6/7/19

LÁTIGO Y CILICIO

A estas alturas, ya en pleno siglo XXI, resulta increible que la Iglesia Católica permita aún que, en determinadas organizaciones nacidas en su seno, como es el caso del "Opus Dei" (La Obra de Dios) se defienda el uso de instrumentos de mortificación corporal (léase "autotortura") entre sus miembros. 

Látigo de disciplina 

Estimados lectores: ruego perdonen mi vehemencia, pero cuando leo en la prensa que el "Opus Dei" defiende esas mortificaciones porque con ellas se logra "el embellecimiento del cuerpo y el control de tendencias desordenadas", se me escapa en voz alta aquello de... 

 "jodidos masoquistas de..." 

Cilicio

Y no digo nada si encima el razonamiento es de un miembro de la jerarquía eclesiástica, que aunque ajeno al Opus, se halla entre los ultraconservadores de la Iglesia, como es el caso del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla:


“Lo que no tiene sentido es usar el cilicio con el aire acondicionado puesto”

Esto ya es para "mear y no echar gota".


Me resulta "una incongruencia de mil pares de cojones" mortificar ese cuerpo que, según sus propias enseñanzas, "Dios" hizo a su imagen y semejanza.

Vengo a reafirmarme en que "el ser humano no necesita cumplir las normas de ninguna religión para evolucionar espiritualmente, ya que, éste es un camino personal que lleva aparejada la propia expansión de la conciencia". 


"Las diferentes religiones no son otra cosa que instrumentos de control y de poder, a través de las cuales, merced a la fe ciega y la obediencia, se castra el verdadero potencial humano del individuo".

"Estoy absolutamente convencido que si no hubiera sido por el freno que han supuesto las religiones, la humanidad ya habría alcanzado otro nivel de conciencia".


Miguel Ángel G. Yanes

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