Se llama Keiko y es la caricatura tridimensional de la orca protagonista de la película “Liberad a Willy”. Está apoyada en el estrecho borde de la pantalla porque la puso allí mi hija, años ha, como un recuerdo de su infancia, y aunque ella ya se ha independizado, sigue ahí. A mí me recuerda a diario dos cosas:
Que el niño que nos habita nunca muere (es eterno y vivirá en la magia de un mundo de juguetes) y que hemos de luchar por conservar la biodiversidad del planeta, de los mares y de todas las criaturas que lo habitan; y en concreto de los grandes cetáceos, que son especies en verdadero peligro de extinción.
Y miren por donde, hoy que la edad me obliga a controlar mis niveles de colesterol (eso que llevo una dieta prácticamente ovo-lacto-vegetariana) y a consumir a diario el producto de moda que parece que lo elimina; al observar su envase a mi izquierda y la orca a mi derecha, caigo en la cuenta de la similitud fonética entre las dos palabras.

Pues así estoy, intentando finalizar esta entrada entre Kaiku y Keiko, o lo que es lo mismo, entre una sola consonante, la “ka”, y las cinco vocales.
Curioso... ¿no, Oregón?
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