Había optado por despedirme "a la francesa" con aquella viñeta de Mafalda, gritando con ella que pararan el mundo para poder bajarme, pero nadie lo hizo. Todo fue a raíz de un importante "rebote" con mi propio demonio y con el mundo, pero al parecer, como no se sabe dónde está el maldito botón, aquí sigo viajando sin remedio.
Reconozco que, a veces, es menester que le den a uno un empujoncito, no demasiado fuerte claro está, porque se corre el riesgo de irse de boca y romperse los "piños". Pero tampoco es cuestión de bajarse en marcha y correr el riesgo de ser atropellado por este gigantesco "colectivo".
Doy las gracias aquí, públicamente, a Rafael por haber compuesto ese hermoso tema que me ha hecho reflexionar a tiempo, a los hados por haberme permitido escucharlo, a Laura y a Domingo por habernos invitado al concierto... y a aquel que tenía que apretar el botón de emergencias por no haberlo encontrado.
NOTA: Terminaré dándole la razón a mi difunto abuelo que me llamaba "el espíritu de la contradicción" porque, miren por dónde, hoy, Día de los Difuntos, me ha dado por resucitar.
Miguel Ángel G. Yanes
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