5/2/12

DESPROPÓSITOS, ABERRACIONES Y CANCABURRADAS*

No tengo muy claro cuál de estas palabras es la idónea para algunas barbaridades arquitectónicas, aunque, a fe, que si le casco las tres no voy a quedarme corto. Me refiero a determinadas construcciones de señalada identidad, pero no a las estructuras en sí (que también) sino a su falta total de adecuación al entorno.

Voy a empezar por el TEA (Tenerife Espacio de las Artes) que, interiormente, puede ser la maravilla de las maravillas, pero su exterior (encuadrado entre el Museo de la Naturaleza y el Hombre y el Mercado de Nuestra Señora de África) hace daño a la vista. Rompe por completo la estética del entorno con su hormigón al negro y sus múltiples “chimeneas”. Y no hablemos de las grietas que ya aparecen en su reciente estructura. ¿Para qué?



Revolotea en mi memoria aquella copla que cantaba Carlos Puebla referida a la OEA: “Vaya una cosa más fea el TEA. Tan fea, que hasta el antiguo laurel de indias decidió suicidarse para no formar parte del desaguisado.

Estéticamente… digo, antiestéticamente, me recuerda, sin poder remediarlo, el golpe que provoca el instituto Rafael Arozarena de La Orotava: un culto al hormigón, un impacto visual que hace crujir la armonía del valle desde cualquiera de sus miradores. ¡Por dios! ¿Quién o quiénes autorizaron tamaño despropósito? ¿No se podía haber hecho un edificio con una estructura integrada en el paisaje, con los elementos idóneos y la necesaria armonía? Creo que, aún cumpliendo con la eficiencia y la modernidad, arquitectónicamente no debería perderse el culto a la belleza de las formas. ¿O es que cuesta tanto crear algo hermoso?



Y por si fuera poco, ahora, en la ciudad de La Laguna, considerada Patrimonio de la Humanidad, se lleva a efecto la gran cancaburrada del edificio de los juzgados. Un atentado en toda regla contra el centro histórico lagunero, denunciado públicamente incluso por Miguel Ángel Matrán, director del CICOP (Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio) con quien me place solidarizarme en la denuncia.  Mientras tanto, la concejal de patrimonio del ayuntamiento, Julia Dorta, opina que "es un efecto óptico", recalcando que la desproporción del nuevo inmueble "no entraña ningún peligro para el título que le otorgó la Unesco al casco lagunero", a pesar de que, como indica el Sr. Matrán, "rompe la armonía arquitectónica de la plaza y acota el horizonte de la ciudad a sus propios muros, en detrimento del paisaje desde San Roque".


Tengo la ligera sospecha de que, en esta tierra, escudándose en lo moderno y lo funcional, lo único que prima es el tema económico, muy por encima de todo lo demás.

Oiga: ¿Y en una “democracia”, no debería ser el pueblo soberano (me refiero a los ciudadanos) en lugar de cuatro gerifaltes, quiénes dieran el visto bueno o no a los proyectos públicos mediante votación popular?

Algo habrá que cambiar en este “mamoneo”.

(*) Palabra utilizada en las Islas Canarias y que viene a significar una burrada enorme o la mayor de las burradas.

Miguel Ángel G. Yanes

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