El trompo, peonza o perinola, entretenido juguete de nuestra niñez, aunque no tenga la relevancia de antaño, lejos de desaparecer ha ido evolucionando con el tiempo. Ha pasado de ser un objeto hecho tradicionalmente de maderas duras (naranjo, encina o boj) a fabricarse también con diferentes tipos de plástico, fibra de carbono y diversos polímeros. Los hay incluso con luces, y otros que, al girar, producen sonidos musicales, aunque se haya perdido la posibilidad de personalizarlos como hacíamos nosotros, pintando la madera de diveros colores y decorándolo cada uno a su gusto.
El trompo tradicional venía equipado con una punta o púa metálica redondeada que llamábamos "púa mosca" y que solíamos sustituir por un clavo afilado que, al tener menor superficie de contacto, conseguía ampliar la duración de sus giros, y no digamos nada si era para jugar a la caldera o rompetrompos: aquellas púas eran algo temible.
Los canarios llamamos "liña" a la cuerda o cordel que se utiliza para hacerlo bailar, pero documentándome en la Red para escribir esta entrada, me entero de que en otras latitudes se denomina "zumbel" (hermosa palabra) supongo que por el zumbido que hace al lanzar el trompo, aunque la Wikipedia da una serie enorme de sinónimos: cabuya, cochaillo, cuerda, guaraca, hilo, látigo, lienza, piolín, soga, soguilla, zurriago...
Los que fuimos niños allá por los años 60 solíamos utilizar una moneda de 50 céntimos (media peseta) a la qué introducíamos la liña por su agujero central, haciéndole luego uno o varios nudos, de modo que, al colocar la moneda entre los dedos, conseguíamos que aquella cuerda no se nos escapara junto con el trompo.
Había quienes lograban verdaderas habilidades con este juguete, desde hacerlo bailar sobre la mano, ya fuera recogiéndolo cuando estaba girando, o antes de que tocara el suelo, e incluso liando la cuerda sobre la púa para, lanzándolo al aire, conseguir que aterrizara, bailando aún, en la palma de la mano.
En la actualidad existe una variante que no necesita del cordel tradicional, ya que, en la parte superior tiene un enganche en el que se inserta un dispositivo que, al tirar de él, imprime al trompo su fuerza de giro, dejándolo caer sin necesidad de liar el zumbel a su alrededor, por lo que resulta fácil de manejar para los más pequeños, aunque para los menudos ya existían aquellos enormes trompos de hojalata, que giraban tras hacer subir y bajar su émbolo, produciendo también determinados sonidos musicales.
Con relación a esta palabra, trompo, hay una amplísima referencia cultural, pues ha sido utilizada por multitud de poetas en los diversos países de lengua castellana al haber sido un juguete tremendamente popular.
Existen también, con relación a él, múltiples expresiones en lenguaje coloquial:
"Trompo sin liña" (persona muy torpe)
"Bailar un trompo" (ser muy listo)
"Echarse un trompo a la uña" (un reto o desafío, algo difícil)...
Ahora que lo pienso... tiene una similitud tremenda con la vida; podríamos decir que:
"La vida es un trompo con las vueltas contadas."
Miguel Ángel G. Yanes
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