Tras ocho años de obras y un aumento increible en su coste total, pues no en vano pasó de los 18 millones de euros presupuestados en origen a los 100 millones definitivos; ¡¡¡un aumento cercano al 700%!!!, dicha carretera va a resultar amortizada tarde, mal y nunca, visto el escasísimo uso que le damos. A la foto adjunta me remito.
Poco, tirando a poquísimo es el número de vehículos que transita por ella; tal vez porque sólo existen dos opciones de salidas intermedias, lo que obliga, si no se va a ninguna de esas zonas en concreto, a llegar, sí o sí, al final de la vía, tanto descendiendo como ascendiendo por ella.
Aun a sabiendas de que, peatonalmente, resultaría un trayecto mucho más aburrido que de costumbre, me planteé hacerlo sobre todo para obtener un perspectiva diferente de la ciudad. Así que, cámara en ristre, comencé el descenso desde su inicio en la Avenida de Venezuela, fotografiando a tutiplén todo lo que me pareció interesante.
Fue a la altura del Pabellón de Deportes Ana Bautista cuando, al asomarme sobre el cauce del barranco, no pude dar crédito a lo que veía:
Que la gente esté viéndose obligada a volver a las cuevas en pleno siglo XXI resulta de todo punto...
¡¡¡Inadmisible!!!
Miguel Ángel G. Yanes
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