19/8/19
LA HOSTIA Y EL PALADAR
Cuando siendo niños, al comulgar, se nos pegaba la "judía" hostia al cielo de la boca, por mucho que nos molestara, no nos atrevíamos a tocarla porque era sagrada, y ahí estábamos, dale que dale con la lengua "durante una eternidad" hasta que al final se deshacía.
En aquella época la hostia solo podía ser tocada por el sacerdote, ya que, "sus manos estaban consagradas", mientras que para los demás era pecado.
Hay que ver cómo castraron nuestra inteligencia, inculcándonos "un miedo de la hostia".
Miguel Ángel G. Yanes
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