Después de múltiples kilómetros de carretera,
y como no llevaba demasiada prisa, decidió tomarse unos minutos de descanso.
Abandonó la autopista y descendió hasta las inmediaciones del faro de El Porís de Abona.
Allí se encontraba, sentado en el interior de su vehículo, disfrutando relajadamente de aquel
paisaje solitario y silencioso, cuando apareció de repente una patrulla de la
Guardia Civil, cuyos agentes procedieron a identificarlo de inmediato.
- ¿Qué hace usted aquí?
- Tomándome un respiro -respondió-
- ¡Ah sí! Pues salga del coche y vacíese los bolsillos.
-
¡Y esto! -Le espetó uno de
los agentes que, poniéndose unos guantes, lo recogió del suelo, colocándolo
frente a sus ojos-
- Un relajante -contestó-
Lo tomó
ocasionalmente cuando siento algo de ansiedad.
- Muéstreme la receta.
- No la llevo encima.
Debo tenerla en casa.
- Pues se trata de un estupefaciente, y si no puede demostrar que obra en su poder de forma legal, debo denunciarlo.
- No me lo podía creer -aseguró mi amigo- ¡Por dios!... ¡un trankimazín!... ¡y de 0,25! Si hubiera
sido una caja, y sin receta, hasta lo habría entendido, pero...
-
¡Apóyese en coche!
Lo cachearon, le requisaron el “trinkamazín”
y lo conminaron a acudir al cuartel de la Guardia Civil si quería recuperarlo.
Cuando le pregunté por la copia de
la denuncia, me contestó que no le habían entregado boleta alguna - claro qué como ahora todo está informatizado... -objetó-.
- ¿Eran jóvenes?
- Amigo -le dije- me suena que te vacilaron. Me los imagino "partiéndose
el culo de la risa", con lo acojonado que pudieron dejarte. Ahora, si la Guardia civil está para perder el tiempo con esas menudencias... ¡apaga y vamos!
Miguel Ángel G. Yanes
jajajajaja la verdad es que nos reímos con la historia pero lo cierto es que el Trankimazin es un ansiolítico compuesto por benzodiacepinas y según el prospecto ni siquiera se puede conducir bajo sus efectos. Pero claro, tu amigo lo llevaba encima simplemente...suena a chiste.
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