9/9/19

CRISTO Y AGUSTÍN

Jesucristo y San Agustín (Rubens)

No me refiero a Jesucristo y a San Agustín, no. Esta entrada trata de la relación diaria entre un vecino bastate mayor en años y un joven pedigüeño que todos los días le saca unas monedas. Y él, Agustín, por compasión, pero también por quitárselo de encima por lo pesadísimo que se pone, da por bueno el  quebranto que para su precaria economía de jubilado supone.

Cristo, éste es el nombre del ya no tan muchacho en cuestión, no es un pedigüeño al uso. Viste y calza bien y se le ve limpio y aseado; es más, creo que no tiene necesidad alguna de pedir. De hecho, alguna que otra vez lo he visto gastándose las monedas mendigadas en las maquinitas tragaperras.

Agustín Barbuzano

Es por ello que, estando de "palique" con Agustín, que -no lo he dicho- es una de las personas más cultas que conozco y que, a sus 89 añazos, posee un privilegiado memorión, hasta el punto de que yo lo califico como "la memoria viva de Santa Cruz". Dialogando con él -repito- se acercó Cristo con su insistente machaconería para sacarle unos cuartos (y es que no acepta una negativa por respuesta) lo que me hizo encararme con él para decirle:

- ¿Tú estás sordo? Te está diciendo que no.



Pasando de mí tres pueblos, siguió con su jaqueca, hasta que Agustín, para poder continuar con nuestra conversación, abrió el monedero y le dió unas monedas.

- Cristo -le dije en el momento en que las cogía- ándate diestro, porque como sigas molestando a Don Agustín, te volvemos a crucificar.

Miguel Ángel G. Yanes

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