BERNEGAL

El diccionario de la lengua de la Real Academia Española da dos acepciones para esta hermosa palabra, puntualizando que es de origen incierto:

La primera, identifica una "taza para beber, ancha de boca y de borde ondulado".

Y la segunda, propia de Canarias y Venezuela, viene a ser una "tinaja que recibe el agua que destila un filtro".

Es a esta segunda acepción, a la que quiero referirme. 

Ese recipiente, el bernegal o talla, pieza de cerámica hecha de barro cocido, suele formar parte de un todo homogéneo: la destiladera. 

 

La destiladera, antaño típica en los hogares canarios, venía a ubicarse en el lugar más fresco de la casa, comúnmente en un rincón del patio, y consiste en un mueble, por lo general de madera, que sirve de soporte a una piedra porosa o pila, de forma semiesférica, que se utiliza como filtro natural de agua, de la que va destilando gota a gota; bajo ella se ubica el correspondiente bernegal, recipiente destinado a conservarla, aunque existen otros elementos típicos que la conforman:

 

El plato, con el que se cubre la boca del bernegal impidiendo que caiga polvo en su interior; el jarro que se coloca sobre él y que suele ser de latón para que no se herrumbre, y de bordes puntiagudos para evitar que se lleve directamente a la boca, sobre el que va cayendo el agua hasta que rebosa, yendo a parar al interior del bernegal a través de un pequeño orificio en el centro del plato; y la jarra, taza o vaso para beber y disfrutar del frescor y la pureza del agua destilada.

Importantes aditamentos de la destiladera son también helechos y culantrillos que se plantan sobre ella para asegurar la humedad del conjunto.

Así como la palabra destiladera viene a ser sinónimo de filtro tanto en Canarias como en el resto de América Latina; "bernegal", en lenguaje coloquial viene a identificar a alguien de pocas luces (supongo que como símil del interior de la talla) lo que en otras latitudes dan en llamar "alma de cántaro".

Miguel Ángel G. Yanes