13/2/12

MI RINCÓN DE TRABAJO

Atendiendo a la pregunta de un seguidor del blog de que si, desde mi lugar de trabajo, tenía la paradisíaca vista que lo ilustra, he de confesar que no. Si bien es cierto que hace algo más de 20 años, cuando vivía en el pueblo norteño de La Matanza, con sólo descorrer las cortinas, tenía casi la misma imagen frente a mi escritorio.

La verdad es que era todo un lujo poder escribir de cara a ese gigante y a su mágico entorno, pero la vida rula sin cesar y, hoy por hoy, me toca vivir en un piso de ciudad, y aunque trabajo de cara a la pared, algo de aquella luminosidad palpita aún en mis ojos, lo que, todavía, me permite seguir adelante.


Mientras escribo esto, un "eco cultural" se cuela por la boca-patio. Procede de algún televisor sintonizado en una determinada cadena en la que, un grupo de personas, gritando al unísono en una suerte de bullicioso gallinero, ponen a parir a alguien, al tiempo que aprovechan para arrancarle la piel a tiras. Todo ello para regocijo y jolgorio de los televidentes. 

Caigo en la cuenta de que ningún gobierno se ha atrevido a ponerle coto a ese tipo de programas. En el fondo nos les interesa, ya que cumplen al dedillo su misión: alienar a los ciudadanos, llevándolos a interesarse por asuntos y miserias ajenas, en lugar de preocuparse y luchar por los problemas de la sociedad. Es decir: "mientras tragan basura no molestan".

¡Miedo me da!

Miguel Ángel G. Yanes

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