(A Maki)
A la izquierda de esta tarde sin dueño,
A la izquierda de esta tarde sin dueño,
Lávica espuma con sangre de
volcanes,
La isla de La Palma está
prendida.
En lontananza flotan, tras las
nubes,
Sus cumbres separadas por la grieta
Que corta en dos su corazón materno.
Sobre su húmeda piel,
rotundos, mágicos,
Los sueños de sus gentes se
forjaron.
Aunque a veces salobre sea la
lágrima
Que el verde de su párpado
oscurece
Con el pálpito gris de la añoranza,
Cuando lejanos a su vientre
quedan
Para siempre los hijos y no
puede
Con sus arbóreos brazos
arroparlos,
Sólo tiene un recurso de
isla-madre:
Un grito de luz que tal vez
llegue
Con la rotundidad del
desespero,
Más allá de la lógica del
hombre,
Reflejando su amor en la
ardentía.
Un rotundo destello que
ilumine
Emoción y recuerdos diluidos
En la tibia mirada del ausente.
Y un silencio de paz
difuminando
Ese tibio escozor que en las
pestañas
Pugna por deshacer el
horizonte.
Acaso hecha con plumas de nostalgia,
Una nube de grajas imposibles
Va ocultando la luz bajo sus
alas;
Dan la vuelta a la mar sus
patas rojas
Y renace el azogue del espejo.
Miguel Ángel G. Yanes
Miguel Ángel G. Yanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario