15/8/13

EL DESAHUCIO (POEMA)



(A Laura, mi hija,
porque sé que estos recuerdos
de su más tierna infancia, se borraron)

Al borde del cauce, sobre una roca lisa
Padre e hija asistimos a un acto
Circunstancial que hería de muerte la rutina
De un grupo de familias: el desahucio.

Contemplamos atónitos, cómo la garra daba
Metálicos zarpazos a sus casas
Que, temblando caían y arrastraban
Con ellas los mil sueños, que al amparo
Débil de sus paredes, pobres gentes,
Con sobrehumano esfuerzo fabricaron
En la frágil ladera del barranco.

Aturdidos, llorosos, ya vencidos,
Los tristes ciudadanos se aferraron
Gimiendo de dolor, unos a otros,
Pero el aire caliente de la tarde
Impidió que sus lágrimas bajaran
Por las profundas grietas de los rostros.
Secos y enrojecidos, sus ojos soportaron 
El terrible dolor del desespero.

De pronto, entre polvo y cascotes,
Como en un arrebato de desatada furia,
De las verdes entrañas de la enredadera,
Vimos nacer aquella guagua antigua.

Del doloroso acto de arrancarla
De su vientre materno, fue culpable
El gran gancho metálico que hundió
La invisibilidad del parabrisas:
Monstruoso animal, máquina, grúa
Que ni siquiera tembló con su osadía

Y en un grito común, fueron los niños,
Quiénes, corriendo, llegaron apenados
A tocar los costados de la guagua,
A acariciarle con mimo las heridas,
A despedirse del mundo de sus juegos.

Miguel Ángel G. Yanes

2 comentarios:

  1. Sí que me acuerdo de ese día, y de la guagua

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  2. La memoria, a veces, nos juega extrañas pasadas, haciéndonos ver cosas que leímos o escuchamos, como si fueran propias.

    El poema viene a colación de haberte preguntado, hace algún tiempo, si recordabas ese hecho. Y no; después de 20 años se te había borrado por completo: tu memoria lo había archivado rompiendo el enlace neuronal definitivamente.

    Las imágenes que ahora rondan en tu cabeza, y que este poema han despertado, son las que creaste cuando te conté aquella historia.

    Yo recuerdo con total nitidez cómo mi tío-abuelo Manuel, con los brazos extendidos bajo mí, por si me soltaba, me había dejado agarrado a la liña de tender la ropa. Lo que le granjeó de Maíta (su cuñada) una tremenda bronca.

    Paíto me explicó un día que esa imagen no era mía. Yo apenas tendría año y medio de edad cuando aquello ocurrió.

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