuvo el 17 de febrero de 1959 en el Covent Garden con Lucia di Lammermoor de Donizetti, demostrando a partir de aquí una maestría en el bel canto, realizando una interpretación diferente respecto a la que el público estaba acostumbrado. Pero fue Callas con el papel de Lucia la que empezó a enseñar al público el significado dramático de esta obra, tanto en su presencia escénica como en la interpretación musical. En 1960 Sutherland representaría en la Fenice de Venencia Alcina de Handel, con la que se ganó la admiración del público y recibió el apodo de la Stupenda, que la acompañaría hasta el final de su vida.

María Callas

La diferencia entre la voz de soprano lírico-dramática que fue Callas a la lírico-ligera de Sutherland reside en que la primera no dispone de facilidad para la coloratura, y tampoco intensidad en el timbre. La soprano lírica se caracteriza por la belleza de un timbre cálido y puro, la dramática por el peso de su cuerda, condicionado por el volumen de la emisión. La fuerza vocal y expresiva de esta última, unida a un timbre oscuro en la octava (centro) en general, son sus medios más valiosos para ajustarse bien a los personajes de carácter noble y rotundo que debe interpretar. La soprano lírico-ligera o de coloratura tiene la capacidad de ejecutar sucesiones de notas rápidas en un estilo ornamental o con embellecimientos elaborados que incluyen pasajes rápidos de escalas y los trinos, ya sean escritos o improvisados. Por este motivo María Callas destacó en papeles dramáticos como Tosca (Puccini), Norma (Bellini), La bohème (Puccini), Madame Butterfly, etc. Y Sutherland era experta en papeles acordes a su voz de soprano lírico-ligera o de coloratura: Lucia di Lammermoor (Donizetti), Los cuentos de Hoffmann (Offenbach) –para los que interpretó a cuatro protagonistas, la autómata Olympia (papel que mejor interpretaba, a pesar de su dificultad técnica), la cortesana veneciana Julieta, Antonia (enamorada de Hoffmann) y la cantante Stella–, además de Lakmé (Delibes), Semiramide (Rossini), Gilda en Rigoletto (Verdi), etc.

Joan Sutherland

Callas perdió fuerza de voz en la década de 1960 y en 1965 anunció que se retiraba de los escenarios. No obstante, no abandonó el canto, y así en 1974 realizó junto al tenor Giuseppe di Stefano una gira de conciertos por Europa, Estados Unidos y finalmente Extremo Oriente. En estos años se dedicó también a la enseñanza musical en el Juilliand School. Joan Sutherland se despide del MET con una gala, de Sidney con Les Huguenots y su retirada para siempre se produce en la gala de fin de año del ROH en 1990, cuando la diva tiene ya 64 años y en la que, acompañada por su gran amiga Marilyn Horne y Pavarotti, dejó la escena a ritmo de su canción favorita “Home Sweet Home”. Ya fuera de los escenarios Sutherland participó regularmente como jurado en los concursos de canto más prestigiosos de Europa (estuvo en uno de esos certámenes en España en el año 2000). Además sabemos que interpretó por última vez Lucia di Lammermoor en 1988 junto a un veterano Alfredo Kraus en el Liceo de Barcelona.

Alfredo Kraus

Si bien las dos divas son grandes del escenario operístico, también hay que destacar que sus vidas son totalmente opuestas. Callas tuvo una vida triste y atormentada, y mucho de esto tuvo que ver con el multimillonario griego Aristóteles Onassis, que se cansó de ella y se casó con Jacqueline Kennedy (la viuda del presidente John F. Kennedy). Callas desde entonces sufrió grandes depresiones que la llevaron a recluirse en su apartamento de París en 1977, donde murió por causas todavía hoy desconocidas. Sutherland, de origen australiano, tuvo una vida apacible, se casó con el director de orquesta Richard Bonynge, con el que compartió una amplísima grabación discográfica para la casa DECCA. Este matrimonio tuvo descendencia, mientras que Callas dio a luz un único hijo que murió al nacer. La Stupenda murió a los 83 años en Suiza a causa de una larga enfermedad.

Aristotelis Onasis

Ambas artistas tienen un bagaje discográfico muy amplio que abarca todo el drama operístico. Las dos tienen grabadas las óperas de Norma y Lucia di Lammermoor; Joan Sutherland tiene además grabaciones de ópera buffa o cómica, como son: L’elisir d’amore y la Fille du régiment (Donizetti), que se salen del repertorio tradicional dramático y por ello es bueno señalarlo. María Callas grabó casi todos sus discos para la casa EMI y Joan Sutherland para DECCA. Existe una única grabación de Sutherland para EMI, el Don Giovanni de Mozart, interpretando el papel de donna Anna y dirigido por Carlo María Giulini. En cuanto a Mozart hay musicólogos que afirman que la voz de la Stupenda de lírico-ligera es ideal para interpretar la Reina de la Noche de la Flauta Mágica.


Como punto final sólo queda decir que estas dos mujeres fueron dos grandes del mundo operístico de gran parte de la segunda mitad del siglo XX y gracias a ellas muchas obras clásicas que habrían quedado en el olvido cobraron vida en los escenarios de todo el mundo y alcanzaron el punto álgido que les correspondía.


FUENTE: sineris.es (revista de música)
Juan Carlos y Andrés Fernández Fernández
Junio 2012

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