Celebración 25 aniversario - Puerta de Brandemburgo - Berlín
Hace un cuarto de siglo ya (¡qué manera de correr!) exactamente en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, caía por fin "El Muro" tras 28 años de dividir la ciudad de Berlín en dos zonas: la occidental, de corte capitalista, auspiciada por los aliados (Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña) bajo control de la República Federal de Alemania, y la oriental, comunista, auspiciada por la Unión Soviética, de la República Democrática de Alemania. Países ambos que habían sido creados a raíz de la divisón de Alemania, efectuada por los vencedores una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial.
Aquella barrera de hormigón, conocida también como "Muro de Protección Atifascista" o "Muro de la Vergüenza", dependiendo del lado desde el que se contemplara, constaba de 155 km de largo y más de 3 metros de altura, y fue edificada, según las autoridades de la RDA, para frenar la huída constante de ciudadanos hacía la zona occidental. Se calcula que entre 1949 y 1961 (año de su construcción) unos 3 millones de personas habían abandonado la Alemania oriental para pasar a la RFA.
El muro venía a ser una frontera interior en toda regla, inexpugnable casi, a la que con los años se le fueron añadiendo torres de vigilancia, proyectores de búsqueda, alarmas de contacto, fosos, alambres de púas, y toda suerte de elementos disuasorios que, no obstante, no siempre pudieron impedir la huída. Se cree que más de 5.000 personas lo consiguieron, aunque unas 200 fueron abatidas al intentarlo.
El intento infructuoso más conocido fue el del joven de 18 años, Peter Fechter, que intentó cruzarlo junto con Helmut Kulbeik. Este último lo logró, pero Fechter fue tiroteado y agonizó, desangrándose a la vista de los medios occidentales, el 17 de agosto de 1962. Su drama inspiró la canción Libre, del cantautor español Nino Bravo; dando pie, a su vez, a este ciudadano para escribir el poema "Al borde mismo de la libertad" que, aunque dedicado a Nino Bravo por su hermosa canción, dejo aquí como homenaje a todos aquellos que cayeron, intentando cruzar al otro lado en pos de la tan ansiada libertad:
Peter Fechter
Con la mano crispada en el alambre,
hundidas en la carne las metálicas púas,
desoye la llamada del soldado que apunta
al centro de la blanca estrella de su espalda.
Invisible a los ojos tristes del centinela,
una rosa de sangre va extendiéndose, lenta,
sobre su piel y empapa la luz de la camisa.
Fuera del muro cae. Blando e inerte yace
sobre la superficie oscura del asfalto.
Entre sus labios tiembla una sonrisa tenue
que una lágrima inunda…
Libre al fin.
Miguel Ángel G. Yanes
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