10/9/20

MONARQUÍA, EJÉRCITO E IGLESIA (III)


CONTINUACIÓN:


¿Qué se puede esperar de un pueblo que necesita permiso de un fraile para leer y pensar? Si es una obra inteligente, valiente, pensada, se la quema como atentatoria contra la religión, las costumbres o el bien del Estado: "un libro impreso en España sufre regularmente 6 censuras antes de poder ver la luz, y son un miserable franciscano o un bárbaro dominico quienes deben permitir a un hombre de letras tener genio.

Y 150 años después la actitud reaccionaria de la Iglesia se mantenía. El 8 de octubre de 1931, en las Cortes de la II República en el debate sobre la 'cuestión religiosa y la enseñanza', Fernando de los Ríos, el entonces ministro de Justicia con profundo dolor terminó su discurso:


Fernando de los Ríos y Urruti

“Y ahora perdonadme, Señores Diputados, que me dirija a los católicos de la cámara. Llegamos a esta hora, profunda para la historia española, nosotros los heterodoxos españoles, con el alma lacerada y llena de desgarrones y de cicatrices profundas, porque viene así desde las honduras del siglo XVI; somos los hijos de los erasmistas, somos los hijos espirituales de aquellos cuya conciencia disidente individual fue estrangulada durante siglos".

"Venimos aquí pues –no os extrañéis con una flecha clavada en el fondo del alma, y esa flecha es el rencor que ha suscitado la Iglesia por haber vivido durante siglos confundida con la Monarquía y haciéndonos constantemente objeto de las más hondas vejaciones: no ha respetado ni nuestras personas ni nuestro honor; nada, absolutamente nada ha respetado; incluso en la hora suprema de dolor, en el momento de la muerte, nos ha separado de nuestros padres”.

Franco bajo palio

"Durante la dictadura franquista la jerarquía católica se puso al servicio incondicional del régimen, por lo que fue ampliamente recompensada. La religión católica fue obligatoria en primaria, en el bachillerato y hasta en la Universidad".

Y con la llegada de la democracia además de su destacado reconocimiento en nuestra Carta Magna, ya comentado, se firmaron los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede. Acuerdos que en estos 40 años ninguno de los gobiernos se han atrevido a denunciar.  Los principales partidos políticos, según William J. Callahan en su libro 'La Iglesia católica en España (1875-2002)', eran conscientes de que la Iglesia seguía siendo una poderosa institución capaz de perturbar una transición ordenada a la democracia, si no se alcanzaba pronto un acuerdo con los intereses eclesiásticos.


Consideraban la solución del contencioso histórico de las relaciones eclesiástico-civiles como una necesidad práctica precisa para la naciente y todavía frágil democracia. La cuestión religiosa, declaró el PCE, en el pasado ha dado lugar en este país a 'huracanes y ciclones'. Ahora era necesario 'calmar los vientos y tempestades'…de una vez para siempre.

Entre los socialistas el escepticismo sobre un convenio eclesiástico compatible con los principios democráticos era mayor, pero al final lo aceptaron. Gregorio Peces Barba dijo “el PSOE tiene el deseo de cerrar definitivamente la querella religiosa en nuestro país". La UCD fue de manos de Marcelino Oreja, el mayor impulsor del acuerdo eclesiástico, con el argumento de que "sociológicamente la mayoría del pueblo español es católico".

Gregorio Peces Barba

Tom Burns Marañón en su libro 'De la fruta madura a la manzana podrida. El laberinto de la Transición española' del año 2015 nos indica que "la Transición fue la caída del árbol de la fruta madura", los cambios sociales, económicos y culturales hacían inevitable la llegada de la democracia, y hoy "esa mercancía -esa fruta, esa manzana-- está podrida".

Las causas de tal situación son los hiperliderazgos políticos, la corrupción, una ley electoral injusta y "una Constitución esculpida en granito, por el miedo al cambio de la clase política, que ha imposibilitado su mejora y adaptación a los nuevos tiempos".


"Plantear una reforma constitucional no significa ser un irresponsable ni un antisistema, como señala el pensamiento político dominante. Al contrario, puede servir para apuntalar y mejorar nuestra maltrecha democracia". En 40 años no se ha hecho ningún cambio constitucional importante orientado a mejorar la calidad de nuestra democracia. Nuestra Constitución es la que impone más barreras para la su reforma, como he expresado antes.

Además en estos 42 años trascurridos desde 1978 se han producido grandes cambios políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos. Hoy es otra España. Solo por citar algunos: la inmigración, la entrada en la UE, la globalización, el mayor protagonismo de las mujeres, una sociedad más secularizada, mayor cultura republicana, etc.


Los políticos de verdad, son aquellos que saben captar los cambios que se suceden inexorablemente en una determinada sociedad, y además saben encauzarlos políticamente y plasmarlos constitucionalmente.

Para impedir cualquier cambio constitucional se repite el mantra en todos los foros oficiales: "Todos los españoles votamos la Constitución". Sobre un censo de 26.632.180 votaron 17.873.271. "Se abstuvieron 8.758.909 personas (32,89%)". De los 17 millones largos que votaron, 1.400.000 votaron no, y 600.000 en blanco. 15.706.078 votaron a favor. En las elecciones generales del 10N de 2019, el censo electoral fue de 37 millones. "Si ninguno de los 15,7 millones de votantes a favor de la Constitución del 78 hubiera fallecido, estos serían el 42% con derecho a voto".



"Pero eso es imposible: la vida eterna no la garantiza ninguna Constitución". Como conclusión los que votaron en el 78, tienen hoy 60 años o más. Si las fuerzas políticas siguen unos cuantos años reacios a su reforma, podría darse la situación de que la gran mayoría de los que la pudieron votar, tristemente nos hayan dejado. Es un dato para reflexionar.

FUENTE: nuevatribuna.es
Cándido Marquesán Millán 
30/08/2020

¡Sí! En el 78 se votó libremente lo que a 'éllos' les salió de los cojones. Una Constitución blindada, donde los principales estamentos del régimen franquista: Ejército e Iglesia (a los que se sumó la Monarquía) quedarían 'niquelados', y los artífices, herederos y alumnos del gran despropósito aplaudirían hasta con las orejas.
 

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