- "Por ahí viene el atorrante ese".
Era una frase que mi abuelo Juan repetía cada vez que vislumbraba a P enfilando la calle con aquella pinta de haragán y su característico bamboleo.
Nunca supe de donde importó aquella curiosa palabra a su vocabulario, porque él no llegó a viajar nunca a las Américas. Así que, o bien tenía algún conocido que la emplease, o acaso la tomara de alguna novela sudamericana o caribeña; porque está claro que no es una palabra propia del castellano. De hecho, la definición que hace el diccionario de la RAE es la siguiente:
atorrante, ta.
1. adj. despect. Arg. y Ur. vago (‖ holgazán). U. t. c. s.
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Fue un parroquiano del bar de costumbre: Raúl D'Agostini, argentino para más señas, con el que suelo coincidir a la hora del café matutino quién, al escuchar mi comentario, puso en liza el asunto de la palabra atorrante; explicando que la misma provenía de Argentina, y hacía referencia a los indigentes que utilizaban como dormitorios los grandes tubos o caños (de la empresa A TORRANT) que permanecían apilados en la ciudad de Buenos Aires para ser utilizados en la construcción del alcantarillado. Así qué, a los individuos que dormían en dichos tubos se les denominó atorrantes. Pero terminó utilizándose también para identificar a vagos, gandules, holgazanes, golfos, vagabundos... e incluso pelmas o pesados.
Me agradó sobremanera conocer este curioso dato, equiparable hasta cierto punto a nuestro famoso cambullonero o cambuyonero: palabra derivada de "can buy on", frase inglesa que literalmente significa "poder comprar a bordo", y que vino a identificar, en los puertos canarios, el movimiento de trapicheo e intercambio de los isleños con las diferentes tripulaciones extranjeras: el cambuyón y que, por ende, dio pie a cambuyoneros.
No obstante, como soy de natural curioso (ya me conocen) nada más llegar al pc decidí indigar en la Red, por ver que datos encontraba sobre tan curiosa palabra: atorrante.
Y he aquí que existe una extensa diversidad sobre el posible origen de la misma. Desde la opinión de que, tal vez, provenga de una leyenda urbana, ya que, al parecer no hay datos fidedignos que identifiquen que se utilizara material de la marca A TORRANT en las canalizaciones de Buenos Aires, pasando por la relación que pueda guardar con usos coloquiales del verbo turrar o torrar (tostar, abrasar), hasta un posible entronque con la palabra vasca atorra, identificada en el diccionario euskera-castellano como camisa: algo que sirve para cubrirse. E incluso puede referirse en Argentina al simple hecho de dormir: torrar (en unos tubos).
Miguel Ángel G. Yanes
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