Hoy voy a contarles lo acontecido cierta noche de indianos (era la primera vez, a pesar de llevar 30 años casado con una palmera, que asistía a tal evento) y también les hablaré de aquel paisano suyo que consiguió, contra todo pronóstico, que se me escaparan emocionadas lágrimas tras una buena cantidad de gin-tonics y un "cadáver exquisito (*)" a los postres.
Ante el infructuoso intento de tomar una copa en la Bodeguita del Medio, sita en la calle Trasera de Santa Cruz de La Palma, por lo empetada que estaba de prójimos y prójimas, y aunque mi mujer y sus parientes se encontraban allí, opté por echarme fuera, yendo a parar a un bar situado enfrente, cuyo nombre no consigo recordar.
Me encaminaba decidido hacia la barra, con la intención de hacerme un huequito en ella (hay que ver la querencia que tenemos los canarios por los diminutivos), cuando un individuo proveniente del fondo del local, plantándose frente a mí, me espetó de repente:
- Tú a mí no me conoces de nada, pero yo de ti lo sé prácticamente todo.
Reconozco que me descolocó. Por un instante pensé que era un farol, un intento de ligue sin más, pero la profundidad de su mirada me hizo entender que se trataba de un sujeto especial. Y entonces, ante mi asombro, me habló de mis poemas.
No me lo podía creer. Soy casi un desconocido en el universo literario de las islas, y la proyección de mis trabajos es prácticamente nula. ¿Cómo era posible entonces que aquel palmero, que confesó no haber visitado nunca este blog, conociera mi obra? Además, apenas he pisado la isla de La Palma en media docena de ocasiones, y estoy completamente seguro de no haber coincidido jamás con él... A no ser, pensé, que tengamos amigos comunes.
Dado su interés por mi poesía, le pregunté:
- ¿Tú también escribes?
- Y muy bien - respondió - aunque mi fuerte es la música.
Euterpe (Musa de la Música)
- ¿Qué arte consideras superior, la tuya o la mía?
Pero lo tuve claro:
- ¡La música!... Porque es el lenguaje universal, en cuya cósmica armonía se mueven las esferas. Aunque tampoco debemos olvidar que el Verbo las creó.
Érato (Musa de la Poesía)
- Eso no es ningún problema -dijo, y adentrándose de nuevo en las profundidades del bar, apareció en breve con un bolígrafo y un taco de notas para las comandas.
Creo que nos decantamos por versos endecasílabos, pero no recuerdo nada de lo que allí escribimos. Sólo me viene a la memoria un cubo que intenté dibujar (enfrentando cuadrados, como mi abuelo me enseñó) pero el último lado no alcanzó su ángulo recto de destino, y quedó abierto, roto... como punto de fuga para todo lo que pudiera contener en su interior. A lo mejor es que tenía que ser exactamente así.
Charlamos y bebimos largo y tendido durante horas, hasta que apareció mi mujer a buscarme (no sé quién le daría el soplo de dónde me encontraba) pero en vez de arrastrarme, se incorporó también a la tertulia, que se prolongó casi hasta el alba de aquella noche cálida del carnaval palmero.
Hacía mucho, muchísimo tiempo, que no tenía el placer de mantener una conversación tan profunda e interesante con alguien. Era éste un individuo barbado, entrado en canas ya, con una corta coleta que a cada rato se le deshacía y una edad similar a la de quien escribe. Me resultó un hombre culto, agudo, inteligente, pero (y es una apreciación muy personal) me dio la sensación de estar atravesando, en aquellos momentos, por un profundo bache; de ésos con los que la vida nos sacude a intervalos. Aún así fulgía con luz propia, entreverado en los vapores del alcohol y la angustia.
Me despedí de él con la profunda sensación de haber hecho un amigo.
(*) El "cadáver exquisito" es una composición cooperativa llevada a cabo entre dos o más autores. El nombre proviene del primer verso que se creó, en francés, con esa técnica compartida:
Le cadavre exquis boira du nouveau vin (El cadáver exquisito beberá el nuevo vino)
Miguel Ángel G. Yanes
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