La economía de las Islas Canarias está sustentada básicamente en el turismo (Canarias recibió 10,6 millones de turistas en 2013, sobre una población estable de algo más de 2 millones de habitantes) dependiendo de él gran parte de la construcción y de los servicios, lo que genera una oferta turística de primer orden a nivel internacional, avalada por la benignidad del clima, los incomparables paisajes y una importantítisima infraestructura hotelera; hasta el punto de que el turismo aporta más del 70% del PIB de nuestra comunidad.
El gobierno central (creo que el término no le hace justicia, porque tiene el eje completamente a la derecha) nos quieren convencer de que la gran oportunidad de los canarios para prosperar de veras e incluso para hacernos ricos*, está en hincarle el trépano al lecho marino y extraer el petróleo que, por lo visto, guarda en sus entrañas.
La lógica me dice dos cosas:
La primera, que no podemos permitirnos el lujo de hacer peligrar nuestra principal fuente de ingresos en aras de un proyecto que venga a ser una espada de Damocles sobre el futuro de las islas y de nuestros hijos. Sería algo así como cambiar una buena gallina que pone huevos a diario y nos alimenta, por otra que los pone rellenos de oro negro pero no sirven para comer, aún cuando haya unos pocos que, merced a complejos procesos gástricos heredados de sus ancestros, logren digerirlos para expeler luego por sus anos genéticamente manipulados, montañas y montañas de dinero que, lo quieran o no, olerán siempre a mierda.
Y la segunda, qué, como apunta el dicho: "nos engañan como a chinos" (aunque se refiera a los de épocas pasadas), porque esa supuesta riqueza que generaría la extracción de crudo de los fondos marinos canarios, iría a parar a manos de las multinacionales petrolíferas y de las entidades bancarias que las subvencionan, que a su vez le darían su propina al gobierno español; y a nosotros, los isleños, nos darían también, pero por donde toman los aviones. Porque si se contaminaran nuestras costas, el flujo de turistas cesaría de golpe y nos quedaríamos con el culo al aire, simplemente porque turismo y petróleo son incompatibles.
(*) Ricos.- De pequeños, las señoras mayores siempres nos decían: "Pero que niño más rico... está para comérselo"
Tomen buena nota de esto último.
Miguel Ángel G. Yanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario