21/2/12

RESACA CARNAVALERA

Formaban una extraña pareja (cosas del carnaval). Él vestía de bailarina: malla roja y transparente, bragas blancas, tutú rojo, larga peluca rubia, zapatillas de ballet ya sucias y deshechas, y el rostro emborronado de carmín y colorete. Lo que no sé muy bien es si sus ojos llevaban más pintura que alcohol o viceversa.

Ella iba de militar: uniforme color caqui, trinchas, botas negras, gorra de barco y fusil al uso, y estaba empeñada en que se sentaran en un banco del parque. Era mediodía y a pesar de que a la sombra hacía bastante frío, “Lorenzo” cascaba con rotundidad invernal, por lo que él (la bailarina), remiso, supuse que por la resaca de la larga juerga nocturna, no se avenía a tomar asiento a pleno sol. Pero ella (el soldado) terminó convenciéndolo.

Al pasar junto a ellos lo escuché susurrar a él (ella al fin y al cabo):

- ¿Te imaginas que pasara tu madre y nos viera aquí, a la hora que es y con esta pinta de derrotados?

Entonces lo entendí:

¡La mascarita le tenía miedo a su futura suegra!

P.D.

No sé por qué he dicho la mascarita, si no llevaba. ¿Pero ustedes que dirían... "el disfrazadito"? 

Miguel Ángel G. Yanes

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