17/2/12

LA REMODELACIÓN

A los ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife nos tomaron el pelo descaradamente con la remodelación del Parque García Sanabria, el mayor de Canarias que, con una superficie de 67.230 m2, viene a ser el pulmón de la ciudad. Construido en 1926, sufrió (y nunca mejor dicho) una remodelación entre los años 2004 al 2006. Época esta en la que, para llevar a cabo las "necesarias" obras, se valló por completo el recinto a una altura tal, que los contribuyentes no pudimos observar el desaguisado que se cometía hasta que ya fue tarde.
 
Cuando lo reinaguraron, acudí a visitarlo con la emoción propia de quien vivió parte de su infancia y de su juventud entre sus paseos, fuentes y jardines. Lo primero que me chocó fue la escasa vegetación comparada con la que recordaba. No en vano, el García Sanabria era una suerte de jardín botánico, con variedades vegetales traídas de todos los rincones del planeta y que, merced a la benignidad de nuestro clima, lograron adaptarse sin mayores problemas. Pero aquella frondosidad de la que mi memoria guardaba buen recuerdo, había menguado ostensiblemente. Para muestra un botón: pues hasta un ejemplar único, originario de La India, como era la yaca o árbol del pan (artocarpus altilis) y que tanto llamaba mi atención por sus inmensos frutos, había desaparecido; y como él, muchos árboles más. 
 
No entendí tampoco por qué los senderos hubo que recubrirlos de albero, esa arena polvorienta que se adhiere al calzado como si fuera talco. Incluso hubo algunos, a los que se llegó a levantar el asfalto inicial para sustituirlo por ella, como el paseo de los bambúes, y que ahora, cuando se riega o llueve, se llena de charcos y de barro que hay que ir sorteando a la pata coja.

También la desaparición de los muretes que delimitaban el perímetro del parque (aquellos por los que, de niños, para ser igual de altos, nos encantaba caminar de la mano de nuestros padres) provoca que, al llover, la tierra sea arrastrada hacia el exterior, embarrando aceras y calzada. 


Hay otra serie evidente de "mejoras" (permítanme que me parta de la... rabia) algunas absurdas e innecesarias, de las que adjunto fotos:


Maderas que recubren el suelo por doquier, cuya "calidad" está a la vista y cuya efectividad resulta más que discutible. Aunque imagino que la empresa adjudicataria, ante tamaño despiporre, haría sonar las castañuelas.


Enormes soportes de hierro sin pintar dan apoyo a unas placas informativas minúsculas. Un culto a la herrumbre y a los bolsillos del propietario de la forja. Toda la información relativa al parque se halla en ese tipo de trastos. No cabe duda de que priman "belleza" e "imaginación"


Bancos de diseño: cuatro ángulos metálicos y una losa encima.
"Pa' mear y no echar gota"


"Calidad" y sobre todo "firmeza" de los materiales empleados en la remodelación...

No quiero seguir por no aburrirlos. De todas formas, el deterioro del parque comenzó allá por 1973, cuando, a raíz de la Primera Exposición de Esculturas en la Calle, se introdujeron en él una serie de éstas (unas interesantes y otras no tanto) que vinieron, no sólo a hurtarle espacio a la vegetación, sino a convertirse, algunas, en verdaderos retretes, dados sus múltiples recovecos y escondrijos, lo que obligó a colocar rejas que impidieran el acceso a su interior. A esto se unió la desaparición paulatina de los guarda-jardines, lo que ocasionó que el parque fuera perdiendo en belleza y ganando en inseguridad.
 

Hoy está remodelado, no cabe duda, pero no tan hermoso como antaño.

¡Ah!... Y no les he hablado de los "minolles" que costó.

Miguel Ángel G. Yanes

1 comentario:

  1. ¡Hola! Sencillamente estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho. Creo que la primera vez que visité el Parque tenía unos 8 años (ahora tengo 22) pero ese lugar me marcó de por vida. No tengo recuerdos muy claros, más bien imágenes, pero las consecuencias de haber ido siguen estando en el presente. Si algo me encantaba de ese Parque era la cantidad de vegetación que había, apenas encontrabas espacio entre planta y planta, los arboles tenían unas copas tan grandes y densas que no podías diferenciar entre un árbol y otro, e incluso formaban una bóveda sobre el parque por la que pasaban algunos rayos de luz. También creo recordar ver una especie de loros o algo así que estaban en el parque. Desde ese momento mi pasión por la vegetación despertó y es algo que todavía conservo. Creo que solo fui dos veces más al parque, pero cuando empezaron las obras me ilusioné esperando el resultado (iluso de mí). Cuando vi el nuevo parque me dcecepcioné, no era el mismo que tenía en mi memoria. Algunas veces voy para relajarme por allí pero lo único que veo es niños con sus monopatines, padres que se van a charlar al parque y dejan a sus hijos jugando en la plaza central con un balón (el cual hay que vigilarlo porque si te dan un golpe los padres de los niños te dicen que es culpa tuya), calles por las que podría aterrizar una avioneta sin problemas, arena que no pinta nada (excepto el calzado y la ropa) y columpios para los niños, monumentos (algunos usados como baño improvisado).
    Lamento saber que no está al árbol del pan, cuando me enteré de que en el García Sanabria había uno me emocioné, y las veces que iba estaba atento por si lo veía (ahora veo que fue en vano). También leí en una página que existía un invernadero de orquídea.
    Las obras destrozaron ese parque, no tiene nada que ver con ese bosque denso que se extendía entre el hormigón de la ciudad. Mi esperanza es que algún día la vegetación se descontrole y vuelva a inudar el parque y volver a ver lo que vi de niño.

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