Comencé diciéndole:
- "Érase un gallego que volvía de los Tercios de Flandes..." cuando me interrumpió para preguntar:
- ¿Los tercios de La Legión?
Tercios de Flandes
- ¡No! Esto es una historia mucho más antigua. Los Tercios de Flandes existieron allá por los siglos XVI y XVII y eran unos cuerpos de ejército acantonados en los Países Bajos que, en aquella época pertenecían a España. De hecho, la Legión Española no tienen ningún tercio denominado "Flandes". Si no recuerdo mal, en la actualidad sólo quedan cuatro, y obedecen a los nombres de "Gran Capitán", "Duque de Alba", "Don Juan de Austria" y "Alejandro Farnesio". Pero a lo que iba:
El gallego había sido licenciado y, de regreso a España, atravesando por uno de los pasos de los Pirineos, se acercó a beber agua a un charco, y en ello estaba cuando, al alzar la vista, distinguió a un anciano ermitaño que lo observaba con atención.
- ¿A dónde va el hermano? Le preguntó.
- ¡A la miña terra! Respondióle el gallego.
- Será si Dios quiere. Puntualizó el anciano.
- ¡Cago en Diola!... ¡Quiera o no quiera, pa' la miña terra voy!
Y entonces el ermitaño, que en realidad era un mago, para castigar su soberbia lo convirtió en sapo.
En aquel charco estuvo el gallego un buen porrón de años transformado en batracio, hasta que el mago se compadeció de él y decidió devolverle su forma humana.
Una vez deshecho el hechizo, tornó a preguntarle:
- ¿Para dónde dice el hermano qué iba?
- ¿Eu?... ¡Pa' la miña terra o pa'l charco!
- ¿Y dónde está la gracia? Preguntó Miguel desconcertado.
- ¡Coño!... En que no decía "si Dios quiere" ni que lo mataran.
Y entonces, en un ataque de hilaridad se descojonó, o como dicen los jóvenes de ahora: "Se partió el culo de la risa".
Miguel Ángel G. Yanes
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