Como el ojo de un cíclope
Elevando de pronto
La pesadez del párpado,
Un solitario rayo de sol rompe
La cobertura gris de la mañana y tiñe
De blanca luz la tenue oscuridad
Que hasta ahora impedía
La visión de un nido
De alacranes furiosos
Que estuvieron a punto de pisar,
Heridos y cansados del camino
Nocturno, nuestros desnudos pies.
Miguel Ángel G. Yanes
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